Macarena Gómez: «En el desierto de Nevada sentí ser una pintura de Dalí»

A la pregunta de ABC de cuáles son las vacaciones de su vida, le cuesta decidirse por una en concreto. «Han sido tantas las que tengo guardadas en la retina y en el corazón...» . Pero al final elige las de 2013, «por su originalidad y lo novedoso del viaje: mis vacaciones en el festival de Burning Man (Nevada, EE.UU.). Viajé allí, a finales de agosto de hace siete años, junto a mi marido (el empresario Aldo Comas) y que volví a repetir al año siguiente».

Burning Man es un festival consagrado al arte y a la música. Una performance radical que se celebra en una ciudad improvisada en pleno desierto de Nevada, y que este año ha sido cancelado debido a la pandemia. «Esta ciudad -nos comenta Macarena Gómez- se organiza en torno a la plaza principal, conocida como “la playa”, alrededor de la cual y cómo si de las manillas del reloj se tratara, se forman calles a base de tiendas y caravanas».

¿Por qué lo recuerda como algo tan especial? «Alguna vez habéis sentido estar dentro de un cuadro de Dalí. Pues allí lo sientes, porque en este lugar se pierde la conciencia del tiempo , el cual se derrite como lo hacen los relojes de Dalí». Y añade: «Un continuo desfile de vehículos tuneados y estructuras de madera motorizadas. El mundo más salvaje de “Mad Max” mezclado con imágenes de Lewis Carrol. Es el ejemplo de la Utopía en estado puro. Arte efímero que solo dura siete días, pero que vivirá eternamente en mi mente».

La actriz cordobesa añade que «al estar allí sentíamos acceder a un mundo nuevo, quizás el fin del mundo, o quizás, solo quizás, un mundo pos-apocalíptico. Llegamos al amanecer, cogimos nuestras bicis y pedaleamos hasta ‘‘la playa’’. De la nada aparecieron minúsculas figuras en movimiento que, como hormigas o caracoles, volvían a su campamento. Se apagaron los últimos neones y un manto de luz natural, cubrió todo el desierto». Y recuerda: «Fue entonces cuando sentí ser parte de una pintura daliniana. Miré al cielo, pintado de azul, rojo y cobre y, de repente, sentí mil lágrimas recorriendo mis mejillas, mezclados con el polvo . Fue el espectáculo más hermoso que jamás he visto: ¡el amanecer en Burning Man!