«Un móvil en manos de un menor puede ser un arma contra sí mismo y contra los demás»

«Si les ponemos en sus manos un móvil sin cualquier tipo de control o recomendación puede ser un arma contra sí mismo y contra los demás», recuerda Carmen Cabestany, presidenta de la Asociación No al Acoso Escolar (NACE) con motivo del III Estudio sobre la percepción del bullying en España, elaborado por Totto y Educar es Todo. El informe de este año, realizado sobre un total de 2.136 personas (padres, madres, menores y personal docente), pone el foco en el ciberbullying, el consumo de contenidos violentos por parte de los menores y el uso que realizan de los dispositivos conectados.

Llama la atención que el 53% de los menores de entre 5 y 18 años encuestados consideren que criticar a una persona en privado por internet no sea ciberbullying; que un 42 % tampoco considere que sea acoso online el mero hecho de insultar o que el 23 % no crea que publicar o distribuir fotos o vídeos de una persona en internet sin su consentimiento sea considerado como acoso. Y es que la diferencia que hacen entre lo privado y lo público para identificarlo como ciberacoso o no es muy grave.

Por eso, Cabestany insiste: «Hay que pensar muy bien qué tipos de tecnologías se regalan a los hijos. Hay que enseñarles cómo tienen que hacer un uso adecuado».

El ciberbullying se ha convertido en una realidad que sucede cada vez a edades más tempranas, debido al acceso que tienen los niños a las tecnologías, móviles, tabletas e internet. Las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías han supuesto que la Red se convierta también en un canal de agresión y acoso entre los menores españoles.

Según los datos de la encuesta, 1 de cada 5 niños afirma haber sido víctima de acoso escolar, principalmente mediante el maltrato psicológico (burlas, motes...), social (exclusión), verbal (insultos continuados) y físico. De ellos, casi el 11% asegura haber recibido acoso cibernético. Sobre este último aspecto, llaman especialmente la atención los datos de Asturias y Castilla y León, donde el 25% de los niños afirman haber sufrido ciberbullying, muy por encima de la media nacional.

Con todos estos datos, tiene mucho que ver el papel de la familia. De acuerdo con los resultados, en España los niños tienen su primer móvil a los 10 años, tres años antes de lo que las propias familias consideran apropiado. Incluso así, el 41% de los padres afirma no tener ningún tipo de control parental. De hecho, si se suman aquellos padres que lo tienen, pero no lo utilizan, el porcentaje asciende hasta el 65%.

A pesar de ello, el 84% de las madres y padres encuestados piensan que el teléfono móvil potencia el bullying y 3 de cada 10 afirma no estar al tanto de lo que hacen sus hijos desde el smartphone. Entre aquellos que sí comprueban los smartphones de los menores, un 19 % afirma haber encontrado contenido que no era adecuado para su edad y la mayoría considera que el consumo de contenidos violentos o inapropiados para la edad de los niños contribuye al acoso.

Actualmente, los adolescentes de entre 12 y 17 años pasan más de seis horas al día conectados a las pantallas, casi las mismas horas que están en el colegio. Los fines de semana el tiempo de uso de los dispositivos asciende hasta las 9 horas.

A pesar de que el móvil pueda convertirse en esa «arma» de la que habla Cabestany, el 34% de los progenitores creen que supervisan muy poco el contenido que ven sus hijos en series, películas, videojuegos o redes sociales. Si se hace la misma pregunta a los profesores, estos consideran que un 64% de los padres no está al tanto de los contenidos que consumen sus hijos en estas plataformas.

De hecho, un 85% de los docentes piensan que el hecho de que los padres no supervisen lo suficiente y dejen en manos de los niños los contenidos que ven en series, películas, videojuegos o redes sociales potencia también el bullying.

Ante este panorama, la figura del profesor, de los compañeros y de los centros educativos, resulta vital y más teniendo en cuenta que el 36% de los progenitores y el 43% de los docentes reconocen haber tenido constancia durante este año de algún caso de acoso escolar.

Sin embargo, de los casos identificados como bullying, un 54 % de los niños dice no haber recibido apoyo adecuado por parte de los profesores. Además, 6 de cada 10 niños afirma no haber tenido el respaldo por parte de sus compañeros, poniendo de manifiesto el peligro de la actitud pasiva.

El 70% de los progenitores y el 76% de los docentes creen que los profesores y centros educativos no están preparados para afrontar este tipo de conflictos. De hecho, casi el 30% de los docentes aseguran sentirse poco o nada preparados para tratar el acoso escolar. «La preparación de estos profesionales es muy necesaria para que puedan gestionar los casos», recuerda Leo Farache, director de Educar es Todo.

Lo que se mantiene igual que en años anteriores es la percepción que tienen los padres sobre los centros educativos: el 70% sigue creyendo que los colegios ocultan los casos con el fin de no ensuciar su imagen, una opción mientras que comparten el 45% de los profesores. Además, el 93% de los padres y madres creen que los progenitores de los acosadores tratan de ocultar, minimizar o justificar el acoso escolar que ejercen sus hijos.