El retorno sin gloria del penúltimo Rey de Italia

No hay espacio para la indiferencia ante l a vuelta de los Saboya , ni siquiera a 70 años de distancia de la muerte del Rey. Se han abierto viejas heridas en el país , rencillas en una familia dividida y litigiosa, y una fuerte polémica por la sepultura de los monarcas. Nunca fue amado en Italia el Víctor Manuel III , que reinó sin ningún genio desde 1900 a 1946. Se le señala por tres graves acusaciones: la complicidad con el régimen fascista de Benito Mussolini , al que permitió su acceso violento al poder en 1922 tras la célebre «Marcha sobre Roma»; el haber firmado en 1938 las leyes raciales dirigidas principalmente contra la comunidad judía ; y, por último, firmar tarde y mal el armisticio consintiendo a los alemanes de invadir Italia mientras él huía de Roma para dirigirse al sur del país ya liberado y en manos de los aliados. En cualquier caso, el gesto más grave e imperdonable fue la firma de las leyes de discriminación racial , siendo condenado por la historia al no tener un gesto de coraje para oponerse a Mussolini y a los fascistas.

Víctor Manuel III abdicó en 1946 a favor de su hijo, Humberto II , que reinó durante un mes, hasta el día del referéndum cuando los italianos votaron a favor de la república y contra la monarquía. La Constitución que entró en vigor en 1948 prohibió la vuelta de los herederos varones de la casa Saboya , una norma que fue derogada en 2002, durante el gobierno de Silvio Berlusconi , consintiendo el final del exilio para los descendientes de la Casa Real italiana.

La artífice de la operación del discreto regreso de los restos mortales de los Reyes a Italia ha sido su nieta María Gabriela de Saboya –«Ella», la llaman los amigos–, nacida hace 77 años en Nápoles. Es la intelectual de la familia, tercera hija de Humberto II y María José de Bélgica . Ha sido quien ha mantenido la negociación con el Estado y de forma particular con la presidencia de la República. Fue el presidente, Sergio Mattarella , quien por «razones humanitarias» autorizó la repatriación tras las gestiones realizadas con la máxima discreción para evitar una instrumentalización política . Por eso, a Mattarella no le ha sentado bien la reacción de algunos miembros de los Saboya que ahora protestan porque desean que los penúltimos Reyes de Italia sean sepultados en el Panteón de Roma , que alberga los cuerpos de Víctor Manuel II, Humberto I y la Reina Margarita. En la negociación, el Estado dejó claro que para Víctor Manuel III, por sus muchas y graves responsabilidades históricas , no podía haber tumba en el Panteón, un lugar simbólico para personajes ilustres y con méritos reconocidos por el país.

Desde que perdieron el Trono, los Saboya no han sido un ejemplo de unidad familiar. Tras la caída de Humberto II, llamado el «rey de mayo» –el único mes que reinó–, se dividieron casi de inmediato: él se instaló en Cascais y su esposa, en Merlinge (Suiza). Tampoco los hijos, como ahora se ha comprobado una vez más, nunca han estado de acuerdo. Maria Gabriela llevó la negociación en secreto y ni siquiera informó del regreso de los restos de sus abuelos a su hermano Víctor Manuel de Saboya (80), primer heredero masculino de la Casa Real, siempre en lucha con su primo Amadeo de Aosta (74), una relación inconciliable . Víctor Manuel reaccionó con indignación a la forma en que han regresado sus abuelos: «Me he enterado por televisión de la noticia; María Gabriela no me dijo ni una sola palabra sobre la operación del retorno. Me siento ofendido», dijo. Personaje muy polémico, Víctor Manuel de Saboya tuvo el carnet número 516 de la famosa Logia masónica secreta P2 y es autor de gestas poco honorables, como la muerte de un turista alemán Dirk Hamer en Cavallo (Córcega), en 1978, o el ingreso en prisión en el año 2006 acusado de corrupción y explotación de la prostitución .

La repatriación de los restos y las pretensiones de la familia exigiendo una tumba en el Panteón ha causado indignación en la comunidad judía italiana : «En una época marcada por la progresiva pérdida de la memoria y de los valores fundamentales, el retorno de los restos de Víctor Manuel III genera profunda inquietud. Él firmó las leyes raciales que significaron un descrédito y vergüenza en todo el país ; Italia no puede y no debe olvidar», afirma Noemi Di Segni, presidenta de la unión de las Comunidades Judías Italianas. En cambio, Giorgia Meloni , líder del partido derechista Hermanos de Italia, considera que «el odio no es una categoría de la historia y de la política; esta repatriación puede ser la ocasión para completar el proceso de pacificación nacional ». Hay, en fin, quien habla de «golpe de fortuna», como el alcalde Vicoforte, Valter Roattino, quien confía en que «el tener a los dos soberanos en el santuario nos puede traer turismo ».

La polémica seguramente seguirá, pero los historiadores concuerdan en que la repatriación es positiva , porque supone un gesto que cierra las cuentas con la historia.