Julio Benítez espera torear con su hermano Manuel Díaz en agosto

El caso de Julio Benítez es paradigmático. Hace apenas seis días le operaban una pierna en el hospital San Juan de Dios, tras sufrir un aparatoso accidente en motocicleta cuando salía de su casa de Córdoba: recibió un impacto de una furgoneta a las cuatro de la tarde del miércoles 7 de junio. Hoy ya está en casa, muy ilusionado con la perspectiva de volver a los ruedos y retomar la temporada taurina en agosto, junto a su hermano Manuel Díaz . Fue precisamente tras una llamada del propio Manuel al hospital cuando Julio empezó a pesar a vestirse de nuevo con el traje de luces y rematar un verano que estaba empezando con muy buen pie. «Le han intervenido en la tibia por rotura, pero era una fractura limpia y creen que si todo va bien, nada le impedirá estar en agosto en algunas plazas», comenta su representante, al tiempo que confirma el alta hospitalaria del torero el pasado domingo para seguir los cuidados médicos en la casa de su madre, Martina Fraysse.

Según ha podido saber ABC, su padre, Manuel Benítez «El Cordobés» , no ha acudido estos días al centro hospitalario, aunque ha estado informado de todo por otro de sus hijos. Tras las declaraciones públicas del maestro de Palma del Río, en las que criticaba las corridas a dúo de sus dos hijos, la relación se ha hecho más distante con Julio de lo que ya era y ni siquiera este accidente ha servido para que los tres pudieran reencontrarse , aunque fuera en la habitación de un hospital. Del lado de Julio es precisamente de donde no se ha movido su ex, Martina, una mujer discreta y seria, que sigue firme en su idea de estar al margen de los focos, aunque muy volcada en conseguir que su hijo cumpla su sueño.

Y como anécdota, dentro de las muchas llamadas que han recibido para interesarse por la salud del joven torero está la de su padrino de Bautismo, el cantante Julio Iglesias (de ahí su nombre), quien se ha interesado por su ahijado. Iglesias ya está en su casa de Ojén (Málaga) y es más que un detalle que se acuerde de aquel bebé que llevó a la pila bautismal y que hoy ya es un hombre que pasa por un duro trance. Por lo menos, que no le falle el padrino.