Rudy Fernández: «Con Helen Lindes tengo la perfección en casa»

- ¿Qué fue lo que le cautivó de Helen Lindes?

- Helen es algo que no pensaba que me fuera a pasar. Estos tres años con ella han sido maravillosos. Ella me entiende y respeta.

-¿Qué se siente cuando a su novia la llaman «maniquí»?

- Dicen que los maniquíes son perfectos, así que estoy encantado de tener una perfección en casa.

- ¿Ha dejado de cortar jamón por miedo a sufrir una lesión?

- Yo no soy cocinero, Helen sí. Pero si tengo que pelar una patata, lo hago. Siempre me han gustado los deportes de riesgo y al tener un contrato profesional no los puedo practicar. Cuando me retire me gustaría poder reengancharme.

- ¿Su dieta le permite comer unas buenas alubias con cerdo ahora que llega el invierno?

-Risas. Mi dieta me permite compaginar la comida con el deporte. Pero si un día tengo que comer un buen plato, me lo puedo permitir. Tengo la suerte de no engordar.

- ¿Alguna vez se han burlado de usted por medir 1,98 centímetros?

- Casi todos mis amigos de la infancia han sido también jugadores de baloncesto y siempre éramos los que destacábamos más por la altura.

- ¿Qué broma le molesta más, la de «qué tiempo hace por ahí arriba» o la de que le « llegan los yogures caducados al estómago»?

- (Risas). No me suelen hacer ese tipo de bromas. Pero sí que me preguntan qué tiempo hace por ahí arriba, al final contesto que el mismo que el de abajo.

- Su madre era jugadora de baloncesto. ¿Cuando le arropaba le daba un beso en la frente o le chocaba los cinco?

- (Risas). Mi madre es más de beso. Siempre me tapaba y me daba un beso de buenas noches. Mi padre me daba una palmadita, él era el entrenador de la casa. También jugó a baloncesto.

- En un mundo donde la movilidad laboral es un hecho, ¿cuánto sacrificó usted económica y profesionalmente por querer estar al lado de su familia?

- Fue muy duro irme de casa a los doce años, pero al final ese sacrificio ha dado frutos y he llegado lo más lejos posible.

- ¿Dónde guarda todas sus medallas?

- Tengo una biblioteca en casa donde guardo los trofeos más importantes de mi carrera. Es algo que recordaré toda mi vida y me gusta verlas.

- Fuera de la cancha, ¿a quién le haría un mate y luego le miraría con cara desafiante?

- Aunque todo el mundo me cae bien, se lo haría a mi hermana de buen rollo. Los dos somos jugadores de baloncesto y cuando éramos pequeños ella se aprovechaba de mí porque era más mayor. Cuando fui más alto que ella ya no quiso jugar contra mí.