Una pedagoga: «Este verano los niños deberían hacer deberes para no perder lo aprendido hasta el confinamiento»

En esos cursos, explica esta pedagoga, «el aprendizaje de los menores es, sobre todo, experiencial y basado en los sentidos, en el trabajo manipulativo y en la socialización. Y eso, desde casa, por mucho que la familia disponga de internet, es irremplazable». «Avanzar en el temario ha sido muy, muy difícil. Los docentes han hecho una labor maravillosa, excepcional , pero ha habido muchos aspectos que telemáticamente no se han podido suplir. Por este motivo consideramos imprescindible mantener los conocimientos, aprendizajes y competencias que se adquirieron hasta mediados de marzo, fecha en la que los niños dejaron de ir a las escuelas. El objetivo tiene que ser mantener, para que no haya retroceso ».

De otra forma la vuelta en septiembre, augura esta pedagoga, «se anticipa muy complicada. Prácticamente podemos decir que los niños han tenido un parón escolar de seis meses. Ya no nos estamos refiriendoi siquiera a la tarea, es que muchos niños han perdido por completo el hábito de sentarse. Bastaría con hacer una tarea, aunque sea solo durante 15 minutos al día». «Esto resulta fundamental porque estamos hablando de niños que están en las etapas de máxima neuroplasticidad cerebral y no pueden dejar de entrenar para futuros aprendizajes », insiste.

El confinamiento, prosigue Celia Rodríguez Ruiz, «ha puesto de relieve las limitaciones del sistema educativo. Estamos hablando, sobre todo, de alumnos que todavía no son autónomos, que no pueden dirigir su aprendizaje…». Durante estos meses, añade esta pedagoga, «ha quedado en evidencia también que los padres puede que conozcan los contenidos, pero no saber cómo organizarlos y estructurarlos para trabajar con el niño».

Durante el tiempo que duró el Estado de Alarma, muchas otras familias optaron por el uso de aplicaciones educativas, entre ellas Lingokids, Smartick, o Rubio , que fueron gratuitas durante esos meses pero, en opinión de esta pedagoga, «es verdad que las nuevas tecnologías tienen muchas ventajas pero no pueden sustituir por completo el uso del papel. La opción ideal sería llegar a un equilibrio. El uso del papel permite trabajar sobre todo la motricidad fina. Los niños hoy en día tienen una grafía y una ortografía que deja bastante que desear, porque están acostumbrados desde muy pequeños a escribir con aparatos electrónicos. Pero hay aspectos como la conciencia fonológica o la coordinación óculo manual que son fundamentales para trabajar a nivel neurológico. Se está perdiendo el valor de lo escrito y es una acción que requiere más esfuerzo cerebral para un niño».

Y a juicio de Rodríguez, «va mucho más allá de la ortografía: es que no estamos entrenando el cerebro para prestar atención ». «Está claro que las nuevas tecnologías hay que incluirlas y que sin ellas la educación estos meses hubiera sido imposible, pero el papel es algo que esta generación también debería trabajar. La idea es combinar ambas, pero tenemos tendencia a sustituir ».