Eurovisión 2015, el festival más inclusivo

La música ha sido para todos ellos un espacio de encuentro y superación. Así lo demuestra el grupo de punk finlandés Pertti Kurikan Nimipäivät (o PKN), integrado por dos miembros con síndrome de Down y otros dos con autismo. Pertti Kurikka (guitarra), Kari Aalto (voz), Sami Helle (bajo) y Toni Välitalo (batería) crearon la banda a finales de 2009 durante un taller cultural para dar un impulso a los programas sociales que ayudan a las personas que tienen este tipo de diversidad funcional. La experiencia les gustó tanto que decidieron hacer también versiones de grupos punk locales y componer sus propios temas. Así nació su primer disco en 2010, al que siguieron dos álbumes más.

Sin embargo, no alcanzaron cierta popularidad hasta dos años después, cuando unos realizadores finlandeses filmaron un documental intimista sobre la banda que mostraba sus enérgicas actuaciones, sus alegrías sobre el escenario y también sus broncas fuera de él. El documental, titulado «The Punk Syndrome», ganó varios premios y lanzó la carrera artística del grupo, hasta el punto de que fueron invitados a actuar en varios países.

Su siguiente meta fue el festival de Eurovisión. El pasado febrero, PKN logró el apoyo del público finlandés para representar al país con la canción «Aina mun pitää» (literalmente «Siempre tengo que»), que habla sobre la necesidad de hacer cosas continuamente. «Siempre tengo que limpiar / siempre tengo que fregar / siempre tengo que ir al trabajo / siempre tengo que ir al médico», canta Kari quejándose de lo que, sin embargo, no les permiten hacer, entre ellas beber alcohol. Y es que, aunque se declaran admiradores de artistas como los Beach Boys y Bob Marley, estos cuatro músicos han encontrado en este estilo tan poco eurovisivo el modo de expresar sus sentimientos y su rabia, ya que «permiten decir las cosas como son», explica Kari. «Hacer música es muy divertido. Si no existiese la música, el mundo sería un lugar totalmente estúpido».

Las casas de apuestas posicionan a la banda finlandesa como quinta favorita para la victoria, por detrás de Suecia, Italia, Australia y Estonia. Sin embargo, sus cuatro componentes admiten estar muy relajados ante la gran cita e incluso infravaloran el nivel de sus rivales. «Todas las canciones de este año son una mierda», dice Sami, el bajista de la banda. «Siguen el típico esquema de tema pop para el festival, parece todo viejo».

Con menos interés mediático, pero con la misma fuerza para demostrar su espíritu de superación, llega a Viena la cantante polaca Monika Kuszyńska. Exvocalista de una banda llamada Varius Manx, la artista se convirtió en una gran figura de la música de su país gracias a canciones como «Moje Eldorado», que ganó el máximo premio del festival de los estados bálticos. Sin embargo, su prometedora carrera se cortó en seco en 2006, cuando sufrió un accidente de coche mientras volvía de un concierto. «El vehículo en el que viajaba con los otros miembros del grupo se empotró contra un árbol y fue un verdadero milagro que pudiera sobrevivir». Pese a mantenerse con vida tras el brutal golpe, las consecuencias para ella fueron terribles: «Quedé paralizada de cintura abajo y atada a una silla de ruedas para el resto de mi vida. Para mí es como si todo se hubiera acabado, como si no hubiera futuro».

Monika pasó varios meses en el hospital recuperándose de las lesiones y creyendo imposible que algún día pudiera volver a verse sobre un escenario. «Tardé casi siete años en asumir la situación en la que me encontraba. La música, simplemente, dejó de ser para mí algo importante. Pero, durante ese tiempo, recibí miles de cartas y mensajes de amigos y fans que querían escucharme cantar de nuevo». Tras armarse de gran valor, Kuszyńska reapareció en el «Polish Song festival» en 2012 interpretando una dulce balada en su silla de ruedas. «Tenía mucho miedo por la reacción del público, pero cuando terminé de actuar me ovacionaron y se pusieron en pie. Fue una sensación indescriptible, su cariño me arropó en un momento muy importante para mí».

Desde entonces, ha publicado ya un primer álbum como artista en solitario - de nombre «Survivor» - ha sido coach en el programa «La Voz» de su país y junto a su marido, compositor, ha grabado numerosos temas. Uno de ellos es, precisamente, «In the name of love», la canción que defenderá en Eurovisión. «Es una canción que explica que el ser humano puede superar cualquier barrera. Este año el lema del festival es 'Construyendo puentes' y esto refleja perfectamente la idea que quiero transmitir con mi canción. Intento unir dos mundos que hasta ahora parecían imposibles de conjuntar: el mundo de los discapacitados físicos y los que no lo son».

La conexión de esos dos mundos también será una realidad este año en Eurovisión gracias a ellos. Hasta ahora, sólo artistas con ceguera como el español Serafín Zubiri (1992 y 2000), la alemana Corinna May (2002) o la georgiana Diana Gurtskaya (2008) habían conseguido representar a su país en el famoso concurso.