Especial colegios
Así es el aprendizaje en valores más allá del aula que aborda desafíos sociales
Muchos colegios se suman a diversas actividades que despiertan en los alumnos una visión solidaria de ayuda a los demás
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Cada año son muchos los centros educativos que realizan actividades solidarias que, además de suponer una cooperación esencial para la sociedad, enriquecen a los alumnos en valores como la solidaridad, la empatía, les hace comprender realidades muy diferentes y les conciencian sobre la importancia ... de ayudar a quienes más lo necesitan. Muchas ONG desarrollan programas de sensibilización dentro del ámbito educativo y actividades en las que se implican alumnos que con pequeños gestos como mercadillos, carreras, torneos o recolectas ayudan a estas entidades a conseguir fondos y a tener visibilidad. Pero no solo eso, además de estas colaboraciones, muchos programas abordan auténticos desafíos sociales mejorando la vida de miles de personas cada año.
«La solidaridad se aprende cuando se ejerce, pero la empatía, el compromiso, el compañerismo y ponerse en el lugar de otro, también se puede realizar de una manera divertida, huyendo del dramatismo y de la urgencia que tienen muchas realidades sociales. Hay que asociar la solidaridad a lo positivo», explica Marisol Paniagua, responsable de proyectos solidarios con Centros Escolares de Save the Children, quien lleva más de veinte años colaborando con colegios. Hoy son más de 2.400 los centros y 600.000 alumnos comprometidos con «Kilómetros de Solidaridad», carrera escolar de esta entidad en favor de los derechos de la infancia y con la que el año pasado recaudaron más de un millón de euros. Sin embargo, Paniagua aclara que no solo se trata de un fin recaudatorio: «Con anterioridad se trabaja en el aula la sensibilización, les aportamos materiales con los que los docentes transmiten valores. Los centros son solidarios y cada vez tienen más proyectos externos e internos relacionados con causas sociales acordes a su proyecto educativo y en las que cada vez tienen mayor voz los alumnos».
El aprendizaje-servicio es un enfoque pedagógico en el que aprenden a la vez que realizan actividades donde se tenga una necesidad. En él es importante que el proyecto tenga un aprendizaje relacionado al curriculum para que no quede en un mero servicio comunitario. Algo que conocen bien los alumnos del colegio La Milagrosa en Alberic (Valencia): «Gracias a nuestro proyecto intergeneracional 'Creciendo Juntos' los alumnos viven experiencias vitales con los mayores de la Residencia (que dirige Paloma Jorqués) formando una potente comunidad que va más allá de lo académico. Es un aprendizaje de valores vivencial», explica con entusiasmo Isabel Ferragud, directora del centro quien señala la importancia de este beneficio mutuo. «Los niños se acercan a la realidad de las personas mayores, y ellos vuelven a recordar su infancia. Conocen una realidad diferente porque muchos de sus abuelos son personas activas, que van a buscarles al colegio, pero en la residencia hay ancianos con poca movilidad o con problemas cognitivos que aunque no pueden interactuar sienten cuando los niños les dan la mano, les sonríen o saludan. Queremos transmitir y potenciar una visión positiva de la vejez y es también una manera de abordar uno de los grandes desafíos sociales de hoy: la soledad de los mayores. Los alumnos se sienten felices porque son conscientes de que, aunque sea con esos pequeños gestos, están mejorando sus vidas.
La historia de este centro educativo se remonta a 1877 y es la Fundación Santo Hospital y casa de Enseñanza, la titular del Colegio y la Residencia La Milagrosa. «La colaboración con la residencia empezó en 2015 y no lo vamos a dejar, tenemos un calendario anual organizado para que todos los alumnos realicen talleres en la residencia. En ellos trabajan las emociones, la atención, la memoria, el lenguaje, la psicomotricidad, la concentración… En el de nuevas tecnologías, por ejemplo, llevan su tablet y entran en Google Earth y juntos buscan el pueblo donde vivían, localizan su calle y así aprenden competencias digitales». Pero, además, algunos mayores visitan el colegio y participan en las actividades del centro o en cuentacuentos para los más pequeños.
Un curso en familia
«Cada vez más las familias preguntan por los valores del centro por encima, por ejemplo, del nivel de inglés o de los resultados conseguidos en la EBAU», reconoce Mª Ángeles Quesada, directora del Colegio San Ignacio de Loyola en Torrelodones (Madrid), quien señala que «el desarrollo de la empatía para ponerse en la piel de otro y tratar de entender sus porqués, es algo que fomentamos en nuestros alumnos». Este centro cuenta con proyectos como la casa de acogida Fratelli Tutti para jóvenes socialmente desfavorecidos, patios inclusivos y es referencia en atención a la diversidad: «La escuela es un lugar de encuentro, diálogo, inclusión y acogida», señala. Por ello, es uno de los colegios que participan en el programa «Un curso en familia» con el que menores de entre 7 y 17 años que viven en residencias pueden pasar un curso escolar en una familia de acogida. «Realizamos reuniones informativas, lo fomentamos en nuestros eventos y lo comunicamos a través de la plataforma con los padres y también en las aulas para que cada vez más alumnos y familias conozcan este programa», explica Mª Ángeles.
El beneficio de este acogimiento en los niños «provoca una regulación emocional, subida de ánimo, una mejora académica, pero sobre todo seguridad y tranquilidad en su vida, y gracias a que no se sienten en estado de alerta pueden desarrollar otras habilidades, no solo académicas, sino de relaciones sociales. Y el beneficio para la familia también es enorme», señala Cristina Herrera, orientadora del centro para quien el colegio tiene un papel clave a la hora de transmitir valores y que los alumnos y sus familias conozcan realidades que, aunque pasan desapercibidas, las tenemos muy cerca».
Solidaridad todo el año
La inmensa mayoría de los centros escolares participan en múltiples iniciativas. Uno de esos colegios que realiza la carrera Kilómetros de Solidaridad es el colegio Engage Independent School en la localidad madrileña de Majadahonda. «Nuestros estudiantes son ante todo alumnos felices con una gran educación en valores que llevarán a gala durante toda la vida», señala su directora, Remedios López. Y no es para menos, colaboran con Save The Children, Unicef, Aldeas Infantiles y Banco de Alimentos. «Somos un colegio solidario todo el año. Además de campañas con importantes y diferentes ONG, hacemos recogidas de alimentos para la parroquia de San Ramón Nonato en el barrio de Vallecas (Madrid) y en junio realizamos nuestra Engage Summer Charity Fair (con mercadillo solidario) en la que hay actividades muy diversas al aire libre, stands con comida, bebidas, helados, concursos... donde toda la recaudación es donada a diferentes ONGs que trabajan por el cáncer infantil. Es un evento solidario en el que nos reunimos toda la comunidad educativa con un doble objetivo: disfrutar de una jornada divertida en familia y obtener fondos con fines benéficos para ayudar a niños que están en situaciones de riesgo y enfermedad. Además son los alumnos quienes seleccionan las ONGs a las que apoyamos», relata Virginia Vicente, responsable de marketing.
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Además, los alumnos de Secundaria y Bachillerato realizan el programa de voluntariado Engage Development Award, con el que visitan residencias de ancianos, niños con cáncer en hospitales y comedores sociales. Todas las horas de trabajo social y los proyectos quedan recogidas en el portfolio del alumno. Y, por supuesto, no falta la ayuda humanitaria dependiendo de las necesidades que vayan surgiendo. «En el tiempo de acción tutorial –prosigue Virginia– estamos informando a nuestros alumnos para que tomen conciencia de las necesidades de los demás y despierten en ellos el valor de la solidaridad y de la colaboración. Nuestros estudiantes trabajan a diario para comprender la necesidad y el sufrimiento de personas cercanas a nosotros, y no sólo ellos, porque las familias también participan en todas las actividades».
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