El matrimonio de Arantxa Sánchez Vicario y Josep Santacana ya es historia

Tras la vista que se celebró el pasado 4 de marzo -a la que asistió el empresario, pero no la extenista-, la juez de Esplugues ha confirmado, efectivamente, la disolución matrimonial . Se declara ser competente para decidir sobre esta cuestión, y concluye lo siguiente en su disposición, que los abogados de Sánchez Vicario todavía pueden recurrir: «Existiendo por tanto unas capitulaciones matrimoniales en las que se incluían los pactos efectuados en previsión de una ruptura matrimonial, derechos y obligaciones de los cónyuges, deberá estarse a lo en ellas dispuesto». Sin embargo, la juez rechaza la pretensión del empresario de hacer un «pronunciamiento expreso» sobre la validez de los capítulos matrimoniales. Se refiere a las que la familia Sánchez Vicario obligó a firmar a Santacana en 2008, donde se establecía el régimen de separación de bienes . Sobre esto, la juez sostiene que «no puede ser objeto del presente procedimiento la validez o no de las capitulaciones», pues «excede de su objeto decidir sobre la validez de las mismas».

La ruptura oficial del matrimonio, con dos hijos menores, no acabará con las pugnas judiciales entre Arantxa y Pep. Los acuerdos sobre la custodia y manutención de los hijos siguen paralizados en los tribunales de Miami. Las versiones sobre esto son muy diferentes. El entorno de Santacana dice que Arantxa estuvo meses sin dejarle ver a los niños . El relato de los abogados de la extenista asegura lo contrario: que los niños viven con su madre y del padre no se sabe nada. Ni los ve ni ha pedido verlos. Cuando la pareja se casó, el 12 de septiembre de 2008 en Peralda (Gerona), la fortuna de la tenista estaba cifrada en 35 millones. Poco queda de ese dinero, según fuentes de Sánchez Vicario. Antes de la boda, el patrimonio de la tenista estuvo controlado primero por su familia y luego por Santacana. Ella nunca se ha ocupado de sus finanzas, según sus abogados.