Es una de esas nuevas promesas del baloncesto mundial que ya es una realidad. Su salto a la NBA ha consolidado su papel en la selección griega, donde ya ejerce como líder (con permiso de Spanoulis).
Sus brazos infinitos y su capacidad para jugar cerca y lejos del aro con la misma facilidad le hacen un jugador muy difícil de defender. Es muy joven (20 años) y eso le está pasando factura en su primer gran campeonato a nivel de selecciones.
Para ayudarle, Katsikaris ha puesto a su alrededor a varios «perros viejos» del baloncesto continental. Spanoulis, Bourorussis o Printezis ejercen el papel de padrinos con el jugador de ascendencia nigeriana.





