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Coeducación (en la infancia) para conseguir la igualdad real (de mayores)

Los padres, cada vez más concienciados en educar a sus hijos desde pequeños para acabar con los estereotipos de género que los lastran de mayores

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Nieves Mira

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Rosa para ellas, azul para ellos. Deportes, cosa de chicos; manualidades, para chicas. Son solo un par de ejemplos de los estereotipos con los que la sociedad, tradicionalmente, ha definido cómo debe ser el día a día de los más pequeños , su desarrollo y su personalidad. Cada vez son más los padres y las escuelas que se tratan de cambiar esta realidad y de utilizar la educación para construir una sociedad en la que ser mujer no sea sinónimo de encontrar más obstáculos en el camino. Porque algunas veces son más dolorosas las barreras mentales que las trabas físicas.

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (la RAE) describe la coeducación como el acto de «enseñar en una misma aula y con un mismo sistema educativo a alumnos de uno y otro sexo». Sin embargo, esta definición queda lejos de la realidad actual, en la que, en un sentido mucho más práctico y global, se aglutinan todas aquellas enseñanzas que giran en torno al principio de la igualdad de géneros y la no discriminación por razón de ser hombre o mujer. Sería lo contrario a la educación diferenciada, en la que no se mezclan niños y niñas. En España, estos colegios segregados rondan los 160, y ninguno de ellos es público.

En la actualidad son muchas las iniciativas que apuestan por aplicar otro tipo de modelos educativos para conseguir concienciar desde la infancia de que tanto hombres como mujeres son iguales. «La coeducación es un modelo integral que debe ponerse en práctica tanto en el colegio como en casa, para educar en la igualdad de género, que se preocupa, por ejemplo, de que los patios del colegio sea inclusivos, que se visibilice a la mujer en la historia, etc.», explica Beatriz Pérez, directora de Va de cuentos . En este tipo de modelos, tanto los niños como las niñas pueden elegir a qué quieren jugar , conocen que los hombres también pueden expresar sus emociones, que la mujer no tiene que ser vulnerable solo por el hecho de serlo.

En todo este proceso tiene vital importancia tanto el lenguaje inclusivo como los juegos o los cuentos con los que crece una determinada generación. En el caso de las historias orales que se transmiten de generación en generación, se van adaptando y llegan diferentes versiones, «pero hay muchos cuentos que aún mantienen toques sexistas porque están enmarcados en otra época», reconoce Pérez. Según esta educadora, sí que habría algún cuento que pasaría el filtro sin tener que ajustarlo mucho: por ejemplo, la historia de Hansel y Gretel o la de Los tres cerditos. En este contexto, cada vez son más las empresas que se preocupan por aportar su granito de arena para disminuir la brecha de género existente en la sociedad. Es el caso de Sprinter, que se implica como parte de «la vuelta al cole» con talleres de coeducación para padres. Pero también colegios, centros culturales o instituciones públicas como el Instituto de la Mujer.

Estereotipos de género

Desde el ámbito universitario, María José Martín Rodrigo acaba de analizar cómo influyen los estereotipos de género aprehendidos desde la infancia a la hora de que los niños escojan qué carrera van a estudiar una vez que se han hecho mayores. Y su conclusión es concisa: afectan tanto a niños como a niñas , que se sienten coartados y presionados por estar a la altura de lo que se espera de ellos. «A los padres también hay que darles las herramientas necesarias, porque tienen que crear conciencia y según eliges los recursos educativos de tus hijos (los juguetes, las lecturas, las actividades extraescolares…) estás condicionando unos intereses u otros», explica esta profesora.

«Los padres tienen que comprender la importancia de educar en igualdad y cómo instalarlo dentro de determinados contextos. También para que luego en casa apliquen todo lo aprendido en la escuela», señalan desde Va de cuentos. Porque, al final, los niños copian y reproducen los comportamientos que ven en su casa, entre sus padres y familiares.

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