Francisco Cano: «He tenido a Ava Gardner entre mis brazos»
Francisco Cano: «He tenido a Ava Gardner entre mis brazos»
«He tenido muchas veces a Ava Gardner entre mis brazos». Palabra de Francisco Cano, «Canito» para los toreros. El nonagenario fotógrafo de cabello espuma de mar y gorrilla blanca ha inmortalizado con su cámara la vida social desde la segunda Guerra Mundial. Una suculenta ... selección de un centenar de imágenes entre un archivo de dos millones ve la luz en «Mitos de Cano» (Rom editors), una obra excepcional que enseña el glamour de artistas de cine, aristócratas, escritores o emperatrices del siglo XX.
Genio y figura, besa un cartel de Ava que ilustra la portada, tallada en plata. Ratifica que fue el animal más bello del mundo. Se ha codeado con «monumentos»: Sophia Loren, Lola Flores, Carmen Sevilla, Lupe Sino, Rocío Jurado y un largo etcétera posaron para su Leica. «Todas eran maravillosas, pero Ava... La he tenido entre mis brazos, nos hemos besado y emborrachado; me quería y nos respetábamos». Ante la mirada de Maruja, su inseparable compañera, espeta: «Siempre he afirmado que las dos mujeres más hermosas son Ava y la Virgen María. Mi esposa es muy beata y se enfada. Le digo: «Tú quédate con la Virgen que yo me quedaré con la Gardner»». A sus cercanos cien años, confiesa sin ambages su mayor pesar: «Se me caen las lágrimas cuando pasan las mujeres y se me van vivas...»
Su memoria esconde sabrosas anécdotas. Detrás de cada fotografía hay una historia. ¿Cuál recuerda sobremanera? Dispara rápido: «Un día estaba Franco de cacería con Luis Miguel Dominguín y le preguntó: «Torero, ¿quién es el comunista de tu familia?» Y le respondió: «Todos». Los presentes nos quedamos blancos, pero Franco soltó una carcajada. Admiraba a Luis Miguel una barbaridad».
Boxeador, novillero, fotógrafo taurino y fiel lector de ABC, «donde ejercí muchos años», y por encima de todo seguidor de Manolete. «Lloré más su muerte que la de mi padre. Tenía tanta vergüenza torera. Se enamoró como un borrico de Lupe Sino, pero apenas lo disfrutaron...» Sólo él captó su muerte en Linares. Es su rememoranza más amarga: «Aquella imagen camino de la enfermería no se me olvidará nunca. Esa foto me ha dado mucho dinero».
Cano vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Sería un filón para cualquier programa del corazón, pero no entra al trapo rosa. «Vivo de los cuernos, pero los del toro». Comenta que con su cámara nunca se hará rico ni se se comprará un cortijo, «aunque al menos me da para comer». Con espléndido humor y arte, quiere seguir «al pie del cañón mientras viva». Este mes cumplirá 97 años y no se pierde ni una feria. «Cada vez que me levanto se lo agradezco a Dios. Le digo: «Gran Jefe, gracias por regalarme un día más». Aunque yo creo que ya me está cuadrando...»
Carrete para rato
Todos los amigos que se han citado en el mítico restaurante «José Luis», frente al estadio del Real Madrid -equipo al que fotografió porque se lo pidió don Santiago Bernabéu-, dicen que aún le queda «carrete para rato». Él sonríe. Y durante la presentación del libro -acompañado por Juan Miguel Sánchez Vigil y Andrés Amorós, que ha puesto letra a la imagen- señala que le encantaría ver una segunda parte con fotografías en el ruedo. De momento, saboreemos éste: Gary Cooper solo ante el peligro en un tentadero, Orson Welles pasándole una petaca de coñac a Antonio Ordóñez, Ortega y Gasset y Domingo Ortega al alimón como símbolo de la cultura...
Mientras todos elogian su inconmensurable obra, el artista abrocha con una torera evocación. «Un día estaba Manolete en el hotel Palace con Pinturas, Cantinflas y su mozo de espadas. Y le dice su primo hermano: «Manolo, qué bien se está hablando poco». Y suelta Manolete: «Mejor se está callado»». Sobran también las palabras ante la obra de Canito y su objetivo, los ojos de un siglo.
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