Psicólogos y orientadores: así detectan problemas en las aulas
Se trata de profesionales cada vez más demandados en los centros escolares
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Belén Rodrígo
Madrid
El trabajo de los orientadores y psicólogos en las escuelas ha ganado un gran protagonismo en los últimos años. Trabajan de forma integrada con el equipo docente y dan apoyo tanto a profesores como a padres y alumnos. Por ello es muy habitual encontrar ... un departamento de orientación y/o de psicología en los centros concertados y privados, siendo una de las grandes reivindicaciones que pide la enseñanza pública.
«El gabinete psicopedagógico trabaja con nuestros alumnos y profesores, de forma individual y grupal, en la gestión de las emociones del día a día para afrontar de manera adecuada los conflictos que pueden aparecer en el centro», explica Laura Carrillo Menor, psicóloga y directora del departamento de Orientación del Colegio SJE. Colaboran con ella dos profesoras que son maestras terapéuticas, de las cuales una es también docente de audición y lenguaje; una maestra especialista en Infantil y pedagoga: y una profesora pedagoga. Realizan talleres de padres sobre temas como «atención, gestión de las emociones en casa, estrategias para aplicar normas y límites, técnicas de estudio...», resalta Carrillo.
También realizan charlas al profesorado sobre pautas en el aula, Trastorno del Espectro Autista, TDAH, dificultades de aprendizaje (dislexia, discalculia...), cómo realizar de manera adecuada un proyecto de patios, etc…». Por este departamento pasan todos los alumnos, ya que se hacen evaluaciones conjuntas por cambio de etapa. «A los estudiantes que tengan alguna dificultad se les ofrece una atención más individualizada», explica la psicóloga.
El Colegio San Luis de Los Franceses (SLF) cuenta con un departamento de Orientación en el que trabajan psicólogos y psicopedagogos. «Hace 20 años se empezó a integrar este departamento y ahora está muy normalizado entre alumnos y padres. No ayudar solo cuando hay una dificultad, sino hacer seguimiento», explica Ana Piñeiro, maestra psicopedagoga y psicomotricista, orientadora en el SLF de 1 a 8 años. Además trabaja la psicomotricidad temprana con los niños de un año «porque se detectan muchas dificultades».
En Infantil, el trabajo está muy orientado a la prevención. Se lleva a cabo un examen auditivo a los cuatro años y uno visual a los cinco. En Infantil es una función preventiva y utilizan las baterías psicopedagógicas «para detectar casos de altas capacidades o dificultades en el aprendizaje». Una vez al mes tienen una sesión de inteligencia emocional. A estas edades, «lo más habitual es detectar casos de dislexia y trastornos del lenguaje», resalta Piñeiro quien da apoyo de logopeda a los más pequeños. Para los alumnos de Primaria hay una logopeda externa que trabaja con los niños en la hora de la comida en el caso de que las familias quieran contratar sus servicios «facilitando la logística familiar». Esta maestra detecta mayor déficit de atención en los niños «por el uso de las pantallas». Además, con el Covid, «más alumnos necesitaron logopeda y hubo dificultades como salir a la calle, pero fue algo puntual», matiza.
Dolores Cabaleiro, psicóloga, se ocupa de la orientación desde 3º de Primaria hasta 1º de la ESO. A estas edades es habitual que se hayan detectado ya las dificultades de aprendizaje y «la parte emocional gana más peso». Las familias recurren mucho a los orientadores para afrontar situaciones como una separación o una enfermedad que puede afectar en el rendimiento. Además, en el día a día «hay muchos conflictos en las relaciones sociales porque pasan muchas horas juntos y les ayudamos a gestionarlos». En Primaria, los estudiantes tienen una acción tutorial una vez al mes «donde trabajamos la autoestima, empatía, usos y abusos de las nuevas tecnologías…» y cuentan con proyectos en los que participa todo el alumnado.
A partir de 2º de la ESO y hasta 2º de Bachillerato Alex Zapardiel, psicólogo, es el encargado de acompañar a los ya adolescentes. No es lo más habitual, pero se dan algunos casos en los que los estudiantes arrastran algunas dificultades de aprendizaje durante muchos años, que no se han detectado, «y te encuentras jóvenes desanimados, que no quieren estudiar. Han invertido mucho tiempo en los estudios, se han tenido que esforzar mucho más», resalta Zapardiel. En estas edades se combina la ayuda en el proceso de aprendizaje con el apoyo a la orientación académica y profesional, además de estar muy atentos a la salud mental de sus alumnos. «Apoyamos al profesorado en metodologías que pueden ser más fáciles para el alumno aprender. Podemos detectar dislexia, TDH, dificultades de comprensión lectora, de escritura… Y cuando pasa se avisa al profesorado», cuenta el psicólogo orientador. De esta forma se puede trabajar individualmente con los estudiantes y, por ejemplo, darles más tiempo en los exámenes. «Cuando tienen dificultades es normal que se desmotiven y suspendan», puntualiza. En estas edades cuentan con una hora a la semana de tutoría, con el tutor u orientador y «se trabaja autoconocimiento, autoestima, actividades sociales, prevención de acoso, gestión emocional…», añade.
A los alumnos de Bachillerato «les ayudamos a gestionar la ansiedad, los nervios y les preparamos para la EvAU. Les acompañamos en el proceso de técnicas de estudio, de trabajo intelectual», explica el orientador. La gran parte de los alumnos de SLF acuden a la universidad y, por ello, se da apoyo a la orientación académica y profesional. «Ayudamos a que conozcan mejor las profesiones y sus salidas profesionales», cuenta Zapardiel.
Desde el departamento psicopedagógico se trabaja muy de cerca con el profesorado para detectar posibles problemas a nivel psicológico. «Después de la pandemia se ha visto un cierto repunte en este sentido. Tratamos de detectar autolesiones, trastornos en la conducta alimentaria, depresión... Ayudamos en lo que podemos, acompañamos y, si es necesario, solicitamos la intervención de la familia», explica Zapardiel. «Hay mucha demanda de los padres en este sentido y también son los propios alumnos los que nos avisan si ven que algún compañero tiene un problema», añade.
En relación al uso de las Redes Sociales, aprecian que hay «alumnos con más dificultad para concentrarse, también a nivel escrito, y pobreza en el lenguaje», afirma el orientador de Secundaria. En el caso de los más mayores, «muchos llegan con sueño porque se acuestan tarde por estar conectados. No perciben el riesgo que tiene», matiza. También está el problema de «decir cosas en redes que no me atrevo a decir a la cara», subraya Dolores Cabaleiro. Y los más pequeños, «cada vez tienen menos paciencia y es más difícil conseguir su atención», asegura Ana Piñeiro.
Problemas más comunes por etapas
Infantil. En esta etapa es más fácil que los profesionales detecten casos de altas capacidades o dificultades en el aprendizaje. A estas edades, lo más habitual es descubrir dislexia y trastornos del lenguaje. Los colegios que cuentan con logopedas en el departamento de orientación y psicología trabajan con los pequeños estas dificultades. Otro de los focos está puesto en la psicomotricidad, ya que a través de los ejercicios que se realizan en el aula se pueden diagnosticar casos de inmadurez o disfunción de los patrones motrices, sensoriales, y de desarrollo que el cerebro utiliza para realizar estos aprendizajes.
Primaria. La parte emocional gana protagonismo y en los colegios se ofrece apoyo para afrontar situaciones difíciles para los niños, como puede ser una separación o la pérdida de un ser querido. Es importante realizar a estas edades pruebas visuales y de audición para asegurar que no presentan dificultades y pueden seguir bien el ritmo de las clases.
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Secundaria. A esta etapa pueden llegar niños a quienes no se les haya detectado correctamente dificultades en el aprendizaje. Es habitual que se desmotiven una vez que aumenta la carga de estudio. Son años en los que se trabajan igualmente la ansiedad y los nervios de cara a los exámenes. Y, además, se trata de detectar casos de autolesiones, trastornos en la conducta alimentaria y depresión.
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