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Familia

Cómo vencer la primera adolescencia

A partir de los dos años, los niños ganan autonomía. Sus rabietas y sus «no» constantes hacen temblar a la familia

Cómo vencer la primera adolescencia

M.J. Pérez-barco

A los dos años, muchos niños ponen a prueba la paciencia de sus padres. Declaran su independencia queriendo hacer todo por sí mismos, pretenden que prevalezcan sus deseos por encima de todo , empiezan a tomar la iniciativa, las rabietas se multiplican ante cualquier negativa haciendo temblar a la familia... Y sobre todo, lo que más trae de cabeza a sus progenitores es ese machacón «no» siempre por respuesta.

Muchos identifican esta etapa como la primera adolescencia, pero nada tiene que ver esta «crisis de oposición en la primera infancia», como prefiere definirla Jorge Casesmeiro, director de Psicopaidos y asesor del Colegio de Pedagogos de Madrid, con la rebeldía de un adolescente. En cualquier caso, los padres deben mantenerse serenos y tranquilos , pues este periodo en su evolución también tiene su fin.

A los dos años el niño experimenta un notable desarrollo en todos los niveles: tiene mayor coordinación psicomotora (sube y baja escaleras, corre) y mejora su psicomotricidad fina (empieza a comer por sí mismo, puede dibujar con lápices, se pone los calcetines..). Se inicia en la fantasía, pero también en la aparición de nuevos miedos. Su vocabulario se multiplica rápidamente y comienzan a construir las primeras frases para expresarse. Al mismo tiempo, adquiere la conciencia de su propio cuerpo, diferencia entre «yo» y el «otro », mantiene más la atención, puede entretenerse solo...

Todo ello le proporciona más autonomía , «desea demostrarla pidiendo hacer cosas por sí mismo, y si las consigue con éxito le producen placer», comenta Susana Peñagaricano, especialista en Psicología Infantojuvenil y directora de Isep Clínic Donostia. «Quieren ir más a su aire —explica—, poner a prueba las capacidades recién adquiridas, descubrir el mundo... Es positivo permitirles esta libertad , aunque siempre teniendo en cuenta que precisan de la atenta mirada de un adulto». Autonomía e iniciativa, por tanto, son valores positivos.

Exploran y prueban

A pesar de sus conductas provocadoras, o negativas, o aunque desobedezcan, eso forma parte de su desarrollo. «Crecen explorando, haciendo y probando. Cuanto más hacen, más aprenden y más rápido maduran . La buena educación sabe reconocer las razones de la desobediencia natural del niño y aprovechar el potencial de su rebeldía para un aprendizaje formativo», asegura Casesmeiro.

Pero en el fondo, los niños a esa edad siguen siendo muy dependientes y poco estables emocionalmente. Todavía no saben esperar ni controlar sus impulsos, son egocéntricos... Por eso, y por otras muchas razones, los expertos, como Casesmeiro, afirman que «el "no" es necesario». «Privar al niño de la frustración es tan perjudicial para su equilibrio psíquico como privarle del placer», dice. Incluso, la psicóloga Peñagaricano aconseja que los pequeños «aprendan qué es lo que hacen mal, que desarrollen el sentimiento de culpa por eso que han hecho mal y sepan reparar la falta».

Las rabietas son habituales ahora más que nunca y surgen por cualquier motivo: «Es un conflicto entre los deseos del niño y las restricciones del adulto. Una forma de manifestar su malestar . Interpretarlas como desafíos añade tensiones innecesarias», dice Casesmeiro. Y para combatirlas, «inteligencia y firmeza serena», aconseja. Hay que observar al niño y escoger una respuesta: a veces la indiferencia (que no la retirada de afecto), y otras será preferible prestarles atención para comunicarles lo que esperamos de ellos.

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