Elena Ochoa: «Es increíble que me sigan recordando como a la chica del programa del sexo»
Desde hace diez años Elena Ochoa reside en Inglaterra. Casada con el arquitecto Norman Foster, a quien conoció tras su regreso de Cambridge, donde estuvo investigando sobre la demencia, es madre de dos hijos. Desde hace cinco, su vida transcurre entre coleccionistas de arte, artesanos ... y artistas de todo el mundo persiguiendo un deseo: «Ofrecer una nueva concepción de concebir el arte y de editar los libros de arte». Para ello, fundó hace un lustro Ivory Press, una editorial de ediciones limitadas donde se publican obras con los artistas cardinales del arte contemporáneo. Recién llegada de China y camino a Suiza, en su oficina, frente al Támesis, nos descubre su nueva vida como directora de la editorial.
-¿Qué es Ivory Press?
-Es una casa editorial cuyo único objetivo es hacer los mejores libros de la historia con el mejor papel, la mejor encuadernación y los materiales más originales. Verdaderos tesoros. Trabajamos con obsesión por el detalle y la perfección en una simbiosis de las tradicionales formas de trabajar desde el siglo XII con las últimas tecnologías del XXI. Hemos levantado la profesión, en vías de desaparición, de los artesanos.
-Desea ofrecer una nueva concepción de libros. ¿Cuál es su revolución? ¿Se pueden llamar libros lo que proyecta?
-No en el sentido tradicional, porque aunque hay algo de ello, hay muchos otros componentes además de un texto o imágenes. Es una obra de arte en sí, pues cada libro es una carta blanca al propio artista para que cree su libro de ensueño, en el que plasme su espíritu y su manera de entender su trabajo. Yo no soy más que el catalizador de sus deseos.
-¿Cómo fue su proyecto sobre la obra de Chillida?
-En realidad son tres volúmenes. El primero son fotografías que encargué a Fernando Scianna, que captó su ambiente geográfico en San Sebastián. Van acompañadas de textos de John Berger y Carlos Fuentes. El segundo es la reproducción de dibujos inéditos de Eduardo desde los años 50 hasta hace dos años en facsímiles, con papel hecho en Francia, en Suiza y Japón. El tercero, su único cuaderno de notas. Todo revela al escultor vasco más íntimo. El libro pesa casi 50 kilos y cuesta 40.000 euros.
-¿Por qué comenzó con él?
-Siempre he admirado su trabajo, su manera de concebir el espacio y las formas. Él y su familia depositaron confianza plena en mí.
-¿Cómo nació la idea de esta editorial?
-Cuando llegué a Londres hace ya diez años para trabajar en Cambridge, mis padres habían fallecido. Conocí a Bob (Sir Robert Sainsbury uno de los grandes coleccionistas del mundo, descubridor de Henry Moore, de Bacon... ) y me propuso llevar a cabo algo que sólo antes Goya había esbozado con «Los desastres de la guerra» y luego en el siglo XX comenzaron editoriales como Skira.
-Ha vivido siempre con el arte. Sin embargo, pocos conocían esa faceta suya; quizás está encasillada en España con el programa que hizo sobre el sexo...
-El programa del sexo en televisión duró sólo un año y acepté porque me lo pidieron como introducción a la campaña de prevención familiar y el sida. Es un buen recuerdo, pero es increíble que me sigan recordando como a la chica de ese programa y que aún se haga referencia a un solo año de mis veintitrés de carrera.
- Cada libro cuesta aproximadamente a 40.000 euros ¿Quiénes son sus compradores?
-Sobre todo coleccionistas, fundaciones y museos.
-Tras Chillida, Anthony Caro y Bacon, ¿qué otros seguirán?
-Tengo miles de ideas. A finales de mes sale Richard Long, en una caja de madera de pino diseñada por él.
- ¿Es usted una coleccionista?
-Trato de adquirir obras de arte que me conmueven.
-En Inglaterra escriben de usted como Lady Foster.
-Sinceramente, prefiero Elena Ochoa Foster.
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