La Familia Real al completo, en la boda de Inés de Borbón con Michelli Caroli

Sus Majestades los Reyes, Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, los Duques de Lugo y los Duques de Palma asistieron ayer en Toledo a la boda de la princesa Inés de Borbón-Dos Sicilias y Orleáns, hija de los Duques de Calabria, con el duque italiano Michelli Caroli. La ceremonia religiosa tuvo lugar en la parroquia de Santa Leocadia, situada en el norte de la zona histórica de la ciudad imperial.
El enlace, que comenzó pasadas las cinco de la tarde, fue concelebrado por tres sacerdotes y reunió en la capital castellano-manchega a unos doscientos cincuenta invitados, entre ellos destacados miembros de la nobleza española e italiana.
Minutos antes de la hora prevista para la boda accedieron al templo Don Felipe, la Infanta Doña Cristina y su marido, Iñaki Urdangarín. El Príncipe de Asturias vestía un traje azul marino y una corbata celeste, al igual que su cuñado, y Doña Cristina lucía una levita de raso color caramelo y un pantalón negro. A continuación, llegaron Don Juan Carlos, de chaqué; Doña Sofía, con vestido y abrigo en verde manzana; Doña Elena, que lucía un traje de chaqueta rosa quisquilla, y su marido, Jaime de Marichalar, de negro.
Entre los primeros en llegar a Santa Leocadia, se encontraban los hermanos de la novia: la princesa Victoria, con un vestido rojo y una estola de visón; el duque de Noto, que iba acompañado por su esposa, Sofía Landaluce, y el hijo de ambos, Jaime; la princesa María, con un dos piezas en tono marfil y una pamela azul marino, junto a su esposo, el archiduque Simeón de Austria, y la princesa Cristina, con chaqueta azul añil entallada en escote de barco y pantalón negro de pedrería, junto a su marido, Pedro López Quesada. La Condesa de París y la Princesa Ana de Francia, abuela y madre de la princesa Inés, respectivamente, accedieron al templo minutos después y, al igual que los Reyes, el Príncipe de Asturias y la Infanta Doña Alicia de Borbón Parma, actuaron como testigos de la novia.
Entre los invitados se encontraban también la Infanta Doña Margarita y su esposo, Carlos Zurita, junto a sus hijos María y Alfonso Zurita; los Duques de Braganza, Beatriz de Orleáns, de azul eléctrico, con su hija Adelaida, que escogió un vestido verde agua de pedrería; el duque de Huéscar, Isabel Flores, esposa de Adolfo Suárez hijo; y el empresario Juan Abelló con su mujer, Ana Gamazo, de burdeos y negro.
Con sólo diez minutos de retraso llegó la novia, Inés de Borbón, del brazo de su padre, el Infante Don Carlos, Duque de Calabria, que fue su padrino -la madrina fue la marquesa de Rayano, madre del novio-. Muy sonriente y saludando a los presentes, Inés llevaba la cara descubierta, el pelo recogido en un moño del que salía el velo de encaje y una tiara de coral. Su vestido, muy sencillo, de color blanco roto, con escote a la caja y manga larga, terminaba en una pequeña cola.
Tras la ceremonia, que fue de carácter privado, se ofreció una recepción seguida de cena en El Cigarral de Santa María. El menú, según informa María José Muñoz, estuvo compuesto por un aperitivo a base de lomo y jamón ibéricos, queso de oveja D.O. Mancha, terrina de pato en canapé con aceite de oliva virgen, brocheta de carne de ciervo, pulpo en vinagreta, croquetas de ave, canutillos de morcilla, brocheta de sitaki en tempura, crema de puerros y trufa y canapé de dos anchoas; a continuación se sirvió lasagna de merluza con langostino fresco y aceite de oliva, lomo de cordero manchego asado con manojito de espárragos y sus cuatro setas confitadas, soufflé de chocolate caliente sobre crema de menta y helado de hierbabuena, mazapán de Toledo y tejas de almendra. Todo ello regado con vinos blancos y tintos de la selección privada del marqués de Griñón.
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