Ascot contra los horteras

El torneo hípico se fundó en 1711, en honor a la Reina Ana. Son dieciocho carreras, que reparten seis millones de euros en premios. El corazón sentimental del evento es Isabel II , que alcanzará la cita con los 90 años cumplidos. Cada día abre la jornada llegando en carroza al frente de la Royal Procession , parada a la que solo acceden los súper VIP, a quienes la Reina invita también a comer en su cercano castillo de Windsor. La veterana soberana, dueña de una importante cuadra, ha ganado más de veinte veces en Ascot . Le gusta tanto la hípica que se cuenta que desayuna cada día con un periódico especializado.

Las entradas para acudir a las carreras se venden a partir de 90 euros. Pero hay muchas formas de ir a Ascot. No es lo mismo formar parte del público general que acceder al exclusivo Royal Enclosure, donde se deja ver la realeza. Lógicamente se trata del espacio con una etiqueta más estricta. Los hombres deben ir de frac y chistera, siempre en tonos grises o negros . Los zapatos también habrán de ser negros y clásicos. En el caso de las mujeres, en el cercado real la falda debe ir al menos por debajo de la rodilla y no se permiten tocados, solo sombreros, con un diámetro mínimo de diez centímetros. El diafragma habrá de permanecer cubierto . Los tirantes tipo espagueti son anatema, han de medir al menos una pulgada de ancho. Sí se admite el traje pantalón, pero con el bajo hasta el zapato.

A medida que los visitantes se alejan del epicentro social, el cercado de Isabel II , la etiqueta se relaja. En el recinto llamado Reina Ana, el segundo en importancia, las mujeres ya pueden llevar tocados y los hombres se apean del frac y la chistera , pues basta con que vistan un traje correcto con corbata.

El hipódromo de Berkshire reúne durante cinco días a unos 300.000 visitantes. Un gran evento social, que palpita en los escaparates de los almacenes más prestigiosos de Londres . Se calcula que la media de gasto en ropa por asistente es de unos 400 euros. Boss ha anunciado que pondrá a la venta en su nueva tienda de Regent Street los vestidos y trajes que ha diseñado para el catálogo de Ascot. El día estelar a efectos de extravagancia es el llamado Día de las Damas. La imaginación se desboca, con sombreros y tocados a veces tan delirantes que convertirían a Carmen Miranda en casi una recatada amish.