Qué hay detrás de los niños que se 'portan mal' en clase

Agresividad, desobediencia y baja tolerancia a la frustración son respuestas frecuentes en el aula, donde hasta un 7 por ciento de menores tienen conductas disruptivas

Hilario Blasco, psiquiatra: «Hay que hacer las cosas bien, diagnosticar, medicar, hacer psicoterapia... Porque el TDAH mata»

ABC

¿Niños que se portan mal o tienen problemas de conducta? Para muchos profesores, es difícil diferenciar lo que hay detrás de la desobediencia reiterada a las normas y a la autoridad de determinados alumnos, la agresividad verbal o física hacia los compañeros y ... docentes, la baja tolerancia a la frustración, con reacciones desproporcionadas, así como actitudes rencorosas o vengativas que alteran la convivencia en clase y que cada vez son cada vez más habituales en el entorno escolar.

Aunque algunos casos corresponden a fases normales del desarrollo, cuando se intensifican y se mantienen en el tiempo pueden convertirse en un trastorno del comportamiento que, según los expertos, hay que abordar cuanto antes porque son problemas que afectan tanto al aprendizaje individual, como al clima escolar y familiar.

¿Por dónde empezar? Para el psiquiatra y doctor Hilario Blasco Fontecilla, director general de Emooti e investigador de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), los problemas de conducta «son un reflejo del malestar interno y no deben ser ignorados ni atribuidos a simple rebeldía».

Además, si no se interviene pronto, advierte este experto, «pueden condicionar el futuro académico y social de los menores». A su juicio, la escuela debería ser un espacio seguro «donde estas conductas se detecten a tiempo y se trabaje de forma coordinada con las familias y los profesionales de la salud. Solo así podremos evitar que se cronifiquen y afecten no solo al niño que las presenta, sino también al bienestar y la convivencia de toda la clase». Este doctor lo sabe bien porque lo ve a diario en el centro en el que trabaja, hasta donde llegan los niños destrozados por no haber sido comprendidos y atendidos en el momento en el que lo necesitaban.

No son pocos menores. En la actualidad, la prevalencia estimada se sitúa entre el 4,8 y el 7,4 por ciento en niños y entre el 2,1 y el 3,2 por ciento en niñas de entre 5 y 12 años. El asunto no es baladí, prosigue Blasco, para quien esta situación «requiere una atención urgente por parte del sistema educativo». Conscientes de este desafío, el Instituto de Salud y Bienestar Emooti, en colaboración la UNIR y la Universidad de Navarra han desarrollado una guía de buenas prácticas que orienta a los centros educativos en la detección y abordaje de los problemas de conducta en el aula.

La guía elaborada por estas tres instituciones destaca la importancia, sobre todo, de la identificación temprana. En Primaria, señala este psiquiatra, «conviene observar conductas como las discusiones frecuentes, las rabietas desproporcionadas o las acusaciones constantes para justificar errores, entre otras. En Secundaria, los signos de alarma incluyen comportamientos disruptivos persistentes que interfieren la dinámica de la clase, desafíos a la autoridad, o conflictos constantes que alteran la convivencia».

Para un abordaje integral, a este psiquiatra le gustaría resaltar por último la importancia de la coordinación centro escolar y familia: «Es vital una estrategia común y coordinarse estrechamente».

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