Plan de rescate para salvar el curso

«Ahora es el momento de sentarse y abordar el tema», asegura el conocido escritor con más de 40 años de experiencia educativa, entre cuyas obras se encuentra «Salvar el curso». A unos días de que finalice el mes de abril, « estamos a tiempo de salvar el curso si se aprovecha bien el mes de mayo y las primeras semanas de junio», añade.

Concepción Fernández Rodríguez , catedrática de Psicología de la Universidad de Oviedo y coautora del libro «Aprender a estudiar» , también cree que en alumnos de Primaria, Secundaria e incluso en Bachillerato aún se pueden obtener buenos resultados, dado que los contenidos sobre los que se examinan no son tan extensos como en cursos universitarios. Avisa, sin embargo, de que «no existe una fórmula mágica».

El estudiante debe ser consciente de que «tiene que pagar un precio» para levantar esos suspensos. Se puede conseguir, si se ponen los medios, afirma Tierno, que recuerda la frase: «El que quiera una nuez, que rompa la cáscara». En su opinión, tiene que querer «dejarse la piel».

«¿Cuánto vas a estudiar más?» será la primera pregunta que habrá que plantear al chico o la chica, que inevitablemente tendrá que dedicar un tiempo extra para estudiar en este sprint final, a juicio del psicólogo, para quien este esfuerzo será «un entrenamiento en la autodisciplina y la voluntad que además le servirá en el siguiente curso».

No se trata de pasar las horas delante del libro. «Si un niño no ha estudiado con regularidad, no será capaz de hacerlo tres horas seguidas, será inviable», explica Concha Fernández. Puede que aproveche una hora y se pase el resto evadiéndose y culpándose además del tiempo perdido.

«Un maratón es ineficaz y la fórmula de que el estudio se convierta en un horror», sostiene la catedrática en Psicología, que recomienda «intervalos más breves, pero regulares», que las sesiones de estudio no sean excesivamente largas. «Para un alumno de Primaria es suficiente con tres cuartos de hora de estudio, después conviene que haga una breve pausa que no rompa su concentración antes de volverse a sentar». El tiempo de recompensa para jugar, ver la tele o conectarse al ordenador, siempre será después del estudio.

«Móvil fuera y el ordenador para trabajar». Los dos psicólogos se muestran tajantes en este punto. Hay que evitar distracciones en la habitación e intentar que la mesa esté despejada. Estudiar con música, al menos con la música que les gusta, «es un error absoluto» porque dificulta la concentración, , añade Fernández Rodríguez.

Es mejor levantarse temprano para estudiar y acostarse antes que quedarse de noche ante el libro. «Ir en contra de la naturaleza no es conveniente», añade Tierno, para quien la televisión «es la gran enemiga» para los alumnos de Secundaria o Bachillerato que deben apretar en los meses finales porque les invita a acostarse tarde y perder un tiempo de oro para su objetivo.

Conviene hablar con el profesor . «Que vaya él, no los padres, que le reconozca que no ha trabajado lo suficiente, pero que va a cambiar», explica Tierno. Este paso es crucial para que el profesor se implique y pueda seguir la pista del alumno. «Es un ejemplo de kárate mental : gánate a los profesores, diles que estás arrepentido y que vas a cambiar. Esto funciona», aconseja el psicólogo a los jóvenes. En el caso de alumnos de Primaria serán los padres quienes deberán enterarse de los contenidos clave de la asignatura.

« Hay que estudiar lo que el profesor pide , tener la picardía de conocer sus fibias y fobias por determinados temas, en qué puntos pone el énfasis, cómo va a evaluar, qué quiere y cómo lo quiere oír», señala la profesora de la Universidad de Oviedo. Un método de estudio basado en el análisis, la memorización y el repaso que conduce al éxito en la mayor parte de las asignaturas (Ver ficha) no servirá si el docente pide un aprendizaje literal del tema. En ese caso, habrá que estudiar las horas más próximas al examen, repitiendo amplios párrafos para lograr el éxito.

Preguntar cualquier duda a los profesores o pedir ayuda a ese compañero de cada curso que saca buenas notas también ayudará a lograr el objetivo. «No hay mejor profesor que un compañero inteligente y responsable -asegura Bernabé Tierno- porque siempre hay más confianza con él para preguntarle cosas».

Los padres tendrán que ser «motivadores más que fiscalizadores», a juicio de este experto, apuntalando siempre la autoestima del hijo. «Tienen que decirle siempre que puede. Tenga la edad que tenga el hijo, los padres deben «activar lo mejor de ese niño» , resume Tierno. Durante el tiempo de estudio, el objetivo es centrarse en la tarea, no en el resultado que se consiga en el examen. «Hay que abandonar las retahílas de "si no, vas a suspender" porque generan una ansiedad en el niño que le dificulta el estudio» señala Fernández a los padres.

Un buen método de estudio, un horario que se respete y el tándem que forme la familia con los profesores será determinante para el éxito. Óscar lo logró. Con un gran esfuerzo aprobó en junio todas las asignaturas que tenía suspendidas. Su caso es difícil, reconoce Tierno, pero sí se pueden sacar dos o tres asignaturas con un programa serio como el aquí expuesto, siempre y cuando el estudiante pueda y, sobre todo, quiera.