«Imperio Argentina era mala, pero mala químicamente pura»
«El meterme con algo por hacer daño no va conmigo», advierte Alfredo El Grande, que en «Vida de un cómico» (Aguilar) desnuda su alma al periodista Marcos Ordóñez. Pura delicia. Así habla Landa:
Pilar Miró, Directora, productora: «Dejó caer el Quijote miserablemente»
«Todo ... empezó a fastidiarse con la famosa ley Miró. Creó comisiones que repartían los cartones de rodaje entre sus amigos. Que antes tampoco era gloria bendita. Claro que no, no me chupo el dedo. Llevo la tira en esta profesión, y picaresca y mangantes ha habido siempre, y hecha la ley, hecha la trampa. En la época de «La niña de luto» era un encanto de mujer. Estaba para comérsela y seducía a todo bicho viviente. A mí me cayó de fábula, y luego, años después, todo lo contrario. Cambió mucho Pilarita. Plantó a Álvaro de Luna un mes antes de la boda. Es verdad que dejó caer lo del Quijote, pero miserablemente. Ella quería que fuera Paco Rabal. Y cuando se enteró de que me lo habían dado a mí estuvo más simpática».
Gracita Morales: «Un encanto, pero se hizo intratable»
«Hicimos unas cuantas películas, aunque su pareja ideal en cine era López Vázquez. Yo fui un poco el refresco del Morito. Gracita se reveló en teatro con una sola frase: «¡Ave María Purísima!», y la gente se tronchaba. Siempre hacía el mismo personaje, fuera una chacha o una monja. En esa cuerda locuela y cantarina era un prodigio de gracia y de talento. Después se casó con un loco de la vida, que le salió rana. Era un encanto. Luego se hizo intratable, caprichosa, despótica».
Imperio Argentina: «Era mala, mala químicamente pura»
««Tata mía» la rodábamos de ocho a tres. Yo bajaba de Serrano en dirección a mi casa todos los días. Y más de un día me saltaba los semáforos en rojo para ver si me embestía cualquiera y se me jodía una mano para no ir a rodar. Lo pasé muy mal, muy mal por culpa de Imperio Argentina, claro, que era un ser que me cayó fatal. Al revés que a Borau, que era la ilusión de su vida. Era mala, pero mala químicamente pura».
José Luis Garci: «Es un talento del cine»
«Ha sido mi mejor director. De él y de Sáenz de Heredia tengo recuerdos imborrables. Con Garci he participado más, él es un talento del cine. Estoy muy contento y orgulloso de haber tomado la determinación, reflexiva, de volver a nuestra amistad y cariño de 40 años de hermanamiento. ¡Hemos conseguido tantos éxitos! Y por una chorrada... que la culpa la tuve yo. Sabía que me iba a decir que le dijo no a la Academia de Cine [a entregarle el Goya de Honor] porque no se llevaba bien con la Academia de Cine. Pero pensaba que la amistad está por encima de eso. Cometí la imprudencia de colgarle el teléfono. Él nunca dijo nada, y eso le honra. El 22 de julio me reconcilié con él. Un gran amigo, Antonio Herrera, me lo recordaba. Marqué su número: «Jose, soy Alfredo. Te llamo porque he estado pensando mucho en todo lo que ha pasado y, mira, creo que no había motivo para colgarte el teléfono. Sólo quiero decirte una cosa: que si en algo te he faltado, te pido perdón». Y Garci dijo: «Yo también te pido perdón»».
Gómez Bur, Agustín González, Actores: «Al final fuimos muy amigos»
«Manolo [Gómez Bur] era gracioso, eficaz, pero facilón. Era un pájaro a la hora de robar escenas y un pájaro como persona. Coincidimos en un montón de películas. En la última época de su vida, retirado y muy enfermo, cambió por completo y nos acercamos muchísimo. Cuando vi que Agustín entraba en el María Guerrero me llevé un disgusto ¡porque no le podía ni aguantar! Y le tocó el camerino a mi lado. Al cabo de cuatro días llegó a ser mi mejor amigo, un tipo entrañable».
Rafael Gil, Director: «Compartíamos bocatas de sardinas»
«Me llevé fabulosamente bien porque no era un personaje cercano. Tan bien que participé en todos los bocadillos de sardinas que eran a diario, que los traían dos hermanos que hacían de chóferes de él. Y a partir del primer día: «Doble ración, ¿eh?, una es para éste»».
José Luis Dibildos, Productor: «Fue romper con él y cambiar mi suerte»
«Lo quería matar, ¡figuradamente claro! Pensé: «Claro que si lo mato yo se va a notar. Me pillarán. Dejaré huellas en el candelabro. Hay que llamar a Mortalitos». ¡Joder! Estaba desesperado. Dibildos me las hizo pasar canutas. Rompí con él y cambió mi suerte».
José Frade, Productor: «Nos enfrentamos, pero le aprecio»
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