Y por fin, un Lanvin a 150 euros

Un café autocalentable con un muffin (ambos cortesía de la cadena) y dos horas después, la tienda ha hecho la cuenta atrás y ha abierto sus puertas, entre aplausos de los empleados, a los «fashionistas» más madrugadores.

El sistema de acceso es muy revelador del público que acude a estos eventos. Para comprar la colección femenina se han organizado 16 turnos de 20 personas (que a estas horas siguen en marcha), que tenían 15 minutos para comprar una sola pieza de cada prenda o accesorio . Unas vallas y unos vigilantes velaban por que nadie se colase en el reservado. Para la colección masculina, menos nervios, nada de turnos y puertas abiertas.

Lo más vendido, el vestido amarillo

A estas horas, el vestido asimétrico mostaza (149 euros), con volantes en el escote, es una de las piezas que más han tenido que reponer los empleados. También las camisetas de algodón, especialmente la que lleva estampada la silueta de tres chicas (29,95 euros).

El sistema de turnos «posibilita que muchas más personas tengan acceso a la colección» , nos dice Ona Bascuñán, Relaciones Públicas de H&M, y da cierto orden a tantas chiquillas ávidas de un vestidito. Es cierto, hasta llegar al reservado, el ambiente ha sido bastante tranquilo, eso sí, una vez dentro, sí ha habido carreras. Además, genera unas expectativas que convierten este «shopping mañanero» en toda una experiencia.

Muchos venían en grupo. La edad media de las chicas, de unos 20 años. Algunas se habían traído a su madre, para financiar el capricho. También ha madrugado Bibiana Fernández , que salía del reservado divertida y llena de bolsas.

¿Fetichismo o negocio?

Pero entre el público también los había menos devotos de Alber Elbaz. Muy pocos lo reconocían abiertamente, pero lo cierto es que en unas horas, bastantes de las prendas que han volado de las perchas, aparecerán como por arte de magia en eBay . Ya ocurrió el sábado 20 en Nueva York, tras el lanzamiento en primicia de la colección. Algunas de las piezas, esa misma tarde, alzanzaban los 600 dólares. Tres veces su precio.

El fenómeno que se desata cada vez que un diseñador de prestigio lanza una colección «lowcost» atrae a muchos fans y admiradores, pero también a personas que harán de su madrugón un negocio. Es lo que tiene la «Lanvinmanía».