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Un «Marivent» en Santander

En el Palacio de la Magdalena hay dos habitaciones reservadas todo el año para los Reyes de España, aunque raramente las utilizan

Un «Marivent» en Santander ABC

eva bárcena

Un verano más, la Familia Real española ha hecho las maletas para alejarse del sofocante verano madrileño y poner rumbo a Mallorca, al Palacio de Marivent , residencia de verano oficial desde hace cuatro décadas. Sin embargo, de haberse cumplido los deseos de Don Juan, la historia podría haber sido muy distinta, y una pequeña península en el norte de España habría acogido, agosto tras agosto, a los monarcas. Como ya lo hizo tiempo atrás.

En Santander (Cantabria), se alza el Palacio de la Magdalena. Un impresionante edificio construido entre 1908 y 1912 como regalo del Ayuntamiento a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, quienes disfrutaron de los veranos santanderinos entre 1912 y 1930. Pero ya ha pasado más de un siglo desde aquellas primeras vacaciones reales en la Magdalena y desde entonces el palacio ha sido hospital, residencia temporal para los damnificados por el incendio que asoló la ciudad en 1941, sede de congresos, atracción turística y sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en verano. Sin embargo, pocos de sus estudiantes se fijan en los carteles que indican cómo llegar a las Habitaciones Reales. Los cuartos reservados para uso y disfrute de la Familia Real siempre que pisen Santander.

Fue Don Juan de Borbón quien dispuso, en 1977, que quedarían reservadas a título personal varias habitaciones del palacio para sus descendientes. Fue una de las condiciones con las que el Conde de Barcelona cedió el palacio al Ayuntamiento de Santander. Así mismo, pidió que el parque de la Península de la Magdalena -entregado a los Borbones junto al palacio- fuese siempre un parque totalmente público y que se mantuviese el acuerdo con la UIMP para que se realizasen allí los cursos de verano. Así, la residencia pasó a formar parte del Patrimonio de la ciudad y dejó en un ala de la segunda planta dos habitaciones cerradas a cal y canto, que nunca se podrían exponer al público y tendrían que estar siempre preparadas y dispuestas.

«Ellos nunca solicitan venir aquí», asegura Lola Sainz, directora del Palacio de la Magdalena, «cuando sabemos que un miembro de la Familia Real va a visitar la ciudad, tramitamos una petición para que se alojen en las habitaciones». Así lo hizo la Reina Sofía en el año 1999, cuando acudió a inaugurar un curso sobre la figura de Felipe II, y así lo hizo otro Felipe, su hijo el Rey Felipe VI, cuando el año pasado se alojó durante tres días en Santander para mantener una reunión con investigadores del CSIC, inaugurar el Mundial de Vela y acudir al funeral del banquero Emilio Botín.

A su disposición tuvieron una suite formada por dos dormitorios y una salita de estar. «El mobiliario son piezas del siglo XIX y algunas del siglo XVI», explica Sainz. Entre las piezas, se encuentra un escritorio personal que perteneció a Alfonso XII o la bañera original utilizada por la Reina Victoria Eugenia. Ambas habitaciones están pintadas en blanco, y mientras la del Rey es más sobria en la decoración, la estancia de la Reina está cubierta con telas estampadas de flores en tonos nacarados. «Las estancias de la reina tienen una decoración más femenina, pero son iguales en mobiliario» , asegura la directora.

Durante 18 años, la Familia Real se desplazó hasta Cantabria, y así lo atestiguan cada una de las fotografías que decoran las Habitaciones Reales. «Hay una foto de cada verano que pasaron en la Magdalena, son imágenes originales que pertenecen a la Familia Real», indica Sainz. En ellas, se puede ver a la Reina con sus hijos o bordando con sus damas de compañía, a los monarcas dando paseos por la playa o retratos de familia.

La Reina Victoria Eugenia con sus hijos Alfonso, Jaime y Beatriz

Las ventanas de Ena

«Me emociona que me escribas desde Santander, que yo tanto quiero y de donde tengo recuerdos de veraneos deliciosos en mi querida Magdalena. Allí me sentía muy feliz y más independiente que en ninguna otra de nuestras residencias» , escribía la Reina Victoria Eugenia, a quien cariñosamente se llamaba «Ena» en la familia, el 28 de octubre de 1950. La carta, colgada en el hall de entrada al edificio, muestra el amor que la soberana tenía a un enclave cuyo paisaje le recordaba a su Escocia natal.

Lo cierto es que el proyecto parecía construido por y para la reina, ya que el «Palacio Real» que imaginaron los arquitectos Bringas y Riancho era «de estilo inglés , aunque adornado con salientes, balcones y azoteas propios de nuestras tierras». Según cuenta la leyenda, el edificio tendría 365 ventanas, para que Alfonso XIII pudiera admirar la bahía de Santander cada día del año desde diferente cristal. «En realidad, son más de 750, entre balcones, ventanas y ventanucos», sonríe Sanz. Desde todas ellas, hay una vista privilegiada de las playas santanderinas, que el Conde de Barcelona quería que disfrutasen sus descendientes. Aunque las cuentas saliesen a dos ventas y media por día.

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