Otra gran noche de Raphael, y quedan 14
La capacidad de convocatoria de Raphael es directamente proporcional a su capacidad para seguir siendo él
Otra gran noche de Raphael, y quedan 14
Da igual si canta todos los años en Madrid y durante muchos días (casi se ingresa en el teatro). Da igual, la capacidad de convocatoria de Raphael es directamente proporcional a su capacidad para seguir siendo él. No pesan los años, pesan los ... kilos, decía el anuncio de un agua mineral. Por el de Linares no pasan los años, pasan las generaciones. Las que van a verlo. Las señoras de siempre, los modernos, los amigos de sus hijos, Carlos Iturgaiz, un niño con traje de chaqueta y, por supuesto, Alaska . En el concierto de anoche en Madrid (Teatro Compac Gran Vía) hubo de todo. Sus canciones de siempre (de sus 51 años de carrera), boleros, rancheras y hasta tangos. Así, a los instrumentos habituales ha añadido trompetas, violines y un bandoneón. Pero Raphael es Raphael, el del disco de uranio, el señor de negro, el icono kitsch, el inmarcesible, el mejor imitador de sí mismo, el grande.
Cuando aparece, el teatro se cae. «Guaaapo». Cuando ataca «Mi gran noche», la tercera, todo el mundo canta con él. Ir a un concierto de Raphael es como ir al karaoke con tu artista favorito. A la altura de «Digan lo que digan» avisa de que nos vamos (lo vamos) a ver muchos años más. Teniendo en cuenta que Charles Aznavour tiene 87 años y también sigue ingresándose en los teatros, nos lo creemos. Él no llega a los 70. Lo bueno es que lo hemos visto envejecer (o algo así) . No causa ningún shock verlo porque no hemos dejado de verlo. A ver si Mecano consigue eso.
Raphael tiene sus canciones y las canciones que hace suyas. «Nostalgias» es «Nostalgias» by Raphael. Lo mismo que «Adoro», «Ella» o «Volver», que canta con Carlos Gardel, incluso haciéndole el playback a Carlos Gardel. Pero no importa de qué canción se trate. Raphael conecta el THX, el volumen se desmelena y cada canción parece la del final de concierto, alargándose y alargándose. Entre los bloques de tangos, boleros y rancheras, sus temazos: «Hablemos del amor» , una de las mejores canciones que ha visto y verá Eurovisión, o «Maravilloso corazón», con la que va levantando al público con un gesto para luego producirse una de esas extraordinarias comuniones entre el de Linares y sus fans, cosa que también pasa con «Estar enamorado» o «Escándalo».
Gastarse el dinero para ver a Raphael es gastárselo en un repertorio que no aburre, en más de treinta canciones y en casi tres horas de recital. Hay catorce oportunidades más para verlo y quizá escuchar «Balada triste de trompeta» o «Como yo te amo», que el día del debut se las comió.
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