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Familia

La desnudez matrimonial durante el verano

La profesora del IESE Nuria Chinchilla escribe sobre cómo las vacaciones nos acercan «al otro» de un modo distinto, intenso, social e íntimo

La desnudez matrimonial durante el verano abc

s. f.

Leí un simpático tuit hace unos días. Decía algo así: «En la playa. Se confirma, la operación bikini ha vuelto a fracasar este año». Efectivamente, el verano y la canícula nos desnuda. Lo que el invierno alimentó, engroso y escondió (figura, cicatrices, imperfecciones, y excesos...) ... aparece ahora, a plena luz, como un cuerpo desconocido y «sorprendente». Pero el calor y las vacaciones nos enfrentan también a otro tipo de desnudez: la desnudez familiar, la desnudez conyugal. Las vacaciones nos acercan «al otro» de un modo distinto, intenso, social e íntimo, lejos de los asideros de la cotidianidad, de la individualidad del trabajo, de las rutinas agendadas y de los tiempos pactados. Nos exponemos a los demás, cónyuge o hijos, sin el abrigo de la rutina, el confortable calor de los compromisos ineludibles o el cómodo recurso de la falta de tiempo. En vacaciones, jugamos en el campo de la desnudez más íntima . Haber alimentado ese «tú y yo» con espacios propios fuera de las rutinas , harán esa «desnudez» cálida y deseable.  Justo al contrario que con la «operación bikini». Si, por el contrario, no la hubieramos alimentado adecuadamente durante el invierno,  descubriremos una unión intima incomoda e hiriente llena de desconocimiento, desconfianza,  desinterés, y quizá también de ninguneo y manipulación, minando la esperanza de que esta unión continúe.

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