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James Costos, Michael Smith y el trampolín de su caniche

Gistau describe la fiesta de los embajadores de EE.UU. Empezó en la piscina y acabó en...

James Costos, Michael Smith y el trampolín de su caniche instagram

david gistau

Viernes 26 de septiembre. A la entrada de la residencia del embajador norteamericano, lado de Castellana, un guardia jurado consulta la lista de invitados a la fiesta con la que James Costos y su pareja, el decorador Michael Smith , celebran el primer aniversario de ... su llegada a Madrid: «Aquí está: Eibisi Newspaper». «Pero tronco, que tú eres de aquí, ¿qué Eibisi?, ¡el Abecé!». Las banderas de todos los estados de la Unión penden de la fachada del edificio, que irradia luces melosas como de chill-out en Ibiza. Algo empieza a no encajar. Más allá del complejo de colado, pues la lista se ha confeccionado consultando las de gays más influyentes –y por lo menos de que no soy influyente sí estoy seguro–, de una fiesta no protocolaria en la embajada norteamericana uno espera a tipos con sombreros Stetson enlazando terneros y disparando contra latas arrojadas al aire mientras suena Dolly Parton. A eso iba uno, al menos. Lo que luego veremos dentro mantendrá a un amigo que frecuenta el turismo épico en las playas de Normandía sumido en profundas reflexiones acerca de si no ha visto un síntoma de relajación imperial comparable a lo que fueron para la República romana las piscinas de lampreas de Lúculo.

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