Los hijos de Doña Cristina, cada vez más presentes en Madrid

En estas circunstancias tan excepcionales, Doña Cristina está contando con el apoyo de toda su familia y muy especialmente con el de Doña Sofía , que se ha convertido en su principal ayuda para normalizar las cada vez más frecuentes estancias de la familia Urdangarin en Madrid. El último gesto de la madre del Rey fue pedir al mayor de los hijos de la Infanta, Juan, que la acompañara, junto a la Princesa Irene de Grecia , el pasado miércoles al Teatro Real, donde los niños y jóvenes que viven junto al vertedero de Cateura, el más grande de Asunción (Paraguay), ofrecieron un concierto con sus instrumentos reciclados.

A sus 19 años, Juan está estudiando en una Universidad del Reino Unido , después de haber pasado parte del año pasado como voluntario en el Centro Arrupe, en Battambang (Camboya), que es un oasis de paz y progreso creado por el jesuita español Enrique Figaredo. Doña Sofía visitó este centro en uno de sus viajes de Cooperación, en 2008, y quedó fascinada con la labor que realiza a favor de las personas discapacitadas, ya sea por minas o por poliomelitis.

Juan se ha reunido estos días con su madre y sus tres hermanos en Madrid, donde han pasado la Nochebuena y la Navidad en el Palacio de La Zarzuela junto a la Familia Real y los familiares del Rey, tal y como confirmó la Infanta Doña Margarita , hermana de Don Juan Carlos, a los periodistas de Europa Press que le preguntaron. Tras pasar parte de las fiestas en Madrid, la Infanta Doña Cristina y sus hijos se desplazaron a Vitoria, donde despidieron el año con la familia Urdangarin. La Infanta no pasaba las fiestas navideñas en la residencia de los Reyes desde hacía cinco años, cuando se intensificó el alejamiento institucional por el caso Nóos.

En aquellos momentos, la Casa del Rey quiso marcar distancias con Doña Cristina y su marido con el fin de no interferir en el proceso judicial. Algunos sectores cuestionaban que el yerno o el cuñado del Rey fuera condenado a prisión, y utilizaban el caso Nóos para erosionar a la Corona. Ahora, con Doña Cristina absuelta y Urdangarin cumpliendo la pena de cinco años y diez meses de prisión que le impuso el Tribunal Supremo, no hay ninguna razón para mantener el alejamiento.

Tanto Don Juan Carlos y Doña Sofía como Don Felipe y Doña Letizia siempre procuraron que el caso Nóos no afectara a los cuatro hijos de la Infanta, con los que mantuvieron relación a lo largo del proceso judicial. Sin embargo, los niños también se vieron afectados por el caso Nóos, que motivó la mudanza de la familia a Estados Unidos, su regreso a España y el traslado posterior a Ginebra, donde reside Doña Cristina con sus dos hijos menores, Miguel e Irene.

Pablo, el segundo, de 18 años, también ha abandonado el domicilio familiar para trasladarse a Hannover, donde le ha fichado el TSV Hannover Burgdorf , un equipo de balonmano que juega en Primera División en la Bundesliga.

Reunidos en Madrid, la Infanta y sus cuatro hijos visitaron el pasado 23 de diciembre a Urdangarin en la prisión de Brieva, según los fotógrafos que hacían guardia en los accesos y que tomaron imágenes de una furgoneta con los cristales tintados en la que supuestamente viajaban los cinco miembros de la familia.

Después, Doña Cristina y sus hijos regresaron al Palacio de La Zarzuela junto a sus familiares, y Urdangarin pasó solo en la cárcel la Nochebuena y la Navidad , acompañado por sus libros y una televisión, aunque en estos días también podrá disponer de su bicicleta estática. Así se lo ha autorizado el Juzgado de Vigilancia Penitenciara número 1 de Valladolid después de que la cárcel de Brieva se la denegara.

El juzgado ha tenido en cuenta que con sus casi dos metros de altura, a Urdangarin le quedan pequeñas las bicicletas disponibles en el gimnasio de la cárcel de mujeres en la que se encuentra su módulo.

Urdangarin escogió precisamente esta prisión porque se trata del centro penitenciario que mejor garantiza su seguridad y su intimidad. Al pemanecer solo, sin la compañía de otros reclusos, se reduce al mínimo el riesgo de que alguien le pueda fotografiar en el interior de la prisión, imagen por la que algunos medios podrían ofrecer cantidades muy elevadas. Este módulo también garantiza la intimidad de la Infanta, de sus hijos y de otros familiares directos y políticos que ya se han acercado a la prisión. Pero el precio que Urdangarin tiene que pagar a cambio de la intimidad y la seguridad es la soledad.

Hasta finales de 2019, el marido de la Infanta seguirá el mismo régimen que los demás presos , es decir, podrá recibir una visita a la semana de cuarenta minutos de duración, realizar diez llamadas telefónicas a la semana de cinco minutos cada una y mantener un vis a vis una vez al mes de hasta tres horas de duración. A partir de noviembre o diciembre, empezará a mejorar su situación, ya que podrá disfrutar de permisos ordinarios de hasta una semana de duración con un máximo de 36 días al año.