Alberto de Mónaco mete la tijera en los gastos de palacio

«La pandemia del coronavirus va a impactar fuertemente en el presupuesto del Estado, con un déficit provisional estimado en 500 millones de euros para el ejercicio de 2020», explica el escrito hecho público por su gabinete. «Este montante corresponde a la financiación de las medidas excepcionales de apoyo necesarias en favor de todos los participantes de la economía monegasca, medidas decididas por el Gobierno, así como teniendo en cuenta una reducción anticipada de los ingresos del Estado. La gravedad de la situación impone una gestión financiera rigurosa , acompañada de esfuerzos importantes para lograr una disminución global de los gastos del Estado», continúa el comunicado.

La medida tomada por el Príncipe ha sido muy bien acogida por la opinión pública, ya que parece momento de apretarse el cinturón. No obstante, conviene recordar que la Familia Real de Mónaco es una de las más acaudaladas de Europa y la fortuna privada del Príncipe Alberto se estima en 900 millones de euros, además, una amplia colección de coches antiguos , acciones en un resort de Montecarlo, una colección de sellos de alto valor y la casa de estilo colonial de Filadelfia (EE.UU.) en la que creció su madre, Grace Kelly, y que él adquirió en 2016 por 676.000 euros.

Los 38.500 habitantes de Mónaco deberán seguir cumpliendo confinamiento al menos hasta el próximo 3 de mayo. El Principado tiene registrados en total 94 casos confirmados de coronavirus y tres muertos, según las últimas cifras oficiales. Y como este virus no entiende de realeza o estatus social, el propio Alberto vivió en sus carnes los efectos que tiene la enfermedad sobre el organismo. El pasado 19 de marzo, cinco días después de cumplir 62 años, anunciaba que había dado positivo, aunque los síntomas eran leves y seguía trabajando en sus apartamentos privados. Dos semanas más tarde, sus médicos anunciaban que se había curado y podía poner fin a la cuarentena. El Príncipe viajó a su residencia en Roc Angel a pocos kilómetros de Montecarlo, donde le esperaban su esposa Charlene y sus mellizos Jacques y Gabriella de cinco años. Atrás quedan esos momentos delicados en los que incluso se vio obligado a desmentir que él había sido el responsable del contagio del Príncipe Carlos de Inglaterra.