El cara a cara de Pablo Alborán con sus fans en su concierto más íntimo

Ana Mellado

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24/05/2018
Actualizado a las 18:18h.

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El agua cae como una cascada por los toldos del madrileño Teatro Barceló, pero no se mueve ni un alma de la larga cola de alboranistas que aguantan estoicamente la tormenta. La cita es a las 20.30. Desde primera hora de la tarde ya merodean por las inmediaciones sus seguidores más fieles. Tras sus dos conciertos en Málaga y su gira por Latinoamérica, Pablo Alborán se puso ayer otra vez a los micrófonos para ofrecer una de sus actuaciones más íntimas, lejos de la frialdad de los grandes recintos. La cita se enmarca dentro de LOS40 Básico Opel Corsa.

Tras una breve conversación con el presentador Xavi Martínez sobre dos sofás blancos cargados de simbolismo, suenan los primeros acordes de «No vaya a ser» y el público estalla en un júbilo colectivo. Cada paso y gesto del cantante queda registrado por los cientos de móviles en alto. Pablo agradece de forma reiterada que él es lo que es gracias a todos los que le acompañan en esta senda trufada de éxitos, pero también de constancia y sacrificio.

Continúa con «Pasos de Cero», «La Escalera», «Quien» y «Tanto» también sonaron entre el repertorio, el que también viajó a «Saturno». Dio a conocer su nuevo tema «La llave», que tendrá nueva versión con Piso 21. Pablo Alborán escruta con su mirada al público, entre el que se encuentra con muchos rostros familiares. La complicidad con sus fans es absoluta y el agua de la tormenta ya ha quedado evaporada.

Cuando Pablo se sienta al piano y se queda a solas con él en el escenario se crea otro de los momentos mágicos de la noche . Rescata el «Solamente tú» y las luces se vuelven más tenúes, creando un ambiente intimista. Se nota que está a gusto. Atrás quedaron sus miedos a que se desmoronase todo lo logrado y ese sentimiento de agotamiento que le hizo frenar en seco, porque ya no podía más. Continúa con «Prometo» en su versión acústica y vuelve a poner en pie con «Idiota» y «Vivir» y con los que pone bailar a toda la sala. Les deja con ganas de más. Abandona el escenario, y pese a los ruegos de una más, ya está escrito el final.