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Las seis cosas que no hay que hacer si quieres que tu hijo crezca feliz

No dedicarle tiempo, pegarle, decirle que no le queremos... Así no tendremos una relación equilibrada con nuestro hijo

Las seis cosas que no hay que hacer si quieres que tu hijo crezca feliz

m. j. pérez-barco

El tiempo libre del verano es un buen momento para reflexionar sobre la relación que tenemos con nuestros hijos. Hacer un autoexamen puede ser muy conveniente, porque quizá no lo estemos haciendo tan bien o mal como creemos. Óscar González, profesor y director de Escuela de Padres con Talento , ha observado que muchos padres cometen errores a la hora de establecer una relación fluida y equilibrada con sus hijos. En su opinión, esto es lo que no hay que hacer para que los hijos crezcan felices:

1. No prestarle atención, es decir, no dedicarle nuestro tiempo al niño. Ni prisas, ni agobios, ni estrés... el tiempo que compartamos con nuestro hijo es único e irrepetible. Por eso, hay que establecer un orden de prioridades y dedicarle el tiempo y atención que merece. «Una de las peores cosas que podemos hacer es no atenderlo pues el mensaje que le transmitimos es el siguiente: me importas bien poco», dice Óscar González. Como mínimo es necesario media hora en exclusiva, pero este profesor explica que no es tanto cuestión de tiempo como responder en el momento a la demanda del niño. «Puede ser que al salir de colegio, nos muestre una ficha que ha hecho y su alegría. En ese momento requiere toda nuestra atención. Es más valioso para él ese instante que la media hora de después».

Claro, que el profesor advierte que esto no hay que confundirlo con ignorar las conductas negativas del niño, por ejemplo cuando coge una rabieta. Entonces, lo mejor es ignorarle.

2. Nunca debemos decirle que no le queremos o amenazarlo con que no lo vamos a querer. El cariño y amor hacia nuestro hijo es innegociable, incondicional y no podemos usarlo como arma de chantaje.

3. No coaccionarle ni imponerle ideas y conductas. Los padres son los guías de los hijos, sus acompañantes. Por eso, deben dejarle que evolucione y, a medida que vayan creciendo y adquiriendo mayor autonomía, empezará a tomar sus propias decisiones. Debemos dejar que sean ellos quienes las tomen (podemos aconsejar pero no imponer) y que aprendan que en esta vida todo tiene consecuencias.

4. No tener en cuenta sus emociones, es decir, no dejar que expresen sus sentimientos. Desde bien pequeños se les puede enseñar a que identifiquen las emociones: tristeza, enfado, alegría... Y cuando son más mayores aprovechar cualquier momento para conversar sobre cómo se siente él o cómo se siente otro. Por ejemplo, los dibujos animados ayudan a expresar muchas emociones. González también recomienda que «los padres muestren sus emociones a los hijos e incluso pueden explicarles y mostrar que están enfadados por alguna conducta impropia del hijos».

5. Permitirle absolutamente todo. No establecer normas y límites, dejando que el niño imponga su voluntad dónde y cuando él quiera. Así no alcanzará la felicidad. Está demostrado que los niños necesitan escuchar de nuestra voz la palabra «NO», pues les ayuda a comprender que viven y conviven en una sociedad que se rige por normas y no por un deseo irrefrenable.

6. Castigarlo físicamente. El castigo físico es algo que tenemos que desterrar de la sociedad actual.

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