La musa española de Andy Warhol pierde su marquesado

En 1957, con 6 años, perdió a su padre, Alfonso de Portago , primer piloto español de Ferrari. Ocurrió en un aparatoso accidente automovilístico durante la carrera de las «Mil Millas». La cronista de sociedad Charlotte Hays recuerda que Andrea nunca perdonó a Enzo Ferrari por esa muerte. Decía que el XI marqués de Portago estrelló su Ferrari 335-S a 240 kilómetros por hora a causa de un fallo técnico. Su madre, la rica sureña Carroll McDaniel, la separó de su hermano, Antonio, y la desterró al internado británico de Heathfield, la jaula de oro en la que se criaron aves exóticas como Daphne Guinness, Isabella Blow y Marisa Berenson.

Pero el exilio británico duró pocos años. Carroll instaló a su hija en el Hotel Carlyle de Nueva York, donde una adolescente Andrea descubrió los placeres de una pobre niña rica: clases de ballet con George Balanchine, almuerzos en La Grenouille con Betty Ford y Salvador Dalí y noches salvajes en Studio 54 con Mick Jagger y Francesco Scavullo. La «pandi» de The Factory convirtió a Andrea de Portago –el apellido Cabeza de Vaca no sonaba tan musical en las refinadas cuerdas vocales de la clase alta neoyorquina– en el icono de moda de los años 70. Fue imagen de Farouche, la mítica fragancia de la diseñadora Nina Ricci , y «covergirl» de la revista «Interview».

«Hemos descubierto que Andrea se va a casar en Suiza con Mick Flick», escribió el retratista de las sopas Campbell en su diario. Era 1978, elaño en que la música disco comenzaba a agonizar. El príncipe azul de Portago era el heredero de Mercedes-Benz, aunque Taki Theodoracopulos prefería llamarlo «skirt chaser» (cazador de faldas). Las niñas bien de la jet-set estaban en shock. Flick, que años más tarde protagonizaría el primer escándalo de Felipe González –«no recibí ni un céntimo ni de Flick ni de Flock», juraba el expresidente en 1984–, tenía fama de devorador de rubias. Incluso una púber Cristina Onassis se hizo chica dorada por él. Pero Andrea era morena y el matrimonio duró menos que un tinte. Él se «recasó» con la blonda condesa Maya Schönburg-Glauchau.

Mientras tanto, Antonio de Portago, hermano de Andrea, subía y bajaba de los altares de Studio 54 en busca de la consorte perfecta. Linda Spier fue la tercera y vencida. Con ella tuvo dos hijas, Theodora –Teddy– y Carolina, a las que crió en un rancho en Santa Fe (Nuevo México). El XII marqués falleció en 1990. Tenía solo 36 años. En «The Fortune Hunters», Charlotte Hays revela que murió de VIH. La madre de los Portago, entonces casada con el magnate Milton Petrie, asistió al funeral vestida de púrpura, motivo por el que, dicen, Andrea dejó de hablarle durante una larga temporada.

La musa «warholiana» obtuvo en 1993 el título de marquesa de Portago. La legítima heredera era su sobrina, Theodora, que entonces tenía 9 años. «La niña era muy pequeña y su madre no solicitó el marquesado en su nombre», explica José Miguel de Mayoralgo y Lodo, IX conde los Acevedos y letrado de la Diputación de la Grandeza. Ahora, con 30, Teddy de Portago reclama lo suyo. «No ha sido una mera cesión de título. Hubo un pleito y un trámite de ejecución de sentencia», confirma el conde. Tras la batalla judicial, la joven estadounidense ya se presenta como la XIV marquesa de Portago, con Grandeza de España. Aunque para los viejos «habitués» de The Factory, Andrea siempre será la reina española de Studio 54.