Victoria Arregui, poeta de 15 años: «Los colegios deben enseñar que la lectura no es aburrida, sino apasionante»

¿Cuándo empezaste a escribir?

Justo después de leer algún libro que me gustó mucho, hace ya varios años, cuando estaba todavía en Primaria. Primero escribí cuentos y después poesía. También microrrelatos, que son una mezcla de los dos. Escribir es pasar a la acción después de leer y es incluso más divertido, porque al escribir sucede lo que quien escribe quiere que suceda y se hace sentir lo que quien escribe siente.

¿De dónde nace ese gusto por la poesía?

Nace de la sorpresa de haber leído poemas breves que me transmitían muchas cosas. La poesía es la manera más corta e intensa de contar una historia. Es, además, una forma de sentir cosas que vivimos y que no vivimos. La poesía me gusta porque siempre es verdad, incluso cuando contiene historias imaginarias. También me gusta porque un buen poema es una explosión maravillosa de palabras.

¿Por qué crees que este género literario tiene tan pocos lectores infantiles y juveniles?

Porque la poesía de siglos pasados es muy elaborada y difícil de leer, pero desde el siglo XX la poesía se hace más fácil, más directa y comprensible. Los lectores infantiles y juveniles deberían descubrirla.

¿Consideras que en los colegios se debería cambiar la perspectiva a la hora de recomendar lecturas y de explicarlas en clase?

Sí, haciendo ver que la lectura no es aburrida como muchas veces se cree, sino que puede ser apasionante. Y eso es algo que no se enseña: la aventura y la diversión de leer. Por ejemplo, si un escritor viene a clase a hablar de su libro y nos contagia su alegría de escribir, a quienes no leen habitualmente les apetecerá más leerlo.

¿Qué te aporta a ti como adolescente escribir y leer poesía?

Me aporta estar en lo importante y no en lo trivial que a menudo nos traen las pantallas. La poesía guarda lo que permanece y en las pantallas todo es rápido y desaparece pronto. En el mundo actual para los adolescentes todo es rápido y fugaz. La poesía me aporta pensar en lo que nunca cambia porque es tan bello que no puede desaparecer. Además, la poesía es música y a mí me aporta mucho. Además de escribir toco el piano y el ritmo y los sonidos me hacen disfrutar. Otra de mis dedicaciones es dibujar y me aporta mucho el arte en general.

En esta época en la que las pantallas tienen enganchados a miles de jóvenes, ¿qué recomendarías para atraerles hacia la poesía?

Quizás podamos llevar la poesía a las pantallas, deberíamos intentarlo. Así la descubrirán y, después, la buscarán en los libros y en otros sitios.

¿Qué supuso ganar el año pasado la categoría infantil del Premio Jesús Serra?

La motivación para seguir escribiendo. No es importante que alguien te diga que lo que haces o lo que escribes está bien, pero si sucede, es muy motivador. Y, además, el premio hace que se lean mis textos y eso les da un sentido nuevo.

Este año, un nuevo logro en la categoría juvenil. ¿En qué consistía tu trabajo presentado?

Es la historia de un viaje que hice a Delfos, en Grecia, con mis padres y con mucha lluvia. Cuenta lo que sentía en el interior del coche y, además, lo que me imaginaba durante el viaje. Los viajes son lo que mejor me viene para imaginar, para aprender, para encontrar historias y, claro, también para escribir.

¿Qué aspiraciones profesionales tienes de cara al futuro, ¿o solo escribes como afición?

Seguiré leyendo y escribiendo, eso es seguro porque me resulta necesario, aunque aún no he decidido aún a qué me dedicaré profesionalmente.