Santiago Segura: «Si Misión en Marbella no tiene éxito, Torrente habrá muerto»
El rey de lo cutre, de la mancha y de la caspa, el detective más espeso de este lado del Atlántico, Torrente, vuelve a la carga. «Nunca segundas partes fueron peores», reza el cartel promocional de «Torrente 2. Misión en Marbella», nueva entrega de las ... aventuras del grasiento personaje creado por Santiago Segura, que el próximo viernes se estrena en 300 salas de cine españolas. A pesar de esta declaración de intenciones, Segura —que además de volver a interpretar, escribir y dirigir esta secuela, la produce con su compañía, Amiguetes Entertainment— espera si no superar, sí conseguir el mismo éxito que obtuvo con «Torrente», hasta la fecha la película española más taquillera con más de 2.000 millones de pesetas de recaudación. De ser así, habrá una tercera parte, pero «si no la demandan más espectadores, Torrente habrá muerto y será enterrado. Al menos guardaremos un buen recuerdo de este tipo asqueroso», señaló ayer el actor y director, tras presentar la película en Madrid.
Este tipo asqueroso reaparece ahora en la Costa del Sol, a los tres años de su huida de Madrid con el botín arrebatado a unos mafiosos, en plan «cutreglam»: envuelto en una chaqueta de leopardo y conduciendo un ferrari, pero con su imagen grasienta de siempre, su machismo recalcitrante, su pasión por el Atleti y por el Fary. Debido al azar, el brazo tonto de la ley se ve envuelto en una trama internacional, en la que un enloquecido traficante de armas amenaza con volar por los aires la ciudad de Jesús Gil.
Junto a Segura, Gabino Diego (el ayudante memo y politoxicómano de Torrente), José Luis Moreno (el villano terrorista internacional), Inés Sastre (en la piel de una cantante de «night club» de tercera) y Tony Leblanc (repite en la secuela pero con un papel totalmente diferente) componen la galería de personajes de este émulo de las películas de James Bond en versión casposa.
Segura, que ha contado con un presupuesto de 500 millones de pesetas, parodia el cine de acción estadounidense, que considera «absurdo», y las películas del agente 007, «un arquetipo machista y anacrónico», en su opinión, «aunque cuando era pequeño me gustaba, le tengo cariño», añadió. Esa admiración está presente ya en los títulos de crédito, al más puro estilo Bond, en las que el repugnante Torrente aparece entre chicas despampanantes, mientras suena de fondo la canción «Misión en Marbella», un guiño a las bandas sonoras de 007 en versión cañí, interpretada por José Sánchez Mota que imita a la perfección la voz del Raphael de los años 60.
La cinta reúne otros muchos homenajes, como el que Segura rinde al secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, en cuyo honor llama Luis Alberto al mono tití por el que el villano, que encarna José Luis Moreno, bebe los vientos. Los «cameos», como en la primera parte, también han funcionado en la segunda y más de una veintena de «amiguetes» de Segura participa en el filme de forma altruista. Junto a actores consagrados o rostros televisivos, realizan pequeñas intervenciones el tenista Carlos Moyá, el cantante Dieguito el Cigala o la supermodelo Esther Cañadas, entre otros muchos nombres. «Me encanta esa escena —dijo Segura en alusión a la que rodó con la maniquí— porque Esther es la encarnación pura del glamour y Torrente le gasta una broma, se cree que es elegante y que puede colarse en cualquier fiesta, cuando es el gañán por excelencia, es el megagañán».
La otra «top» de la película, Inés Sastre, a la que Segura ha hecho cantar boleros en la película, aseguró que aún no se había visto, pero que sí se había oído, «y me ha parecido bien». Sastre afirmó que le apetecía mucho «trabajar en “Torrente II”» y el director justificó su presencia porque «necesitaba a alguien alejado del universo torrentiano y nada más lejos que una “top model”. Cuando me dijo que sí, estuvo un buen rato babeando». También manifestó que escogió al «showman» televisivo José Luis Moreno para el papel del terrorista, «porque arquea la ceja como ningún villano en la pantalla y por esa sonrisa de psicópata que tiene».
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