Con cuánta antelación hablar a tu hijo de la vuelta al cole según su edad

Según Bárbara Zorrilla Pantoja, especialista en Psicología sanitaria y social en el Centro Psicoterapia Integral y miembro de Top Doctors, la opción más recomendable es recordarles la vuelta al cole aproximadamente entre una semana y diez días antes de que comience el curso escolar. «Será tiempo suficiente para que puedan ir progresivamente aceptando la situación y prepararse mentalmente para ella. Aunque va a depender de cada niño, y del momento evolutivo en el que se encuentre, es importante comentarlo con tiempo de antelación para no generar ansiedad, sin que sea demasiado pronto (ya que puede parecerles lejano), ni dejarlo para el último momento (y que no dé lugar a hacer una transición adecuada).

En la etapa Infantil, de los 3 a los 6 años, la anticipación les va a dar seguridad, pero el anuncio debe ser más inmediato y hablar con ellos como mucho 5 días antes, ya que tienen un concepto de tiempo muy abstracto y les resulta difícil comprender términos como «la semana que viene». Cuanta más concreta y visual sea nuestra explicación mejor (por ejemplo, si faltan 4 días, marcar 4 soles en el calendario). Lo más recomendable es ir estableciendo rutinas de forma paulatina respecto a horarios, sueño, alimentación… También es aconsejable usar cuentos sobre el inicio o la vuelta al cole.

En la etapa de Primaria, de 6 a 12 años, sí se recomienda empezar a hablar entre 7 y 10 días antes, con esta edad ya entienden el paso del tiempo, lo que les va a permitir beneficiarse de un periodo de antelación más estructurado y minimizar la resistencia a los cambio. Igualmente, necesitarán ir recuperando sus horarios de sueño y comidas, igual que los hábitos y actividades que realizaban el curso pasado. También es muy recomendarles motivarles para el inicio del curso, hablando sobre las ilusiones que tienen, lo que más le gustó el año pasado, las ganas de volver a ver a sus amistades o establecer otras nuevas, sin olvidarnos de los posibles miedos que tengan, para poder neutralizarlos y acompañarlos en el proceso de afrontamiento.

Las familias suelen 'pintar' una vuelta al cole de color de rosa, en la que todo va a ser maravilloso. ¿Deberían ser más realistas y explicar que va a suponer un esfuerzo?

En la vuelta al cole, al igual que en el resto de aspectos que afectan a la vida de nuestros hijos debemos ser realistas y no idealizar situaciones que también pueden tener aspectos negativos y que no debemos obviar porque, si lo hacemos, van a llegar menos preparados y, porque si llegan esperando que todo sea maravilloso y luego no es así, pueden experimentar una disonancia, perderán oportunidades de aprender gestión emocional, y lo que es peor, pueden perder la credibilidad y la confianza en nosotros.

Tampoco se trata de pintárselo todo negro, porque tampoco es real, sino de ser honestos, auténticos, validar sus preocupaciones, sus emociones y sintonizar con ellos. Esto es lo que realmente les ayudará a regular sus emociones, el aceptar lo que sienten, nombrarlo, y acompañarlos a transitar esas emociones. Además, les ayudaremos a fortalecer su autoestima y seguridad emocional a la hora de enfrentar futuros retos y les da confianza en sí mismos y en nosotros.

Por ejemplo, si nos quedamos en frases del tipo «¡Qué alegría volver al cole, verás que todo será genial!» pero no se nombran emociones muy frecuentes en esta etapa como la frustración y tristeza porque las vacaciones se han acabado o el nerviosismo o preocupación por una situación novedosa, es muy probable que se sientan incomprendidos, o incluso que puedan llegar a pensar que tienen algún defecto porque no se sienten tan felices como se supone que deberían sentirse. Es mucho más recomendable usar frases como «empezar el cole tiene cosas muy buenas, como reencontrarte con tus amigos, pero también hay otras que pueden costarte, como madrugar o hacer deberes que requieren esfuerzo». También preguntarles directamente como se sienten, y validar esa emoción con frases del tipo «es normal que te sientas un poco nervioso o incluso triste, vamos a ir viendo juntos cómo se van dando las cosas.»

¿Cómo plantear un mayor control de las pantallas?

Dado que cada vez hay mayor evidencia empírica sobre cómo las pantallas afectan negativamente al desarrollo evolutivo infantil, a todos los niveles (emocional, cognitivo, social, físico…), es imprescindible que tengamos en cuenta una serie de pautas para minimizar sus riesgos y optimizar su potencial.

El momento del inicio del curso resulta una gran oportunidad para poner en marcha estas pautas y renegociar normas y horarios si ya existían, y que dependerá de la edad de cada niño o niña.

Es general, vamos a acompañarlos en los cambios, anticipándoles la puesta en marcha de nuevas normas si coinciden con la etapa escolar, y siendo muy claros y concisos con esas normas, que tendrán que ser consensuadas según vayan siendo más mayores, acordándolos de forma conjunta. Para ello, hay que establecer horarios y límites claros de tiempo de uso del móvil, valorar el uso de herramientas de control parental, brindar actividades alternativas, al aire libre y con amistades, y priorizar contenidos adecuados como programas educativos o aplicaciones interactivas que fomenten el aprendizaje.

¿Qué aspectos se deben tener en cuenta para cuidar la salud mental según si el hijo es pequeño o si es adolescente?

Es esenciar atender a la salud mental en la infancia y la adolescencia, ya que de ella dependerá su bienestar y su desarrollo presente y futuro. De forma general, desde la más temprana infancia vamos a ayudar a nuestros hijos a construir una autoestima adecuada y a validar, identificar, y gestionar sus emociones, ayudándoles a comprenderlas y canalizarlas. Además, podemos poner en marcha diferentes estrategias que irán variando en función de la edad.

En la primera y segunda infancia nos enfocaremos en promover un entorno seguro y lleno de afecto, con rutinas predecibles que les den seguridad. Crearemos también un clima de confianza y comunicación que les ayudará a sentirse queridos incondicionalmente y tenidos en cuenta, además de hacerles saber que pueden contar con la familia para lo que necesiten. Potenciar el juego y la exploración para ir descubriendo el mundo y desarrollando sus habilidades sociales es una estrategia imprescindible. Y, por supuesto, siempre, de manera transversal, trabajaremos la inteligencia emocional.

Según vayan acercándose a la adolescencia, nos esforzaremos en mantener una comunicación abierta y honesta con ellos, que entiendan que pueden mostrar sus preocupaciones e inquietudes sintiéndose apoyados y no juzgados. Evidentemente, impondremos límites apropiados a sus comportamientos y estableceremos consecuencias naturales cuando sus conductas no sean adecuadas, para que aprendan a responsabilizarse de lo que hacen y tengan la oportunidad de reparar sus errores. Seguiremos trabajando en la validación, identificación y gestión de emociones y les podemos ir enseñando técnicas de manejo del estrés. Y por supuesto, toda la familia se irá adaptando a los cambios que se producen en esta etapa evolutiva, ayudándoles con ellos, respetando su autonomía y sus espacios de intimidad, brindando un ejemplo de autoridad asertiva y afectiva encontrando espacios de diálogo no invasivos.