Laura Núñez: «En general una familia es incapaz de responder, por ejemplo, cuál es su gasto anual de transporte»
Entrevista con la directora del Observatorio del Ahorro Familiar (Fundación Mutualidad Abogacía) y Fundación IE
Madrid
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Iniciar sesiónMuchas son las familias que se encuentran todavía de vacaciones pero con la vista puesta en los gastos que comporta la vuelta al colegio de septiembre y en el difícil otoño que se avecina. Para Laura Núñez, directora del Observatorio del Ahorro Familiar (Fundación Mutualidad Abogacía ... y Fundación IE), este es, sin duda, un buen momento para sentarse a reorganizar muchos de los aspectos que conlleva la economía del hogar.
-Si la familia no tiene un presupuesto familiar, ¿Es sin duda el momento de sentarse a hacer uno? ¿Qué cosas debería incluir? etc.
-Sin duda es el momento. El presupuesto familiar es una herramienta que todas las familias deberían emplear para gestionar financieramente su hogar, aunque los datos indican que solo una de cada tres lo hace (datos del OAF de 2021 basados en una encuesta representativa de la población española). La recomendación es por tanto ponerse manos a la obra cuanto antes. El presupuesto familiar debe tener dos partes, la de ingresos previstos y la de gastos previstos y el primer paso es realizar una estimación de los ingresos que obtuvimos el año anterior y los gastos en los que empleamos dichos ingresos.
La estimación de los ingresos es bastante sencilla para aquellas familias cuya principal fuente de ingresos proviene del salario de sus miembros cuando estos trabajan por cuenta ajena y tienen contratos indefinidos. Para las familias cuyos ingresos dependen de la evolución de un negocio (por ejemplo, autónomos) resultará más incierta la estimación de los ingresos.
Realizar una buena previsión de gastos siempre es complejo y debe partirse de una estimación de lo gastado el año anterior en cada una de las grandes partidas que conforman el gasto de los hogares (alimentación, alquiler y suministros, seguros, impuestos, transportes, reparaciones y mantenimiento de vivienda y automóvil, educación, salud, menaje, vestido y calzado, y vacaciones y ocio). Si pagamos la mayoría de los gastos con tarjetas bancarias, podemos revisar los extractos mensuales del último año para ver cómo se han repartido los gastos entre los diferentes epígrafes; si somos de los que sacamos del cajero y no vamos apuntando en que gastamos cada euro, es hora de empezar a hacerlo para poder tener una idea de cómo se distribuyen nuestros gastos. A medida que vayan transcurriendo los meses iremos teniendo una foto más completa de nuestra estructura de gastos.
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-¿Es este el mejor momento para sentarse y ver de qué podemos prescindir?
-Siempre es buen momento, pero en coyunturas complejas como la actual es imprescindible sentarse y ver cómo se van a afrontar los cambios que el nuevo contexto implica.
Hay determinadas partidas que indudablemente es fácil reducir. Seguro que muchas familias (salvo las que tienen hijos en edad de crecimiento) podrían sobrevivir un año con la ropa y el calzado que ya tienen, o con el menaje del hogar del que disponen en sus casas. Sin embargo, hay otras partidas que será imprescindible mantener o iniciar: si nos ha aumentado la graduación de la vista tendremos que comprarnos unas gafas o lentillas nuevas.
Estas acciones las podemos llevar a cabo incluso sin conocer nuestra estructura de gastos, pero lo que de verdad marca la diferencia es optimizar nuestra vida desde le punto de vista financiero manteniendo un equilibrio coherente con nuestros objetivos de vida. Para ello, debemos empezar por conocer el presupuesto «ejecutado» el pasado año por el hogar, es decir que porcentaje de gasto se ha ido en cada una de las grandes partidas. Si preguntamos a un hogar cuál es el gasto anual en transporte de todos los miembros de la familia (seguros de automóvil, mantenimiento y reparaciones, aparcamiento, gasolina, impuestos, tarjetas de transporte, etc.) en general, es incapaz de responder, porque no lo sabe. No se han parado nunca a hacer los cálculos.
Es imprescindible ser conscientes de cómo influyen nuestras pautas de vida en las finanzas del hogar para poder valorar si queremos o no, o si nos compensa o no, cambiar dichas pautas. Para ello necesitamos saber el impacto financiero que tienen nuestras acciones, ya que ello nos permitirá valorar alternativas. ¿Qué ahorro supondría en transporte vivir en un barrio mejor comunicado por metro? ¿Me supondría un ahorro cambiar de barrio a otro con alquileres más bajos a las afueras, aunque tuviese que pagar algo más en transporte?¿Cuánto podría ahorrar reduciendo algunos de los gastos de ocio a través de alternativas que no impactan apenas en mi nivel de satisfacción? ¿Qué supondría este ahorro a lo largo de los años? ¿Prefiero gastar más en ocio a lo largo del año, o hacer un esfuerzo y reservarlo para permitirme unas vacaciones mejores o para reformar la casa o para financiar un curso de desarrollo profesional?
-¿Es posible que sea un buen momento para revisar hipoteca? ¿Quizás compensa ahora solicitar plazo fijo?
A mí siempre me han gustado las hipotecas a tipo fijo, salvo cuando los tipos de interés han estado por las nubes. Es cierto que pagas algo más, pero tienes la certidumbre de que el pago no va a cambiar nunca y eso, cuando se trata de un producto cuya vida media se sitúa en los 25 años es muy importante.
Hemos tenido un periodo largo de tipos de interés inusualmente bajos, alimentado por una política monetaria expansiva. Tanto, que se ha dado el absurdo de que en algunas economías (incluida la española) los tipos de interés de la deuda pública a plazos largos han llegado a ser negativos. En diciembre de 2021 el Estado español obtuvo financiación a 10 años, mediante emisiones de deuda pública, a tipos de interés negativo. Esto significa que el inversor que le presta dinero al Estado, en lugar de recibir una compensación, paga por ello. O visto de otra forma, que el Estado cuando recibe dinero prestado no solo no tiene que pagar por este, sino que además recibe una prima.
Parece que este periodo está tocando a su fin, y yo sin duda, si tuviese una hipoteca a tipo variable la pasarla a fijo, antes de que los tipos de interés suban más. Para ello, analizaría las diferentes ofertas del sector bancario de hipotecas a tipo fijo y en función del coste que pueda suponerme el cambio a otra entidad bancaria, negociaría con mi entidad o con otras.
-¿Cuáles son las recomendaciones que harían a las familias de cara a septiembre, y este otoño que parece que va a ser complicado?
Yo les daría dos recomendaciones:
La primera que dediquen un poquito de su tiempo en vacaciones a estimar el presupuesto del hogar que han ejecutado durante el curso escolar anterior y a conocer su estructura de gastos (la de ingresos es más obvia), así como a reflexionar sobre cómo pueden optimizar para el próximo año (o incluso en un futuro a más largo plazo) la gestión del hogar desde el punto de vista financiero, teniendo en cuenta no solo el hoy, sino también el mañana.
La segunda que dediquen tiempo durante el año, empezando ya en agosto, a la gestión de sus finanzas siguiendo estas pautas. Primero, se debe llevar un recuento mensual de los gastos y si en un mes se produce un exceso, tratar de compensarlo al siguiente con algún ahorro. Segundo, hay que plantear un objetivo de ahorro trimestral, o anual razonable según la situación de cada familia. Tercero, se deben buscar y analizar alternativas de productos de ahorro que se adecuen a cada hogar, en base a su plazo de inversión, a sus necesidades futuras, a la fase del ciclo vital en la que están los miembros de la familia, etc.
Con la previsible subida de tipos de interés, los seguros de ahorro-vida aumentarán su atractivo financiero-fiscal, por lo que van a ser una buena alternativa.
Los fondos de inversión también son una buena opción. Una recomendación a tener en cuenta es que se debe invertir en ellos poco a poco, nunca de golpe y a ser posible diversificando los ahorros en diferentes fondos. De esta forma se suaviza la volatilidad de precios que estos productos de inversión tienen y se va ganando experiencia de inversión, lo que repercutirá positivamente en nuestra gestión futura de los ahorros.
-Además, las familias se encuentran con un gasto extra e ineludible de esta época: libros, uniformes, extraescolares. ¿Hay alguna manera de ahorrar en este sentido?
-Efectivamente para muchas familias supone un esfuerzo importante y su única alternativa para abaratar costes, es tratar de comprarlos de segunda mano a alumnos de cursos anteriores. Los colegios deberían ser sensibles a este problema y ayudar a coordinar iniciativas en este sentido. Por ejemplo, los colegios franceses tienen un sistema de préstamo de libros escolares a los alumnos, que funciona de forma que el colegio adquiere los libros a un precio reducido a alumnos que los han comprado en el mercado y usado durante un curso y están en buen estado y se los presta a nuevos alumnos por un precio muy reducido. Los nuevos alumnos se comprometen a cuidar el material para devolverlo a final de año y que pueda ser rehusado de nuevo el curso siguiente por otros alumnos que los adquieren en préstamo, y así sucesivamente. La cantidad que una familia se puede ahorrar mediante este sistema es significativa, y además se promueve la economía circular y la preservación por tanto del medio ambiente. Lo mismo se puede hacer con los uniformes y vestimentas deportivas.
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