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Nadie quiere un Versalles en Nueva York

Una mansión versallesca en el Upper East Side lleva quince años sin encontrar comprador, a pesar de que su propietario no deja de bajarle el precio

Uno de los salones del palacete inspirado en Versalles que se vende en Manhattan ABC
Javier Ansorena

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Una exposición en el Metropolitan Museum recrea desde mediados del mes pasado la experiencia que suponía visitar el palacio de Versalles en su máximo esplendor , desde que Luis XIV movió allí la corte en 1682 hasta que la monarquía fue expulsada con la revolución francesa de 1789. Pinturas, esculturas, tapices, lámparas y porcelanas devuelven la atmósfera fastuosa del palacio, que hoy recorren con curiosidad neoyorquinos y turistas.

La pasión versallesca, sin embargo, no llega a los grandes bolsillos de Nueva York . O, al menos, no para poner una pila de millones por una mansión inspirada en el estilo ampuloso del borbón galo. El número 163 de la calle East 64th , al que se ha calificado como el « Versalles en Manhattan» , lleva 15 años sin encontrar comprador.

Su aspecto exterior es elegante, en ladrillo rojo y piedra caliza, de estilo neo-georgiano. Por dentro, evoluciona a un carácter más sobrecargado y barroco. Dispone de una librería original inglesa en madera de pino , un salón de estilo Luis XIV con diez grandes lienzos inspirados por una de las estancias más famosas de la Frick Collection -un museo neoyorquino en la que fue la mansión de una de las familias más ricas de la ciudad- y dormitorios con cabeceros y drapeados grandiosos .

Es muy posible que el estilo de la casa no convenza a todo el mundo. El gran inconveniente , sin embargo, parece su precio . Su dueño, Kenneth Laub , la sacó a la venta en 2003. En diciembre de 2007, pedía 35 millones de dólares por ella . Era una época de precios inmobiliarios disparados, todavía faltaban meses para que estallara la crisis de las hipotecas tóxicas. Pero aquello parecía demasiado para una casa que tiene otros defectos: no está todo lo cerca de Central Park como les gusta a los multimillonarios del Upper East Side y no tiene mucho espacio exterior (en lugar del habitual jardín para estas mansiones, tiene una terraza en la azotea).

Desde entonces, la mansión ha pasado de mano en mano de las agencias inmobiliarias de lujo. Ninguno de sus agentes más avezados era capaz de encontrar comprador . Y eso que su precio se ha despeñado: en julio de 2011, bajó a 29,95 millones; en junio de 2013, a 27,5; en 2015 tuvo dos caídas: pedían 25 y 23,9 millones.

Laub, un millonario del sector inmobiliario comercial de 79 años, quizá es consciente que pide demasiado por la mansión. Él la compró por 4 millones de dólares en 1986 y en un momento pareció que no le importaba quedársela si no hacía un gran negocio. ¿Su conexión emocional le hizo creer que su precio es mayor que lo que puede pagar el mercado? «Si la pongo demasiado cara no me importa. Si a alguien le parece que vale lo que yo creo, la comprarán . Si no, no lo harán. Y no es el fin de el mundo en cualquier de los casos», aseguró en una entrevista con «Observer» en 2009, cuando la etiqueta todavía decía «35 millones». Ahora, parece que Laub cambia de opinión, y por primera vez está en el mercado por menos de 20 millones: 19,75 millones de dólares .

Quizá esta última rebaja cambiará la suerte de una mansión que, en el círculo inmobiliario neoyorquino, se considera maldita.

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