Las princesas de Chanel ya no visten de rosa

La próxima temporada no puede estar más lejos del sueño pastel típico de Chanel: en su lugar, el negro, el carbón y el petróleo son los conductores de una colección «destroy» basada en los pantalones pitillo, las chaquetas «oversize» y los abrigos en tweed . Y es que, mientras en sus colecciones veraniegas el alemán suele tirar del romanticismo, en invierno su creatividad se vuelve más oscura. Los «yetis» de esta temporada darán paso a chicas «neo grunge» a finales de año.

Lagerfeld dice adiós al tacón (las modelos desfilaban en zapatos abotinados de cordones o, como mucho, en salones con «kitten heels» de apenas un par de centímetros) en un desfile en que todo resulta muy casual y ponible, menos espectacular pero más real que en otras ocasiones. Eso sí, manteniendo el punto chic de las dos C.

La silueta femenina es holgada y cómoda, muy masculina, sin marcar la figura, y la prenda estrella es sin duda el pantalón . El pitillo (que se lleva bajo un vestido) no es el único rey y le sale

un duro competidor, no tan esbelto pero súper cómodo: el pantalón ancho. Bien en corte sastre o de pinzas, lleva muchísima tela y el bajo sube más allá del tobillo.

Vestidos de corte «vintage», monos rectos, faldas amplias y una vasta selección de abrigos y chaquetas componen el resto de la colección, abrigada y urbanita. Muy en el principio de la comodidad que pregonó Gabrielle Chanel a principios del siglo XX y con la que se redefinió la silueta femenina.

Lagerfeld consigue contener el espíritu de Chanel contando con los símbolos insignia de la casa: el tweed, los acolchados y los tejidos-joya, embellecidos con piedras, «paillettes», plumas o materiales preciosos.