Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso
Cómo saber si tu hijo sufre acoso y, si es así, los cuatro mensajes que debes decirle al descubrirlo
El profesor Joaquín González Cabrera, investigador principal del grupo ‘Ciberpsicología’ de la UNIR, asegura que «muchas familias parten de la idea de invulnerabilidad de sus hijos, o de ellas mismas, pensando que «estas cosas les ocurren a los demás»
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Iniciar sesiónHoy 4 de noviembre se conmemora el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso. Se trata de una buena ocasión para concienciar a la sociedad sobre este problema que tanto daño produce en los niños y adolescentes y que, por ... lo general, se produce bajo la ignorancia de las familias y docentes cernanos a las víctimas y agresores. Una de las cuestiones clave para los padres es cómo poder detectar que su hijo sufre ciberacoso y cuáles son las señales que nos pueden poner sobre la pista.
Según el profesor Joaquín González Cabrera, investigador principal del grupo ‘Ciberpsicología’ de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), el mejor predictor de que “algo pasa” con un adolescente es un cambio repentino de su conducta y que además se mantenga en el tiempo. Explica que las familias, como los docentes, suelen conocer la forma habitual de comportarse de cualquier menor y un cambio abrupto suele indicar que “algo importante les ha ocurrido” . Cuando esta situación ocurre, recomienda indagar y conocer qué ocurre. A veces se logrará hablando directamente, otras veces con el entorno, supervisando sus redes sociales o su móvil, etc. «Es un proceso importante y necesario, ya que debemos conocer qué ha ocurrido. Este cambio no siempre está relacionado con un problema como el acoso o el ciberacoso (puede ser que simplemente se haya enamorado o le hayan roto el corazón), pero indagar sobre ese cambio de conducta es necesario para salvaguardar al menor».
A nivel general, señala que algunos indicadores emocionales pueden ser: la tristeza y el nerviosismo, la desmotivación sobre tareas que antes despertaban interés, no querer asistir al cole y/o llegar tarde, la ansiedad e irritabilidad frente a las pantallas, cambios de estados de ánimo repentino e, incluso, llorar ante las pantallas.
A nivel conductual indica que se puede observar que el menor tiene una obsesión por consultar el ordenador, o por alejarse de él, que muestra un cambio en las rutinas habituales y cambios físicos. A nivel social, lo más habitual es apreciar un repentino deterioro de las redes sociales de referencia entre iguales, aislamiento y pérdida de interés por otras actividades.
En general, matiza, «la etapa de la adolescencia es un periodo convulso y muchos cambios de este tipo no tienen que estar necesariamente asociados a problemas, por ello es necesario descartarlo a través de una adecuada preocupación parental y escolar».
¿Por qué es tan complicado que confiesen a sus padres que están siendo atacados? En el momento de descubrirlo, si es que no lo ha confesado, ¿cuál debe ser la primera reacción de los padres con su hijo? ¿Qué se le debe decir?
Desafortunadamente, en muchos casos, el primer indicador que detecta una familia es el último: la revelación. A menudo el menor ha ido dejando pistas de que está sufriendo (las hemos comentado arriba) y, por eso, es importante hacer caso (y tomar las acciones oportunas) desde las revelaciones de situaciones iniciales, antes de que avance la situación de acoso. Pero si el acoso ya está establecido, la revelación por parte del menor (o el descubrimiento por parte de la familia por otros medios como el centro o las amistades) es el momento en el que transmitirle cuatro mensajes clave:
1) “Te creo” ; para contrarrestar el pacto de silencio que ha debido generarse entre el grupo de iguales.
2) “Eres muy valiente por habérmelo dicho (o por haber aguantado eso)” ; para validar su experiencia y empoderar en la dirección de pedir ayuda.
3) “No es tu culpa”; para empezar a trabajar contra la culpabilización externa e interna.
4) “Vamos a buscar una solución para que vuelvas a sentirte bien”; (y hacerlo, para resolver el problema.
En resumen, “comunicación, evitación de la culpabilización y transmisión de confianza” son los primeros pasos que deberían darse.
Además, si se aparece una situación de revelación odescubrimiento de un caso de (cíber)acoso, debemos tener en mente y hacer llegar a las familias y centros educativos lo siguiente:
a) Es importantísimo actuar de manera proactiva desde la responsabilidad, evitando la culpabilización de la víctima.
b) Hay que nombrar la realidad que nos ocupa y llamarla por su nombre (acoso/ciberacoso), ya que esto no es juego y es necesario la toma de conciencia del problema.
c) Dar rienda suelta a la expresión de las emociones que genera en padres, madres y adultos de referencia de forma congruente emocionalmente. Legitimar la rabia como emoción protectora.
d) Favorecer la escucha desde la empatía, pero transmitiendo también los valores propios.
e) Intentar ampliar la red de apoyo del menor, que ha podido quedar limitada con esta situación.
¿Es correcto quitarle el móvil? ¿Resulta conveniente contactar directamente con el agresor?
En el ciberacoso se debe realizar una actuación inmediata encaminada a que el acoso cese a la mayor brevedad posible y se pongan en marcha todos los mecanismos para proteger a la (cíber) víctima. Las pautas exactas dependerán del caso concreto, pero suele ser de interés que, según el medio usado por el (ciber) acosador, impedirle que tenga un contacto directo con la víctima (por ejemplo, bloquearlo de su red social o de su aplicación de mensajería instantánea). Si es (cíber)acosador, debe eliminar a la víctima de sus contactos de forma inmediata para evitar que pueda seguir teniendo contacto con ella. Si se conoce quién es el acosador, se debe actuar poniéndose en contacto con él y con sus padres o responsables. Si se desconoce la identidad del agresor se deben denunciar los hechos a la plataforma digital para poner en conocimiento lo ocurrido y eliminar los comentarios ofensivos.
¿Cómo proceder a continuación?
Es imprescindible ponerse en contacto con el centro escolar, ya que puede haber otros menores implicados o afectados (especialmente si se descubre dentro del contexto del grupo de iguales que están en el mismo centro escolar), puesto que las probabilidades de que un caso de ciberacoso se relacione también con un problema de acoso escolar son muy altas.
De la misma forma es necesario que se pongan en marcha los protocolos oportunos de actuación y prevención a la mayor brevedad posible en el centro escolar.
En el caso de la (cíber)víctima es muy importante recoger y almacenar toda la información posible, ya que esto puede sumar al elenco de pruebas ante el centro escolar y, en caso de ser necesario, para poder denunciar. Dicha información debe ser recogida en forma de capturas de pantalla, «pantallazo» del dispositivo electrónico, ya sea del pc, móvil o tablet.
¿Están las familias suficientemente apoyadas administrativamente o legislativamente para afrontar este asunto?
En general diría que no. Muchas familias parten de la idea de “invulnerabilidad” de sus hijos o de ellas mismas pensando muchas veces que “estas cosas les ocurren a los demás” y a ellas no les va “a tocar”. Cuando ocurre, existe un gran desconcierto y es complicado que todo lo que hemos comentado en puntos anteriores se dé con sosiego y cautela.
Para las familias, el primer gran recurso y apoyo debe ser su centro escolar. En este sentido, diría que cada vez existe más sensibilidad y formación ante estas situaciones tanto en los equipos directivos como entre los responsables de convivencia, orientación escolar y el profesorado (en general). Existen protocolos de actuación en todas las comunidades autónomas sobre acoso escolar (y normalmente también sobre ciberacoso) que pueden ponerse en marcha cuando existe la pertinente denuncia. Es por esto que tenemos mecanismos para salvaguardar al menor, ya que su protección debe ser algo esencial.
No hay que olvidar que la educación es la vacuna social que tenemos para prevenir estos problemas y favorecer la resolución pacífica de los conflictos, así como para evitar la violencia en todos los ámbitos de la vida. En la familia, el centro escolar y la sociedad debería ser una misión clave.
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