parejas
Enamorarse de un tóxico
Lucía Etxebarría presenta su libro «Tu corazón no está bien de la cabeza» (Paidós)
c. f.
Lucía tiene la gentileza de recibirnos en su casa, a las cinco de la tarde, sin comer, totalmente exhausta después de una jornada maratoniana de entrevistas para promocionar su libro «Tu corazón no está bien de la cabeza» (Editorial Paidós) . Buen título para una ... obra que no es ni ensayo, ni novela, ni autoficción, donde se relata la puesta en escena y las tramas de las relaciones tóxicas y de la dependencia amorosa. Para abrir fuego, nada mejor que su historia personal con una relación de este tipo. «Yo sabía donde estaba metiéndome. Nada más empezar desapareció tres días para de pronto enviarme un mail donde se excusaba por no haber dado señales de vida porque había estado cuidando a su madre enferma a la vez que remarcaba que no había estado con otra. Ergo había estado con otra. Pero caí». Entre el yogur, el sandwich, y los juegos de sus dos perros Luke y Leia nos explica el porqué.
—Dices que no se puede hablar de «víctimas» de personas tóxicas.
—No, la palabra «víctima» no se debe utilizar. Es mejor usar «agredido» o «agredida», o incluso «receptor». Etiquetar a alguien como víctima le niega la posibilidad de salir. Además, también hay que dejar claro que hay casos de interacciones tóxicas, en los que ambos miembros de la pareja son intensamente inseguros y dependientes. Son como un espejo que se coloca frente a otro: reflejan sus inseguridades hasta el infinito. En esos casos no hay agresor y agredido, sino que lo que es tóxico es la relación en sí misma.
—Entonces... ¿hay algún perfil típico de «agredid@», es más habitual que caigan las mujeres, o los hombres?
—El tipo de persona que cae en esto tiene siempre la autoestima muy baja. Y no, no es más propio de la mujer que del hombre. Los «agredidos» suelen pensar que van a cambiar al otro, pero deben saber que esto no se puede reconducir. No vale que el «agresor» acepte ir a terapia porque se lo han aconsejado o pedido. No va a resultar, porque no lo ha decidido él volutaria y sinceramente. Lundy Barcroft, autor de «Why does he do that?» , por ejemplo, está en contra de la terapia en pareja. Es muy polémico, pero está absolutamente convencido de que no funciona.
—¿Cuándo hay que construir la autoestima?
—La autoestima se construye en la infancia. Yo no supe construirla. A mí me parece que hay pocas mujeres con autoestima. En el mundo actual, nunca es suficiente.
—¿Y cómo es el perfil de persona tóxica, ya sea hombre o mujer?
—Es extremadamente seduct@r, es más, diría que es un arma de destrucción masiva. Sí, resultan increíblemente seductores al primer golpe de vista. Pero es una belleza construída, se han creado una imagen. También clonan. Se adaptan a tus gustos. No dicen nunca lo que sienten. No reconocen sus errores. Y no pactan, no negocian. Se creen sus propias mentiras. Y esto es sorprendente, porque gente muy inteligente se acaba creyendo sus propias mentiras.
—Hombre y mujer... ¿«atacan» por igual?
—Diría que no... El hombre tiende al estereotipo narcisista y la mujer, a hacerse la víctima, al «protégeme»... Tampoco esto es matemático, puede ser al revés. De hecho, empieza a haber mujeres narcisistas. Pero se suele dar de esta manera.
—¿Ell@s eligen a su presa?
—Estoy segura. Cuando un individuo tóxico percibe en la otra persona carencia afectiva y dependencia emocional, se dedica a ahondar en ellas para debilitarlas aún más y dominarlas. La «víctima» suele presentar una grieta que el otro detecta. Son depredadores profesionales. Es como la serpiente que se trata a una luciernaga aunque no forme parte de su cadena alimentaria. Lo hacen porque esta brilla...
—¿Es una especie de maltrato light?
—No es maltrato, pero de light nada. Es absolutamente destructivo.
—¿Porqué se entra en una relación de este tipo, y no se sale corriendo?
—Cuanto mayor tiempo pasa, más difícil es salir de una relación de este tipo. Empiezas porque el otro ve tu grieta, y de ahí entras en lo que yo denomino la «niebla», que es una etapa de confusión mental enorme. Tu alrededor te niega lo que ves, estás sometido a una enorme presión social, tu familia, las amigas bien intencionadas...
—El hombre o la mujer tóxica, ¿lo es de por vida o hasta que se encuentra con la horma de su zapato?
—Hay varias teorías. La de Lillian Glas, que asegura que aquel que es muy tóxico para tí no lo es para otra persona. Y luego la de Lundy Bancroft, autor de «Why does he do that?» , quien afirma que una persona tóxica lo es siempre. Y va más allá al asegurar que para esta gente no hay terapia posible. Venía a decir que si un alcohólico necesita años para recuperarse qué hace pensar que un tratamiento de seis meses va a recuperar a un maltratador. Al final Bancroft, tras 17 años de colaboración y asesoramiento a los programas de maltratadores del Gobierno de los Estados Unidos, tuvo que dejarlo porque llegó a la conclusión de que no servían de nada.
—Pero cuando tienes hijos... no puedes desaparecer de la vida de la persona tóxica así cómo así.
—Afortunadamente, los niños son muy listos. Y si de los dos referentes de la pareja uno es tóxico, el pequeño siempre eligirá estar más con el que no lo es.
—Para salir de una relación tóxica... ¿lo mejor es acudir al especialista?
—Si no puedes por tus propios medios, sí. Estoy harta de gente que no tiene dinero para ir a terapia pero que sí que lo tiene para pagarse un gimnasio de 200 euros. Yo conozco profesionales muy buenos a precios muy razonables. Todavía existe una reticencia enorme a la psicoterapia, aún se cree que la gente que va al psicólogo está loca. Enseguida de estigmatizan. Yo soy antimedicación. Creo mucho en las terapias naturales, verbales... etc.
—Después de escribir este libro Lucía... ¿ya no te verás más en una de estas situaciones?
—No te digo que no vaya a caer en otra... Pero ahora lo veo venir. Y lo que realmente he aprendido es a salir antes de esa relación. Las fuerzas del mal son incombustibles, intensamente tóxicas y lo mejor es apartarte y que le caiga a otro —comenta mientras rie—. Me pasa lo mismo que con el reality de «El Campamento de Verano» . Al tercer día me quería ir. Al menos lo conseguí al octavo, en cuanto me dí cuenta de cuán tóxica era una determinada participante.
Enamorarse de un tóxico
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete