Acoso escolar
«Me clavaron un boli en la mano y lo intentaron en el cuello»
Tras sufrir 'buylling' durante 12 años, Brian Giner ayuda ahora a otros menores que pasan por lo mismo que él y ha escrito el libro 'Golpeado, pero no derrotado' para concienciar sobre el grave problema del acoso escolar
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Brian Giner Sánchez tiene 23 años. Es enfermero, trabaja como locutor de radio y crea contenido en redes sociales. En ellas no habla de moda, de viajes o de restaurantes sino de acoso escolar. Y es que Brian sufrió durante 12 años burlas, ... insultos y agresiones físicas en los tres colegios por los que pasó, en los que prácticamente nadie de esos centros escolares hizo nada por solucionar el acoso escolar del que era víctima porque, aseguraban, solo eran «cosas de niños».
Pero él pensó en suicidarse. Se le pasaron por la cabeza llevar a cabo «varias locuras» que, por suerte, al final no realizó. «Me intentaron tirar por la escalera, me acorralaron entre varios en un lavabo para pegarme una paliza... Hasta me llegaron a clavar un boli en la mano y lo intentaron también en el cuello. Me defendí y me pusieron una falta muy grave de expulsión. ¡Me expulsaban a mí pero no a la otra persona!», relata en esta entrevista con ABC.
Hoy es autor de 'Golpeado, pero no derrotado' y acude, junto a los Mossos d'Esquadra, a diferentes colegios para hablar del bullying, visibilizar la problemática y ayudar porque, según él mismo asegura, «tenemos mucho trabajo por hacer ya que esto no cesa».
-¿Cuándo y cómo empezó?
En 1º de Primaria (6 años) y lo sufrí durante 12 años debido a mi físico en aquel momento y también por una desviación que tenía en el ojo derecho que me provocaba estrabismo. La palabra por excelencia que utilizaban en aquella época era bizco.
-¿Recuerdas ese primer momento en el que se metieron contigo?
Tanto como el primer momento no, pero sí que te podría decir que teniendo cinco o seis años, ya empezaron pequeñas señales como la marginación, el empujar... cosas que cuando eres pequeño no te das cuenta porque crees que son normales y la gente siempre dice que son 'cosas de niños' pero no lo son. Cuando te vas haciendo adulto empiezas a ser consciente de que esos pequeños detalles no son bromas.
-¿Cómo te das cuenta de que esas primeras señales iban más allá?
Antiguamente no había un protocolo establecido en cuanto al acoso escolar y vivimos en una época en la que, aparte de que es todo tecnológico, también tenemos la manía de etiquetar. Y el bullying es una etiqueta más. Yo lo denuncié y me cambié de centro tres veces. Mi familia intentaba solucionarlo con el diálogo, iban al colegio a hablar con los directores, profesores... Decían que hablarían con los niños y que tratarían de hacer algo.
-¿Tres veces te has tenido que cambiar de colegio?
Hasta 5º de Primaria estuve en un mismo centro en Barcelona. Entonces, el acoso escolar que sufrí era sobre todo psicológico: insultos, más marginación, se reían de mí... Por esa presión, y algún que otro empujón, decidí realizar un cambio tras hablar con mis padres. Me pude abrir a ellos y les conté lo que me estaba pasando. Hablaron con el centro y poco más.
Nos mudamos a otra localidad más al interior de Barcelona, donde empecé en otro centro para acabar 6º de Primaria. Y ahí ya empezó un poco más el bullying físico: agresiones, persistieron las amenazas, los insultos... De hecho, me intentaron tirar por la escalera a mí y a un compañero.
Y en el último colegio en el que estuve, desde 1º a 4º ESO, fue el más brutal porque seguía el acoso psicológico y el físico se hizo más grande. Me tiraron una mochila por una ventana, me rompieron todos los libros, me pisotearon un zumo en la mochila, me acorralaron entre varios en un lavabo para pegarme una paliza... Hasta me llegaron a clavar un boli en la mano y lo intentaron también en el cuello. Esa época fue la peor.
«Lo denuncié y me cambié de centro tres veces. Decían que tratarían de hacer algo»
-Ante esto, ¿qué respuestas os daban los directores de estos colegios a ti y a tu familia?
Hemos tenido tres diferentes. En el primer centro nos dijeron a mí y a mis padres que no creían que el problema fuera tan grande, que serían las típicas bromas de niños. No se hizo ninguna mediación ni se trató de solucionar el problema. Por entonces, ante un caso de acoso escolar, tenían la manía de coger a la víctima y al acosador y meterlos en una sala a hablar. Esto es un error. Ahora, por suerte, la mediación se hace de manera separada.
- Del segundo centro también te vas. ¡Y te intentaron tirar por la escalera!
Sí, a mi y a un compañero con parálisis cerebral. De hecho, lo intentaron un par de veces. Los dos hicimos mucha piña porque con él también se metían. Nos lo hicieron pasar bastante mal. Intentaban avergonzarnos delante de todo el colegio.
- ¿Y nadie se dio cuenta de nada? ¿Nadie vio nunca nada?
Sí, sí que lo vieron. De hecho, se intentó mediar pero era cuando el acoso cesaba y de repente volvía de una manera en la que sabían perfectamente que el centro no iba a hacer nada. Además, si yo lo contaba, los agresores lo magnificaban todo y recibía amenazas de 'no lo hagas', 'te voy a matar', 'te voy a perseguir', 'voy a ir a por ti'.... Era ciberbullying: recibía los mensajes a través de redes sociales. Cuando eres un crío y recibes este tipo de cosas, ya no solo es que no tengas ganas de pedir ayuda, sino que encima te meten miedo.
- Y en el último colegio, ¿qué pasó?
Se trataba de un instituto. Sí es verdad que hubo algún profesor y alguna profesora que me ayudaron muchísimo y que actuaron muy bien. Pero la frase que me dijo el director fue: «si te pegan, pégales tú. Y si te insultan, insúltales tú».
- Menudo ejemplo...
Efectivamente. Alegaba que si hacían violencia, tú la hicieras también. O sea que la manera que tenía de protegerme era agrediendo. Lógicamente no es la manera. Y la única vez que me defendí fue porque me clavaron un boli en la mano, pero lo tuve que hacer porque pensé que si me quedaba quieto, me mataban.
«El director me dijo: 'si te pegan, pégales tú. Y si te insultan, insúltales tú'».
- Te defendiste y encima... ¿no te echarían la bronca?
Sí, de hecho me pusieron una falta muy grave de expulsión. Mis padres hablaron con el centro. ¡Me expulsaban a mi pero no a la otra persona! El acoso escolar se trataba muy poco por entonces.
- Es muy importante, y difícil, contar que uno sufre acoso escolar. Los expertos aconsejan contárselo a alguien siempre. ¿Tú lo hacías?
Sí, se lo conté a mis padres, pero tardé un poco porque como todo el mundo te decía «son cosas de niños», al final te lo acabas creyendo. Y cuando eres tan pequeño, asumes también todo lo negativo que te dicen cada día, haciéndote más pequeño. Al final te crees tanto todas las mentiras que las implementas en tu día a día. Pero cuando te vas haciendo adulto, vas viendo que hay una marginación real y que hay un problema.
- ¿Crees que tus acosadores tenían alguna dificultad, carencia...?
Sí que es verdad que tenían problemas sociales grandes y también personales. Creo que la manera que tenían de descargar toda esa furia era haciendo lo mismo que veían en casa pero en el aula. Al final lo ves normal. Los niños copian lo que ven en su entorno y si ven violencia... Es muy complicado. Yo hoy, en mis charlas, me doy cuenta de que los perfiles de los acosadores son prácticamente los mismos que yo tuve.
- ¿Qué es lo que ves en los colegios hoy? ¿Ha cambiado el acoso escolar en algo?
Hay muchos centros que me dicen que no hay bullying y otros que sí. A estos últimos voy siempre con los Mossos d'Esquadra. Empezamos hablando de los problemas que hay, hablamos del acoso escolar, los agentes tratan el aspecto legal y yo cuento mi experiencia. Y ves claramente quién es la víctima, los agresores, los observadores, quiénes son el grupillo...
Lo que hoy es diferente son los guardias del patio, una figura que se adjudica a dos o tres alumnos y van observando. En el momento que ven algo, cogen un papel lila, que es anónimo, lo meten en un buzón y entonces empieza una mediación. Y a mí eso me parece espectacular.
- Algo se ha avanzado, ¿no?
Sí. Pero en mi época casi no había móvil. Hoy, el bullying ya no se queda en el aula, te lo llevas a casa. Actuar sobre el ciberbullying es muy complicado. Estamos empeorando en el acoso por la Red. Aún tenemos mucho trabajo por hacer porque esto no cesa.
- ¿Cuál es el papel de la familia?
Si es una familia estructurada, primordial. Yo creo que es el pilar más fuerte. Para mí, mis padres han sido claves. Cuando doy charlas, hay menores que me dicen que sus familias no están bien, que están incompletas... Si no, siempre están los amigos, gente en la que puedas confiar de verdad. Estos pequeños apoyos son fundamentales para mantenerte.
- ¿Pensaste en quitarte la vida?
Sí. De hecho, me hice un corte y tuve ideas de hacer locuras.
- Y eso que te decían que eran 'cosas de niños'... ¡Qué punto de desesperación para que un menor llegue a pensar eso!
Claro, yo lo entiendo porque lo he pasado. Comprendo también que la gente desde fuera no entienda cómo un niño de 12 años tiene este tipo de ideas y esté pensando en suicidarse. Es una locura. Pero yo que he sufrido acoso escolar sí entiendo a ese menor que piensa eso. Al final acabas creyendo que tú eres el problema y de que te quieres quitar de en medio porque crees que así va a ir mejor para todos, cosa que no es así. El problema no eres tú, son los que están haciendo el acoso escolar. Debería haber bastantes psicólogos en los colegios que atendieran de manera individual a los menores.
«Piensas que tú eres el problema y de que lo mejor para todos es quitarte de en medio»
- ¿Se supera el acoso escolar?
Creo que se convive con él. Yo lo mantengo muy a flor de piel, hablo constantemente de ello, de hecho tengo tatuado el título del libro. Ha sido una de las peores etapas de mi vida, pero a la vez me está dando muchas cosas positivas hoy porque estoy ayudando a muchísima gente. Se supera, pero tardas muchísimo, sobre todo lo psicológico. Lo físico se repara, pero lo psicológico perdura en el tiempo.
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- ¿A qué señales tienen que estar los padres atentos para detectar que su hijo puede estar siendo acosado?
Yo creo que uno de los puntos claves es ver que cambia completamente su forma de ser, actúa de otra manera... Puede que sea solo la típica pelea entre amigos, pero hay que estar atentos. Al igual que hay que estar muy alerta con los móviles, a su actividad. Si ven que empiezan a cesar en estudios, en notas, en su comportamiento, que empieza a ser un poco reacio... algo pasa.
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