Así son el Presidente y la Primera Dama de Europa
En Reino Unido le acusan de alcohólico y dicen que desayuna con cognac. Los que le conocen dicen que es tan aburrido como las reuniones de Bruselas... y su matrimonio con Christiane Frising. No tienen hijos
andreu jerez / ana mellado
El hombre que agarró por el cuello a Luis de Guindos dando una suculenta instantánea a medios amarillistas llega a la presidencia de Unión Europea acusado de alcohólico y fumador. La prensa británica ha querido recibir a Jean Claude Juncker (59 años) con titulares ... como: «Preocupa el alcoholismo de Juncker» o el «Presidente de la Comisión Europea desayuna cognac» . Una imagen muy distinta a la que proyecta en sus apariciones con Christiane Frising, su esposa desde 1979 y su única novia conocida. La discretísima primera dama de Europa suele aparecer junto a su marido en bodas de alto copete en Luxemburgo, como la del Heredero del Gran Ducado Luxemburgués. También le acompaña en algún viaje oficial, siempre vestida de manera elegante y con el color plata como uno de sus favoritos.
Pese a que han construido su matrimonio en Luxemburgo, el matrimonio se conoció en la universidad de Estrasburgo, en la vecina Francia, donde estudiaban derecho, carrera que el político nunca llegó a ejercer. Veterano de la política europea, Juncker inició su carrera política en el movimiento obrero socialcristiano de su Luxemburgo natal. Es un convencido defensor de la Unión Europea. El futuro presidente de la Comisión asegura que ese profundo proeuropeismo lo heredó casi inconscientemente de su padre, quien luchó en las trincheras del lado alemán durante la Segunda Guerra Mundial. «Quien duda de Europa debería visitar más a menudo los cementerios repletos de soldados», es una de las frases que se le otorgan para describir su credo político.
Pero Reino Unido no le ha recibido precisamente con alegría. Si las paredes del edificio Berlaymont de Bruselas hablasen, un par de palabras servirían para defenestrar su figura. O al menos eso viene a decir la prensa británica, que durante el último mes se ha dedicado a hurgar en la sede de la CE y en el pasado de Juncker. El diario conservador «The Daily Telegraph» publicó un exhaustivo artículo, anunciado en portada sobre la afición de Juncker a la bebida y cómo afecta a su rutina en la comisión.
«Comenzar el día con una copa de cognac despierta a cualquiera, otra cosa es los efectos que produzca pasados diez minutos. Y esa es la forma que tiene de empezar el día el señor Juncker; con un buen lingotazo». El dato proviene de una «alta fuente diplomática» citada por el diario. Otro diplomático de Bruselas comenta: «Su consumo de alcohol se ha tratado entre algunos líderes desde las elecciones al Parlamento europeo». El luxemburgués parece ser también un fumador empedernido que se dispone a cambiar las reglas para poder encenderse un pitillo dentro de los edificios de Bruselas.
El «Telegraph» no ha sido el único en airear la afición de Juncker por el alcohol. El rotativo «The Times» publicó a principios de junio un bochornoso encuentro que se produjo en 2007 cuando el por entonces líder del ejecutivo luxemburgués perdió los papeles, en un evidente estado de embriaguez. «Por la tarde llegamos a su oficina. Olía a tabaco rancio y un alarmante aroma a alcohol flotaba en el aire. Juncker estaba totalmetnte borracho», dice el informe elaborado por un ex agente de inteligencia del gran ducado.
Mejor en Alemania
En el continente lo ven de otra manera. Juncker es hijo de un obrero de la industria del acero que habla fluidamente cuatro idiomas: luxemburgués, alemán, inglés y francés. Los perfiles publicados por medios alemanes y sus apariciones públicas apuntan a un carácter extrovertido e irónico, incluso cuando aborda temas tan técnicos como los que colman las agendas de las cumbres de la UE. Juncker asegura que trabaja 17 hora al día y que a pesar de ello, todavía le queda tiempo para leer. Uno de sus autores favoritos es el poeta Rainer Maria Rilke.
Respecto a las acusaciones de los medios ingleses sobre a su afición al tabaquismo y su gusto por beber alcohol, tuvo que pronunciarse el ministro de finanzas holandés, Jeroen Dijsselbloem, en un programa de televisión el pasado enero. Juncker es «un fumador y bebedor empedernido». Sin embargo, Dijsselbloem negó que el político socialcristiano tenga un problema de alcoholismo. Pese a las especulaciones sobre su presunta débil salud, Juncker no permite que se dude sobre su aptitud física para ejercer las responsabilidades como futuro presidente de la Comisión Europea.
Otro de los asuntos que desgastó su imagen pública fue el escándalo de espionaje que involucró a los servicios secretos de Luxemburgo cuando todavía era primer ministro del Gran Ducado. Juncker se vio obligado a reconocer las deficiencias en el control de esos servicios.
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