Harry y Meghan, una historia de amor salpicada por un rosario de polémicas

Todo comenzó en julio de 2016. Tras su primera cita, sus encuentros fueron cada vez más, a pesar de que por aquel entonces ella residía en Toronto y él en Londres. «Nunca pasamos más de dos semanas sin vernos », contó Harry en el citado documental, y así fue como hicieron que funcionara: «Todo fue simplemente perfecto».

No obstante, la idílica imagen que se proyectó sobre su historia de amor en aquel momento, coincidiendo con el anuncio de su compromiso, poco tuvo que ver con el revuelo que se generó en vista de lo rápido que sucedió todo . Y es que apenas un mes después de conocerse ya viajaron juntos a Botsuana -lo que se convirtió en su primera escapada romántica-, que meses después sería el escenario en el que el nieto de Isabel II le pediría matrimonio.

Ya en octubre de ese mismo año la prensa británica comenzó a hacerse eco del posible noviazgo, y los rumores fueron cada vez a más. En noviembre, la Casa Real emitió un comunicado en el que confirmaba la relación y en el que se referían a Meghan como la «novia» de Harry. Entonces tan solo habían pasado cuatro meses desde que comenzaran a salir, pero la exactriz fue víctima de una gran tormenta mediática que solo sería el comienzo de la que estaba por llegar y que, en parte, ha sido la culpable de su reciente abandono de sus deberes con la Familia Real Británica. «Ha sido objeto de una ola de abusos y acoso . Algunos de ellos públicos», rezaba el mensaje, en el que se plasmaba también la gran preocupación de Harry por su pareja.

Aquellas navidades las pasaron por separado, con sus respectivas familias, pero la pareja despidió el año conjuntamente en Noruega. Y así sucesivamente, alrededor el mundo, pues la suya ha sido desde el principio una relación «todoterreno». La oficialización definitiva de su noviazgo fue durante un partido de polo en el que se dieron su primer beso en público, pero todo cambió sin duda cuando, poco antes de prometerse, Meghan, todavía actriz y figura pública, concedió una entrevista (y fue la primera en hacerlo) a la revista Vanity Fair, en la que habló abiertamente sobre su relación con el hijo del Príncipe Carlos .

La pareja se casó finalmente el 18 de mayo de 2018 en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Desde entonces, y hasta ahora, no hay decisión, comportamiento o actuación del matrimonio que no se analice con lupa, una situación que ha terminado crispando a los Duques de Sussex pero que también ha repercutido en su relación con el resto de miembros de la Casa Real. Un tira y afloja entre las normas impuestas por la realeza y su corazón.

La ausencia de Thomas Markle , padre de Meghan, en la boda de su hija con el Príncipe Harry era solo la punta del iceberg. Desde ese momento, los medios ingleses comenzaron una guerra por ver quién daba las declaraciones más polémicas de un hombre que parece querer arruinar la reputación de su hija. También su hijo, Thomas Markle Jr , ha intentado aprovecharse de la posición de su hermana para ganar dinero: han compartido imágenes personales y han aireado sus «trapos sucios».

No habían pasado más de 100 días desde que Meghan adquiriera el título de Duquesa de Sussex cuando una diputada irlandesa aseguró que Meghan estaba «contenta» con la despenalización del aborto en el país . Esta afirmación desliz de la Duquesa de Sussex es mucho mayor de lo que a simple vista pueda parecer. Los miembros de la Familia Real británica tienen prohibido hacer públicas sus opiniones políticas.

Sin embargo, aunque todo ello debe formar parte de su pasado, en su visita a Dublín conversó con la diputada Catherine Noone , quien aseguró ver a Markle «contenta con el resultado sobre el referéndum del aborto». Posteriormente, al ver la trascendencia mediática de dicha declaración, la diputada se vio obligada a rectificar y aclarar que «la duquesa no quiso opinar al respecto, pero fue encantadora».

Tras el anuncio de su embarazo, las polémicas y habladurías siguieron aumentando. Los supuestos planes secretos de Meghan para dar a luz en su casa o sus supuestos deseos de criar a su hijo en «género neutro» son solo algunos de los rumores que se propagaron desde su entorno, y que fomentó la prensa británica. Además, después del nacimiento anunciaron que con la intención de mantener a su hijo más protegido le presentarían oficialmente cuando ellos creyeran oportuno, una iniciativa aplaudida por muchos pero que consiguió enfadar a la ciudadanía británica , muy volcada con la realeza.

Desde su entrada en la Casa Real, también se ha hablado mucho de los miembros del personal de Meghan que han dimitido, según señalan diversas fuentes, por la imposibilidad de entenderse con ella. «La duquesa difícil», es el apodo con el que algunos se refieren a ella después de que dimitiera su guardaespaldas, su asistente personal y varias niñeras del pequeño Archie.

Este verano prensa inglesa publicaba que el matrimonio viajó a bordo de un avión privado de una compañía conocida popularmente como «Uber para multimillonarios» cuyo alquiler les habría costado unas 20.000 libras - 22.000 euros -. Un vuelo que choca mucho con el lado ecologista de ambos, pues en vez de optar por un avión compartido con más gente, eligieron esta opción, mucho más cara y menos respetuosa con el planeta.

Tal y como ya adelantaron Meghan y Harry hace unos meses, tras volver de su viaje por Sudáfrica, todas estas polémicas y el escrutinio constante de su comportamiento por parte de la prensa ha hecho mella en sus vidas, por lo que anunciaron una retirada temporal de la vida pública. Pero esta decisión fue solo el «preaviso» de lo que vendría después: los Duques de Sussex han comunicado este miércoles que renuncian a su sueldo y deberes con la Familia Real británica .