«La crianza de los hijos es también una oportunidad para que los padres sean más felices y mejores personas»
Erin Cline, especialista en filosofía y religión chinas, asegura en su nuevo libro «El Tao de la crianza» que no existe un único camino para criar hijos felices ni que un determinado estilo de crianza sea el mejor
Cuenta Erin Cline en « El Tao de la crianza « (Ariel) que mucho se puede aprender de los antiguos filósofos chinos a la hora de criar a los hijos . Y sí, puede que a más de uno le sorprenda. A ... ella también. Esta profesora de ética comparada en la Georgetown University e investigadora en el Berkley Center for Religion, Peace, and World Affairs, especialista en filosofía y religión chinas, asegura que nunca deja de sorprenderse, como madre y como profesora, sobre cómo las lecciones de los antiguos filósofos chinos «sean tan útiles, tan asequibles y tan apropiadas para los progenitores de la actualidad. Para mí son a la vez guía y estímulo día tras día, pero de una manera que se aleja, y a veces mucho, de lo que nos dicta la sociedad».
Con este libro, Cline pretende ayudar a otros progenitores a sacar partido de estas lecciones. Porque al fin y al cabo, ¿quién no quiere que sus pequeños pasen de ser brotes tiernos a plantas florecientes en unos años?
¿Qué aporta la filosofía china en la educación de los hijos?
La tradición china puede ser un gran recurso para los padres, en parte porque se centra en el proceso de cultivo moral: cómo desarrollamos las virtudes que queremos que tengan nuestros hijos, centrándonos en aquellas que contribuyen a una vida plena y significativa. Creo que, a pesar de las diferencias entre los padres de todo el mundo, la mayoría de nosotros queremos que nuestros hijos sean felices y encuentren sentido y alegría en sus vidas a medida que crecen y se desarrollan. Y esta tradición sostiene que la crianza es una oportunidad no sólo para que nuestros hijos se conviertan en mejores personas, sino como una oportunidad para que nosotros hagamos lo mismo .
Los antiguos confucianos creían que la crianza de los hijos es el ejercicio definitivo de autocultivo moral: nos da oportunidades inigualables para desarrollar virtudes como la generosidad y la persistencia (¡porque es muy duro y nos exige mucho!), y para desarrollar un aprecio por cosas que antes no teníamos. Se trata tanto de nuestro crecimiento como del de nuestros hijos . Y somos personas más felices y mejores padres cuando aceptamos eso y vemos activamente la crianza de los hijos de esa manera: como algo para nosotros y no sólo para nuestros hijos.
Educar bajo esta premisa choca contra los valores, dinámicas, que imperan hoy en la sociedad. Por tanto, ¿por qué hacerlo?
Debemos hacerlo porque queremos que nuestros hijos sean felices y estén sanos , pero vivimos en un mundo que no les orienta muy bien en lo que respecta a lo que da sentido a la vida. Curiosamente, muchos de los retos a los que nos enfrentamos como padres modernos son en realidad problemas antiguos. Cuando me convertí en madre, me sorprendió mucho lo aplicables que son las enseñanzas de los antiguos filósofos chinos a lo que trato a diario como madre. Creo que uno de los méritos de la tradición china como recurso para los padres es la diversidad que existe en ella, en términos de enfoques específicos. Pero todos tienen en común el énfasis en estar atentos y plenamente presentes con nuestros hijos. A los antiguos también les resultaba difícil esto, aunque muchas de sus distracciones eran diferentes de las nuestras. Creo que deberíamos conocer sus enfoques porque pueden ayudarnos a nosotros y a nuestros hijos a vivir una vida más feliz, más alegre, más significativa y más plena.
Educar en el apego, en inteligencia emocional... y también bajo la filosofía china. Muchas opciones y los padres no saben qué elegir. ¿Entiende las dudas de los progenitores, que se encuentran perdidos ante tanta información?
Sí, absolutamente, y una de las razones por las que la filosofía china me ha resultado tan útil es porque hay muchas ideas y enfoques diferentes que se pueden aplicar fácilmente, pero no una teoría global que uno deba poner en práctica. Las metáforas y las historias que forman parte de la filosofía china son herramientas fáciles de emplear en el día a día , para pensar en los diferentes desafíos y encontrar formas de responder que sean en el mejor interés de nuestros hijos y de nosotros mismos.
Usted dice que educa a sus tres hijos bajo la filosofía china. Póngame algún ejemplo.
Me baso en estos enfoques en mi propia vida como madre, de varias maneras. Una de las cosas que me gusta de la presentación de la discapacidad que hace el filósofo taoísta Zhuangzi , de la que hablo en el libro, es que no se corta a la hora de describir lo dolorosas y difíciles que son las distintas discapacidades y desafíos. Pero también subraya que es mejor que busquemos las astillas de luz, los pequeños regalos que aparecen aquí y allá, y que nos centremos en ellos tanto como podamos, en medio del dolor y la confusión y las dificultades. Me encanta que no minimice esto último.
Como madre de dos niños con discapacidades , es insoportable verlos luchar y nuestra vida diaria es mucho más difícil. Pero soy mejor madre y una persona más plena y feliz cuando dedico tiempo a pensar, por ejemplo, en los amables y atentos profesores que forman una gran parte de nuestras vidas como resultado de toda la ayuda adicional que necesitan mis hijos. Es un reto diario, pero mis mejores días son aquellos en los que soy capaz de ver y centrarme en esos regalos. Y hay una lección mayor para todos nosotros, ya que todos nos enfrentamos al dolor, la confusión y los desafíos a lo largo de nuestras vidas. Nuestra capacidad para notar y saborear los pequeños regalos, los momentos fugaces de alegría, los pequeños puntos de luz que aparecen en nuestro camino, es a menudo decisiva en nuestra capacidad para encontrar nuestro camino a través de los desafíos. Importa cómo pensamos en los retos que afrontamos y en qué elegimos centrarnos.
«Las metáforas y las historias que forman parte de la filosofía china son herramientas fáciles de emplear en el día a día, para pensar en los diferentes desafíos y encontrar formas de responder que sean en el mejor interés de nuestros hijos y de nosotros mismos»
Otro ejemplo es el énfasis de Confucio en la creación y la práctica de rituales. Él estaba desesperado por conseguir que la gente viera el valor de los rituales tradicionales y dejara de abandonarlos. Quería ayudar a la gente a ver el valor de estas prácticas. Pero para ello, tenemos que estar dispuestos a dar una oportunidad a los rituales estando «plenamente presentes» o participando plenamente en ellos. Los niños necesitan nuestra ayuda para hacerlo y ayudándoles podemos ayudarnos a nosotros mismos también. Así, por ejemplo, visitar la tumba de un abuelo fallecido, ver fotos suyas en un determinado día festivo o en el aniversario de su muerte sólo puede servir para ayudarnos a nosotros y a nuestros hijos a ser mejores personas si contamos a nuestros hijos historias sobre ellos, hablamos de quiénes eran y de cómo era su vida, de los retos a los que se enfrentaron, de los errores que cometieron... Tenemos que relacionar esas cosas con el lugar en el que estamos, con quiénes son nuestros hijos y con lo que hacemos ahora.
Una de las formas de hacerlo es creando intencionadamente espacios de tiempo dedicados a cosas concretas con mis hijos. Por ejemplo, por las mañana nos dedicamos 10 minutos antes de la escuela. Es un momento verdaderamente sagrado para mí y mis hijas, y lo tratamos como tal. Todas las mañanas, sabemos que podemos contar con esos diez minutos en los que podemos estar juntos, tomarnos un respiro antes de empezar el día, hablar de cualquier cosa que tengamos en mente, sin otras distracciones. En cada familia, los rituales que necesitamos y queremos son diferentes, y cambian a medida que nuestros hijos crecen y que nuestras vidas también cambian. Pero si los hacemos parte de nuestras vidas, nos hacen mejores personas y fortalecen nuestras relaciones .
Cuenta que la clave para llevar una vida feliz y educar a hijos felices no está en tener un buen puesto de trabajo, ganar mucho dinero o estudiar en la mejor universidad. Asegura que es justo todo lo contrario. ¿Por qué? ¿Cómo dar con ello en la actual sociedad?
Como comento en el libro, hoy en día disponemos de buenas pruebas sobre las cosas que tienden a llevar a las personas a ser felices y a sentirse realizadas en sus vidas, y las que no. Y, curiosamente, estas cosas no han cambiado mucho a lo largo de la historia de la humanidad. Pero no hay una sola clave para llevar una vida feliz o criar hijos felices . Esta es una de las razones por las que la filosofía china me parece tan útil: se reconocen las diferentes necesidades, los diferentes caminos, la diversidad de vidas buenas que la gente puede llevar. La pregunta es: ¿qué tienen en común las personas que se sienten satisfechas en su trabajo y en sus relaciones, y que encuentran la alegría en su vida cotidiana?
La verdad es que hay mucha gente con buenos trabajos, mucho dinero y credenciales prestigiosas que son personas profundamente infelices. Esto era tan cierto en la antigua China como en la actualidad. Los filósofos chinos sostienen que lo que tienen en común las personas que encuentran la alegría, el sentido y la realización en la vida es que poseen virtudes como la gratitud, la generosidad, la compasión y la atención plena ; tienen relaciones profundas con los amigos y la familia: aman y son amados por los demás; tienen un sentido de la vocación (disfrutan de su trabajo y sienten que pueden utilizar sus dones y habilidades para hacer el mundo un poco mejor); se toman tiempo para saborear las alegrías sencillas de la vida ; pasan tiempo en la naturaleza ; observan rituales que les reúnen con las personas que les importan y que les ayudan a crecer y aprender de diversas maneras.
Habla también de la importancia de prestar atención a nuestros hijos, de apartarnos del móvil. ¿Cómo hacerlo en un mundo en el que vamos corriendo constantemente y llegamos siempre con la lengua fuera?
Sí, el ritmo rápido es una gran parte del problema para nosotros. Creo que lo más importante es reflexionar sobre por qué hacemos las cosas que hacemos, y cómo las estamos haciendo: si realmente es así como queremos pasar nuestro tiempo y si realmente nos estamos centrando en las cosas que son más importantes para nosotros. En eso consiste la filosofía: en pararse a reflexionar sobre lo que da sentido a la vida, sobre quiénes somos y quiénes queremos ser. Con demasiada facilidad nos quedamos atrapados en seguir lo que todo el mundo hace, sin preguntarnos por qué lo hacemos y si realmente estamos poniendo a nuestros hijos en el camino que queremos que sigan. Con la tecnología, no es una elección de todo o nada. Tenemos que ser selectivos, pararnos a pensar en el impacto de la tecnología en nosotros y en nuestras interacciones . En algunos casos, el impacto es positivo, pero no siempre. Y tenemos que estar dispuestos a disciplinarnos en su uso, cuando nos reste importancia. Es difícil, es algo en lo que tenemos que trabajar y pensar constantemente.
Impaciencia y aprendizaje, ¿son conceptos incompatibles?
¡La paciencia hay que aprenderla y cultivarla! Los filósofos chinos nos animan a permitir que nuestros hijos desarrollen la paciencia, la resistencia y la persistencia trabajando duro, enfrentándose a retos y fracasando. En cierto modo, esto no es natural para nosotros como padres: queremos que nuestros hijos tengan éxito y queremos protegerlos de la decepción, el dolor y la duda . Pero lo cierto es que los fracasos forjan el tipo de carácter y fortaleza que necesitan para ser felices y realizarse a lo largo de la vida. También nos da la oportunidad de demostrarles que les queremos igualmente y que estaremos con ellos y les apoyaremos, ganen o pierdan, tengan éxito o fracasen en sus esfuerzos. Hay pocos regalos más importantes que podemos hacer a nuestros hijos .
¿Cómo gestiona una rabieta en casa?
Creo que la mejor manera de gestionar una rabieta de un niño varía en función de las necesidades del pequeño y también de las habilidades, tendencias y estilo de los padres . No creo que haya un enfoque único para todos, ni creo que haya un solo estilo de crianza o enfoque de crianza que sea superior a todos los demás . Por eso me parece tan útil la filosofía china: hay muchos enfoques diferentes a los que se puede recurrir, no sólo uno, y son muy diferentes. La diversidad de puntos de vista y enfoques de esta tradición me recuerda que debo permanecer abierta a diferentes enfoques y probar cosas diferentes hasta que alguna vez funcione. Los seres humanos somos complicados; no podemos esperar que lo mismo funcione para todos . Una cosa que los filósofos chinos nos harían mirar de cerca es el origen de algo como una rabieta en un niño concreto: ¿Cuándo se produce y por qué? ¿Existe un desencadenante predecible o es una combinación de circunstancias la que lo provoca? Si es así, ¿puede evitarse la circunstancia concreta que la provoca, o debemos enseñar a nuestros hijos a responder de forma diferente a esas circunstancias? Observar los orígenes puede ayudarnos a ver qué enfoque adoptar, entendiendo siempre al niño como una persona compleja, y responder de forma igualmente compleja y personal.
«Queremos que nuestros hijos tengan éxito y queremos protegerlos de la decepción, el dolor y la duda. Pero lo cierto es que los fracasos forjan el tipo de carácter y fortaleza que necesitan para ser felices y realizarse»
Todos los padres quieren que sus hijos sean brotes fuertes que acaben convirtiéndose en plantas buenas y robustas. ¿Cuáles son las claves para hacerlo? Y para conseguirlo, ¿qué sacrificios hay que hacer?
Una de las cuestiones clave es cómo cultivamos las virtudes en nuestros hijos, cómo les ayudamos a crear y mantener relaciones significativas con los demás, y cómo les ayudamos a encontrar una vocación que les guste, que les permita ser ellos mismos y realizar sus capacidades, y también hacer el mundo más hermoso. Por un lado, los filósofos chinos creían que aprendemos mejor estudiando a otras personas. Así que poder leer, señalar y discutir sobre personas reales que tienen buenos motivos en contraposición a los malos, que experimentan diferentes tipos de éxito pero que fracasan en otros aspectos, que aman lo que hacen y encuentran sentido en ello, es un gran punto de partida. Es muy útil que nos convirtamos en estudiantes de la humanidad. En general, las personas más ricas, más famosas y más poderosas no son las más felices, más realizadas, más generosas ni más compasivas. Y cuando esas cualidades se alinean, si miramos las historias de personas individuales, tendemos a ver que no es porque tengan riqueza, fama y poder que son felices y se sienten realizados.
«No creo que haya un enfoque único para todos, ni creo que haya un solo estilo de crianza o enfoque de crianza que sea superior a todos los demás. Por eso me parece tan útil la filosofía china»
El mayor reto, creo, es ser conscientes de hasta qué punto nos conformamos acríticamente con lo que hacen los demás -y cómo perseguimos acríticamente objetivos como el prestigio y la riqueza- y dejar de hacerlo cuando no es lo mejor para nosotros o para nuestros hijos. Somos criaturas sociales, por lo que es natural que sigamos lo que hacen los demás. Se necesita un esfuerzo consciente para elegir un camino diferente , y los recursos de otras culturas -en este caso, la antigua tradición china- a menudo pueden ayudarnos a ser más conscientes de nuestras propias prácticas y tendencias culturales, para que podamos hacer elecciones más intencionadas.