Cuando Pedro y Emilio Alonso regresaron a España con el segundo puesto bajo el brazo tras el Europeo de 1935, no pensaban que la tradición familiar en el vestuario de la selección iba a perpetuarse a lo largo de las décadas.
La presencia de hermanos en la selección tiene su origen en ese primer Eurobasket de Ginebra, y desde entonces no ha cesado de ocupar un lugar de privilegio. El germen del carácter familiar del combinado nacional. La clave del éxito. Los Arcega, los Sagi Vela, los Ramos... todos siguieron un camino que en los últimos quince años ha estado marcado por otras dos grandes sagas y que amenaza con hacerlo con una tercera.
Hablamos de los Reyes -pasado reciente de la selección-; los Gasol -el presente más glorioso-; y los Hernangómez -el futuro brillante de la inagotable cantera de talento español-. Alfonso Reyes es ocho años mayor que Felipe y eso hizo que los típicos «piques» entre hermanos quedaran alejados de la canasta.
Su afición tardía evitó esas largas tardes de baloncesto de la infancia y hubo que esperar a su etapa en el Estudiantes para verlos lucir más cerca, bajo una canasta. Fue en 2001 cuando Javier Imbroda los juntó por primera vez en la selección.
«Felipe siempre ha sido un chico tranquilo. Cuando vino con España por primera vez, yo ya era un veterano y, aunque él intentara estar más con los jóvenes como Pau o Navarro, siempre acudía a mí para buscar consejo. Yo, si veía que algo que hacía no era lo adecuado, intentaba ayudarle», afirma a ABC el mayor de la saga Reyes, feliz por volver a ver a su hermano como pieza importante en la selección.
Juntos lograron una plata y un bronce continentales, señala Alfonso, que dejó la selección cuando Pau Gasol ya dominaba el baloncesto nacional y su hermano Marc comenzaba a despuntar en Gerona. Aún tardarían unos años en compartir taquilla como jugadores de España, aunque su reencuentro deportivo no pudo ser mejor. Oro mundial en Japón. Inicio de una década de éxito para la selección.
Del patio de los abuelos al All Star de la NBA. «Cuando jugaba con Marc, siempre intentaba ganarle. Daba igual a lo que jugáramos. Un día, le dije que no podía ganarme, porque era el hermano mayor... y me lanzó la raqueta de ping pong a la cabeza», recuerda Pau en su libro «Vida».
Marc no está en Berlín y su sitio lo ha cubierto Willy Hernagómez. Recién llegado a la selección, el madridista está llamado a marcar una época en el conjunto blanco y en el combinado nacional, donde este verano coincidió con su hermano Juancho, campeón de Europa sub 20 y jugador del Movistar Estudiantes. «Estuve con ellos para ayudar en los entrenamientos y fue un regalo para mí. Willy me ayudó mucho. Somos más que hermanos. Apenas nos llevamos un año y medio y eso hace que nuestra relación sea muy estrecha», dice Juancho, que muy pronto formará parte de esa tradición histórica de hermanos en el vestuario de la selección.
*Nota de edición: los hermanos Jofresa también jugaron en la selección en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992