Guillermo y Catalina de Cambridge, doce meses de amor Real
Se cumple el primer aniversario de la boda que sedujo a Inglaterra y al mundo. Desde ese instante, ella se convirtió en icono de estilismo cuidado y elegante, y su enlace, en el mejor revulsivo para la Monarquía más antigua de Europa
érika montañés
La Casa Real británica emitió una nota comunicativa el día del enlace de Kate Middleton y el príncipe Guillermo de Inglaterra en la que subrayó que la desde entonces duquesa de Cambridge Catherine (o Catalina) había escogido el vestido de ... Sarah Burton para la firma Alexander McQueen porque aunaba «tradición y modernidad» en la aguja talentosa de la diseñadora. Y esa conjunción es la que precisamente significó el enlace del 29 de abril de 2011 para la Monarquía anglosajona, que doce meses después celebra el sexagésimo aniversario de la coronación de Isabel II y también se manifiesta revitalizada por el derroche de «glamour» y frescura de Kate Middleton y su marido , el segundo en la línea de sucesión de la veterana reina.
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Desde el enlace veinte años atrás y también un 29 pero de julio de la malograda princesa Diana de Spencer con el heredero al trono, el príncipe Carlos de Inglaterra , nunca una persona había acaparado tantos flashes y objetivos el día de su matrimonio. Kate contaba con importantes bazas en su mano : escalera de entrenamiento en protocolo y lecciones reales, póquer de preparación, dulzura y estilo elegante, y el desafío a las reglas del azar con más de ocho años de noviazgo -interrumpidos solo por un tiempo para renovar «votos» con más dedicación, si cabe- con aquel chico al que conoció en la Universidad de Saint Andrews cuando ambos estudiaban con excelentes calificaciones Geografía.
Y Kate deslumbró con el modelo de cuerpo entallado, escote corazón, manga larga de encaje Chantilly y Cluny, falda con volumen y cola de 2,7 metros, elaborado en satén marfil y blanco, velo amarfilado con capas de tul suave, la tiara halo Cartier de 1936 y los pendientes, regalo de sus progenitores, de Robinson Pelham con los distintivos del escudo de armas de la familia Middleton: la bellota y las hojas de roble.
Absolutamente radiante, recordó a la princesa Grace Kelly en sus nupcias con el príncipe Rainiero de Mónaco y fue en ese momento, desde su entrada a la Abadía de Westminster, cuando los ingleses y los residentes en colonias comenzaron a felicitarse por la renovación que entraba por la puerta de una Monarquía que se encontraba en sus cotas más bajas de popularidad, desde la muerte en París de Lady Di , en 1997.
La madurez impuesta por un accidente
Guillermo (21 de junio de 1982, Londres) contaba solo con 15 años cuando perdió a su madre, el hecho trascendental que marcó su vida y su madurez incipiente. Sobrio y discreto, asistió al funeral por su madre por las calles de Londres con un rictus que entremezclaba la tristeza desbordante y la magna responsabilidad adquirida. A pesar de que estaba siendo observado por millones de ojos en todo el planeta, no se desmoronó públicamente y con el apoyo protector que brindó a su hermano Enrique dio a entender al mundo que, desde esa tierna edad, se ponía a la Monarquía como su principal bandera.
La muerte de su madre, hecho trascendental que marcó su vida y su madurez incipiente
El gesto de madurez del príncipe se repitió en su noviazgo con Kate, cuando según sus palabras y a pesar de lo enamorados que estaban, le dio la oportunidad de conocer lo que había dentro y cuál sería su vida, e irse si así lo deseaba. Catalina Isabel Middleton (Reading, Berkshire, 9 de enero de 1982) no se achantó por los rigores Reales y volvió a los brazos del amor de su vida. Regresó con plena disposición a tratar, entre ambos, de forjar una vida lo más similar posible a la de cualquier joven de su edad, residiendo con escolta pero sin servicio, de una manera solvente pero sin opulencias, y atendiendo siempre a sus compromisos oficiales y, sobre todo, humanitarios.
El enlace real significó su transformación plena de plebeya a princesa y, pese a que su estilismo había cautivado ya a los fotógrafos durante el noviazgo, fue el anuncio de su compromiso oficial, en noviembre de 2010, cuando sus apariciones públicas comenzaron a contarse por agotamiento de sus modelos en las tiendas respectivas. Su marca de cabecera Issa fue la escogida para el vestido drapeado azul con escote en V que combinaba como un guante con el zafiro de diamantes que le iba a colocar su futuro esposo , herencia directa del compromiso de Lady Di con Carlos de Inglaterra . La duquesa de Cambridge no se separa de esta sortija, que se puede ver siempre ajustada a su dedo. También ella se ha ajustado a los usos y costumbres de la Familia Real británica: en las carreras de Epsom, en el desfile «Trooping the Colour» con motivo del cumpleaños de la reina, en los fastos de la guardia real, en los actos solidarios, en su primer discurso público, C atalina está siempre a prueba, pero no falla. Ni en las formas ni en el fondo.
Perfecto estilo abonado al «high street»
De hecho, estos doce meses de amor conyugal se significan por el rostro siempre amable y sonriente de la princesa y sus estilismos armónicos y cuidados, para los que apuesta por firmas «high street» (no tan selectas como las de lujo, aunque sí un grado por encima de las grandes cadenas de ropa, cosa que tampoco le ha impedido lucir sus mejores Zara). Allá donde va, la que ya ha sido renombrada con el título de «Catalina la estilosa» despliega todas sus armas más «fashion» : un maquillaje suave y sonrosado, melena cuidada y normalmente semirecogida (pocas veces la hemos visto con el pelo recogido), abonada a los trajes de cóctel sobre la rodilla o dos piezas que combina con elegancia con complementos discretos y elegantes, y cuando la ocasión lo requiere, deslumbra con espectaculares tocados y pamelas que ponen el punto más sajón al conjunto. A su paso, también ha desatado un huracán de «Katemanía» .
Un motivo del viaje o del acto es una clara inspiración para su vestuario
Pero si hay algo por lo que ha sorprendido la princesa que no tira del brazo de estilistas personalizados, sino que se ha dejado aconsejar solo en alguna ocasión puntual por «personal shoppers», es por vincular directamente su vestuario al acto o viaje que tiene que protagonizar: si asiste a los fastos de las Fuerzas Armadas, luce un vestido de inspiración militar, si presencia en Irlanda el desfile por San Patricio, el color de su indumentaria no puede ser otro que el verde nacional irlandés y un broche con forma de trébol o la flor del país que la recibe, si viaja seis semanas a Canadá y California con su esposo (su gran y primer viaje como marido y mujer, en junio y julio pasados) despega en Heathrow con una chaqueta de una firma canadiense y aterriza embutida en un espectacular vestido del diseñador local Erdem Moralioglu en Ottawa, al que sigue un vestido y tocado rojo en forma de hoja de arce con los colores canadienses. Estos guiños establecen una cálida conexión con el pueblo anfitrión que pocas princesas han logrado. Al mismo tiempo, las revistas de moda se frotan las manos al verla aparecer: le otorgan dieces a espuertas a su estilo nunca recargado ni ostentoso, pero siempre mesurado, apropiado, elegante y chic, el que más le favorece y le da clase a la par.
Viajes al exterior como marido y mujer
Los duques de Cambridge no han realizado demasiadas salidas durante este primer año de matrimonio, máxime por la exigente formación como piloto de helicóptero del servicio de Salvamento y Rescate de la Real Fuerza Aérea británica (RAF) que acapara el tiempo del príncipe Guillermo, y que provocó la separación durante seis semanas de su esposa para realizar unas maniobras de formación en las Islas Malvinas. Irlanda, Francia, Canadá y Estados Unidos, esos han sido los viajes conocidos de los duques de Cambridge, siendo el momento estelar el citado traslado transoceánico donde en la misma «Meca del cine», Catalina se apeó del coche en la alfombra roja y llegó a eclipsar a las estrellas invitadas como Jennifer López con su vestido de tul lavanda marca Alexander McQueen.
Al retorno del príncipe del archipiélago malvino, celebraron el reencuentro con una escapada romántica a aquel lugar donde él le robó su primer beso a ella, en los Alpes. El esquí es una de las prácticas deportivas que engatusan a la pareja, a la que también se ha visto asistiendo a partidos de polo, cricket o béisbol. Guillermo siempre ha querido ser un príncipe moderno e independiente, quizás también por ello decidió que su primera residencia conyugal, a la espera de que acabe su formación como piloto y se trasladen a la capital londinense, fuese un recóndito paraje cerca de la base donde se entrena en Anglesey (Gales). Viven en un «cottage» o casa de campo en esta islita al noroeste de Gales unida al resto del país por un puente construido en 1826. En el entorno se les puede ver dando largos paseos, compartiendo una hamburguesa en la mesa de un pub local o haciendo la compra en el supermercado de la cercana ciudad portuaria de Holyhead, donde se ha captado más de una instantánea de Catalina empujando el carrito con los enseres, con el afán de imprimir a sus vidas el sello de la mayor normalidad posible.
¿Cómo celebran su primer aniversario?
Esta semana los duques celebran su primer aniversario con tres apariciones ante las cámaras: el estreno del documental Felinos de África donde acudirán con cien niños (el príncipe se declaró en un viaje a Kenia y quizás los niños les animen a ser padres próximamente); una recepción para conmemorar la aventura en el Polo sur de Scott y Amundsen y una visita al Museo de la Guerra Imperial para lanzar una campaña de recogida de fondos con destino a la creación de galerías y exposiciones. El mismo día del aniversario se cree que él la sorprenderá con alguna cena romántica en el palacio de Balmoral, en Escocia . En cualquier caso, será la cuota reservada a la intimidad de unos príncipes formados para acceder algún día al trono más antiguo de Europa.
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