No fue hasta una hora antes del inicio cuando Pianigiani supo que podría contar con Belinelli. El escolta de los Kings, aquejado por unos problemas musculares, hubiera sido baja en cualquier otro partido, pero el de ayer no era uno más. Italia, como España, se la jugaba y, además, Datome estaba ya descartado. Demasiada ventaja, así que tocaba asumir riesgos.
[Narración y estadísticas del partido]
La última vez que España e Italia se vieron las caras, la selección tuvo escalofríos. Aquella derrota en el Europeo de 2013 estuvo a punto de mandar a la selección para casa de manera prematura en la fase de grupos y dejarla sin la medalla de bronce que luego acabaría conquistando de manera brillante ante Croacia. Entonces, como hoy, Italia no parecía un rival temible. Entonces, como hoy, la selección no lucía su mejor versión. El precedente y el actual momento de España hacían presagiar un paisaje similar. La ausencia de Datome dejaba cojo al cuarteto NBA de la «nazzionale». Ese que forma junto a Bargnani, Gallinari y Belinelli. La base de un equipo talentoso, aunque anárquico. Capaz de exhibirse un día y al siguiente rozar la debacle contra Islandia. Una Italia del todo o nada, que salió anoche dispuesta a repetir su actuación de hace dos años.
La movilidad de Gallinari y Bargnani hizo sufrir a España en el arranque del encuentro. A Pau y Mirotic les costaba abandonar la zona para defender, y cuando lo hacían terminaban perdidos en tierra de nadie, viendo la espalda de su rival camino de la canasta. Esa ventaja la enjugó casi en solitario Pau Gasol en el aro contrario. Inmenso. Colosal. Imparable para desesperación de Pianigiani, incapaz de urdir un plan para frenar al español. Vista la superioridad de Pau cerca del aro, la táctica de España se hizo unidireccional. Balones a Gasol. Arma infalible, autor de más de la mitad de los puntos de España al final del primer cuarto (20-19). Inmaculado en el tiro. El catalán era un factor desequilibrante, que estaba demasiado solo. Ese era el gran problema de la selección, huérfana de la aportación ofensiva de hombres como Rudy, Llull o Mirotic.
La pírrica ventaja de España se esfumó por culpa de Aradori, ex del Movistar Estudiantes, que anotó cinco puntos consecutivos para dejar el partido abierto antes del descanso.
Sangría exterior
Marco Belinelli, que en la primera parte apenas había aparecido, decidió que era su momento y empezó a enchufar triples como si ese fuera a ser el último partido de su vida. Daba igual quién tuviera delante. Daba igual desde donde lanzara. Daba igual cómo lo hiciera, porque el balón siempre acababa dentro. ¡Pim, pam, pum! La distancia iba creciendo a favor de Italia (63-73, min. 30), con Gasol intentando un milagro casi imposible. A cada canasta del catalán respondía Belinelli con un triple, cada vez desde más lejos. Hasta siete anotó el italiano, héroe de la «azurra» junto a Gallinari. Ambos demostraron que si le funciona la pólvora, Italia puede ganar a cualquiera.
La derrota reabre las dudas de España y obliga a ganar los dos partidos que quedan -Islandia y Alemania- para lograr el pase a octavos, aunque el camino hacia las medallas parece ahora más complicado que nunca.





