La fiesta de blanco que mira a Togo y reúne al todo Mallorca

Los Völkers consiguen fondos y otro atasco de negritas en su solidario torneo de polo

La fiesta de blanco que mira a Togo y reúne al todo Mallorca ABC

Rosa Belmonte

El atasco en la sinuosa carretera que bajaba a la finca de los Völkers era de tal magnitud que la gente se echó a andar. Los invitados, de blanco, parecían de la serie «The Leftovers». Aunque hablaban entre ellos. De pronto, en el descenso hacia ... la meta te encontrabas a Roberto Torretta, a Eugenia Silva (a quien no le salió de su melena Garnier vestir de blanco), a Nieves Álvarez o a Cristina Macaya, en cuya casa también se ha producido alguna vez una de estas aglomeraciones festivas con lío de coches. Debe de ser una cosa de gente fina. Y en todo caso, salvo algún cabreo, entretenida. Unos tractorines (un vehículo entre un jeep y un tractor) iban recogiendo a los caminantes, que casi parecían romeros. Ir de pie en el estribo es una de las cosas más divertidas que recuerdo haber hecho en un coche (parecíamos escoltas del Papa).

Christian y Ninon Völkers, propietarios de la conocida inmobiliaria, abren Son Coll, su casa mallorquina en el Port des Canonge, para el tradicional torneo de polo (una envidiable finca con viñedos y, por supuesto, cancha de polo). El sábado era la final y el día en que se celebraba la cena de la Engel & Völkers Charity, que preside Ninon y que escolariza a niños en Togo. Togo muy solidario. Se trataba de recaudar fondos. Más de 600 invitados y, salvo por las negritas destacadas aquí y algunas otras, como la joyera Isabel Guarch y Alma López, era más fácil oír hablar en alemán que en lenguas españolas. Además de nuestros condes (de El Abra, Fontanar o de Campo Alegre), abundaban los aristócratas centroeuropeos. Laura Ponte recordaba cuando venía a estas fiestas y eran pocos. «Venía cuando estaba casada», dijo. Por allí estaba también su ex, Beltrán Gómez-Acebo, que en algún momento de la noche llevaba al lado a Palomita Segrelles. Cielos. Pero también estaba la novia. Antonia Dell’Atte tenía el pelo rosa. Lo quería platino pero se le quedó así. Como a la Frenchy de «Grease».

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