El reposo de la Reina en Balmoral
ABC se adentra en el refugio privado de la Reina de Inglaterra, el único lugar en el mundo en el que, según ella, es «libre y feliz»
MARTÍN BIANCHI
«Mis hijos y mis nietos adoran Balmoral, dicen que es por la libertad que tienen aquí. Y yo también lo creo así . Uno puede caminar kilómetros sin cruzarse con nadie y las posibilidades son infinitas: montar a caballo, los picnics al aire libre [...] ... Las vacaciones son muy cortas y aquí podemos vivirlas plenamente», confiesa la Reina de Inglaterra en un breve documental de hace veinte años en el que desvela, solo por unos instantes, la intimidad de su descanso estival en esta mansión neogótica en medio de las Tierras Altas de Escocia .
Desde que Victoria I, tatarabuela de la actual Monarca, adquiriera el castillo en la pequeña población de Ballater, a 130 kilómetros de Edimburgo, Balmoral es una de las nueve residencias reales de los Windsor, la única —junto con Sandringham— que la Reina y su familia conservan como propiedad privada. Rodeado por más de 20.000 hectáreas de bosque protegido, el castillo es un «pequeño» paraíso — vedado a los curiosos y paparazzi — que incluye un coto de caza de ciervos, un campo de cricket, un río para la pesca del salmón, una decena de cabañas de lujo y más de cien kilómetros de caminos.
De hecho, la propiedad es tan impenetrable que ha sido uno de los destinos de luna de miel de la Reina y Felipe de Edimburgo, de su hija Ana y el capitán Phillips, y de su hijo Carlos y Diana Spencer. Tras su boda, en 2011, el Príncipe Guillermo y la Duquesa de Cambridge rompieron esa tradición cuando decidieron permanecer en Londres. Quizá por aquellos rumores de que Diana de Gales odiaba el lugar. «Detestaba el frío, la humedad y la formalidad. No podía soportar todos esos picnics y barbacoas», sostiene la biógrafa real Ingrid Seward en varias entrevistas.
«Balmoral puede ser una dura prueba para las novias reales. Aunque tanto Koo Stark, antigua novia del Príncipe Andrés, como la Duquesa de York amaban el sitio», dice Seward, que además es editora de «Majesty», una popular revista especializada en la vida de la realeza.
Juntos pero no revueltos
El Príncipe Carlos y Camilla siguen siendo asiduos visitantes. «Ellos utilizan la antigua cabaña de la Reina Madre, una casa alejada de la mansión principal», explican los lugareños a ABC . Durante sus años como estudiantes en St. Andrews, Guillermo y Kate también solían pasar los fines de semana en uno de los cottages de la propiedad, una casita sencilla de tres habitaciones que la Familia Real llama «Tam-na-Ghar».
Dicen que se necesitan dos días para recorrer todo el latifundio. Distancias más que sensatas para «preservar» la intimidad de sus moradores. «Pasan las vacaciones todos juntos, pero cada uno tiene su privacidad», dice Garry Marsden , responsable de turismo de Balmoral durante la brevísima temporada en la que está abierto al público. Durante esos meses, entre abril y julio, los turistas pueden visitar el salón de baile victoriano, realizar un safari salvaje por los bosques y la tundra, pescar o alquilar una de las cabañas (desde mil euros semanales). «A veces la Reina viene en los meses que Balmoral todavía está abierto al público y prefiere hospedarse en una de las cabañas», señala Marsden.
Y es que mientras descansa en las Highlands, Isabel II es simplemente «Lilibeth», como la llaman los suyos. «Conduce su Range Rover para pasear por la propiedad y sigue practicando sus pasatiempos de toda la vida, la jardinería y la hípica», dice otro de los guías del castillo. A diferencia del Palacio de Buckingham, donde trabajan 600 personas, Balmoral solo cuenta con 50 empleados. El Duque de Edimburgo, que en alguna ocasión bromeó con que las mujeres británicas «no saben cocinar», incluso presume de preparar las salsas y carnes para las barbacoas familiares.
La naturalidad de los Windsor en Escocia llega hasta niveles insospechados. No es extraño encontrarse a Carlos de Inglaterra haciendo las compras en la villa de Ballater. El Príncipe es un fiel cliente de , una tienda de frutas y verduras con el royal warrant, el sello de garantía de proveedor real. Mientras que la Reina es la clienta más ilustre de «Chalmers Bakery», la panadería oficial de la Familia Real desde 1956, o de «H. M. Sheridan», donde compra el pastel de carne más famoso de Escocia. «Dormir seis semanas en la misma cama es una bendición», ha admitido la Monarca a un periodista. Y esa cama se encuentra en Balmoral.
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