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Diecisiete días entre rejas

En 1973, el Ministerio de Hacienda italiano descubrió una evasión fiscal en las cuentas de la actriz, por lo que en 1977 fue condenada a un mes de reclusión, que cumpliría en 1982. Aquella experiencia la relata ahora la directora de la cárcel en un libro

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verónica becerril

Cuando hoy en día leemos las noticias de divas de Hollywood que acaban entre rejas para saldar sus cuentas con la ley, pocos son los que recuerdan que en el pasado, grandes del cine como Sofia Loren, también tuvieron que pasar por una experiencia similar. Corría el año 1982, cuando Sofia Villai Scicolone, entraba en la cárcel de Caserta para pasar 17 días entre rejas, acusada de un delito de evasión fiscal.

La cárcel de Caserta, localidad campana cercana a Nápoles, se convirtió en esas tres semanas en el punto de encuentro de periodistas y fans de la actriz que pedían a gritos su libertad, organizando peregrinaciones hasta el centro penitenciario para velar por la oscarizada actriz. Mientras, en el interior del centro penitenciario, Sofia recibía las visitas de sus compañeras de prisión que no dudaban en pedir algún contacto importante dentro del mundo del séptimo arte. «Un grupo de reclusas vino pidiéndome permiso para acercarse a Sofia. Yo al final accedí, y allí se fueron todas. Le pedían de todo, desde un préstamo, a cotilleos de Hollywood, a consejos de moda. Muchas consiguieron llevarse un regalo: una pequeña radio, un pañuelo de firma, un cinturón». Así lo recuerda Liliana De Cristoforo, ex directora del centro penitenciario que ahora ha escrito un libro sobre el mundo femenino en las cárceles: «Mujeres, rejas y delitos».

De Cristoforo, de 63 años y directora de cárcel durante tres décadas, dedica un apartado especial a la experiencia vivida con la reclusión de Sofia Loren. «A la hora prevista de su llegada —evoca en las páginas del libro— el personal estaba al completo, incluso la gente de vacaciones y de otros turnos esperaban ver a la Loren». La diva italiana de Hollywood entraba a sus 47 años en la cárcel, como una detenida más, pero vestida con un traje de chaqueta firmado por Valentino. «Me sorprendió su delgadez y su estatura acentuada por los altísimos tacones que llevaba y que le hacían sobresalir un palmo por encima de todos los demás», escribe De Cristoforo.

Según la narración de esta directora de cárcel, la Loren no solicitó ningún tipo de trato especial, «aunque todos los periodistas me hacían la misma pregunta sobre qué comía». Ante la insistencia, De Cristoforo acudió al comedor donde la madre superiora fue tajante: «qué quieres que coma, ¿no ves lo delgada que está? Ayer se comió un huevo cocido, ensalada y fruta». «Piensan que una diva necesita comer langostas, caviar y cosas similares. La comida es el índice del estatus de las personas, lo que distingue a los ricos del común de los mortales», explicó con una sonrisa resignada la propia Loren a la directora carcelaria.

La actriz casada con el productor cinematográfico Carlo Ponti, recibía cada día cientos de cartas de admiradores, y hasta el centro de reclusión llegaron miles de rosas rojas, por lo que la tarea principal de la Loren en esos 17 días fue contestar a las misivas, leer revistas y ver la televisión. «Me he entregado para poder entrar en mi país, para poder ver a mi madre que ya es anciana y no puede viajar», explicó la actriz a De Cristoforo durante su estancia. Los medios de la época especulaban con la coincidencia de la decisión de entrar en el país de Loren con un nuevo proyecto cinematográfico que iba a proporcionar a la actriz varios millones de liras. Pero, aunque este rumor hubiera sido verdad, al final la película no se realizó por lo que la actriz se quedó con 17 días de experiencia entre cuatro paredes, sin ningún tipo de lujo y sin los brazaletes y las joyas que entregó al entrar en el centro penitenciario.

«No he vuelto a Italia por el cine, sino porque amo Italia —aclaró la propia actriz a la salida del centro penitenciario—. No es culpa mía si me encuentro en esta situación: no es que no haya querido pagar los impuestos, sabéis todos que ha sido un error de mi contable. Ahora sólo me queda confiar en la justicia de mi país». Los abogados de la Loren enviaron una petición de clemencia al presidente de la República, quien la rechazó a sabiendas de que del mes de prisión, Sofia Loren cumpliría pocos días gracias a la buena conducta y a que al fin y al cabo era Sofia Loren, el rostro de Italia a nivel internacional.

Y es que Sofia Loren vivía en esa época como una estrella más de Hollywood, gracias al Oscar conseguido en 1962 con la interpretación de «Dos mujeres» de Vittorio De Sica. El galardón de dio mayor prestigio internacional iniciando a rodar en inglés en los principales estudios estadounidenses. De hecho, dos años después de aquel Oscar, Loren volvió a ser nominada como mejor actriz por su papel en «Matrimonio a la italiana», pero esta vez se quedó sin el premio. Aunque los reconocimientos no sólo le llegaban de Estados Unidos, en España, Sofia Loren consiguió en 1974 la Concha de Plata como mejor actriz en el Festival de Cine de San Sebastián, por «El viaje».

«Una experiencia horrible»

A las 6.20 de la mañana del 5 de junio de 1982, Sofia Loren salía de la cárcel de Caserta. Fuera esperaban un centenar de periodistas llegados desde todo el mundo. «Me han tratado bien —dijo la actriz— pero nadie podía evitar que escuchara el ruido de las puertas que se cierran detrás de ti y tú no tienes la llave. Ha sido una experiencia horrible».

Sofia Loren remedió de este modo el problema con la justicia que desde 1973 perseguía a su familia. En ese año el Ministerio de Hacienda italiano descubrió una evasión fiscal de una factura de 112 millones, por lo que en 1977 fue condenada a un mes de reclusión. De ahí el consejo de los abogados de la familia: mejor cumplir con la justicia y dos semanas después estarás fuera por buena conducta. Así lo hizo Sofia, la mujer de orígenes humildes que consiguió llegar a la meca del cine, limpiando su nombre poco después, ya que el contable de la actriz fue considerado el culpable principal de la evasión.

Probablemente Sofia Loren conserve en su casa de Ginebra numerosos recuerdos de esos pocos días, como dicen los que la conocen, ya que como buena napolitana de adopción, es supersticiosa por lo que no tira nada. Quién sabe si conservará ese billete de Alitalia AZ-411 que la llevó desde Ginebra a Roma, rodeada de periodistas, y abrazada por su hermana María para no perder el equilibrio por los nervios.

«Sofia Loren paso 17 días en la cárcel como una detenida normal, a pesar del alboroto que en aquella época se montó a su alrededor», explica De Cristoforo en su libro dedicado a tantas otras detenidas menos ilustres que han pasado por las cárceles que ella dirigía.

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