Más detalles del robo a la condesa de Romanones: la maniataron con cinta americana

Ocurrió a las once y media de la noche del 15 de marzo. María Aline Griffith Dexter (que fue durante años espía de la CIA) llegó a su casa. Cuando subió la escalera, hacia la primera planta, sorprendió a dos individuos jóvenes, altos, vestidos completamente de negro, encapuchados y con guantes. Estaban en su despacho. La vivienda estaba revuelta, incluidos algunos documentos, según las fuentes consultadas por este periódico.

Al verse pillados por la ilustre moradora, le ordenaron:«Llévanos a donde está la caja fuerte». La condesa no tuvo más remedio que acceder a ello. Los condujo hacia una habitación de color azul, la maniataron con cinta americana y la sentaron en la cama. Pero la caja de caudales estaba vacía. «Danos todo el dinero que haya en la casa», le exhortaron. Lo único que obtuvieron fue un sobre con unos 300 euros. «No tengo más dinero en efectivo. Si quieren, les doy mis joyas», les dijo la condesa. Pero los ladrones lo tenían claro: «No. Sólo queremos dinero».

La exespía estadounidense vio que eran las doce menos diez: «El personal de servicio llegará pronto», advirtió a sus captores. Lo sorprendente fue la respuesta de estos: «Los conocemos. Sabemos que tienen una finca en Paraguay, así que no llames a la Policía», ordenaron. Acto seguido, desataron a la anciana y se marcharon.

Sobre la medianoche, el matrimonio de empleados del hogar llegaba al chalé de El Viso. Se extrañaron nada más ver la luz del comedor encendida. Todo estaba revuelto. Encontraron a su señora en la cama, muy nerviosa y con la cinta americana aún adherida a las manos.

La Policía Nacional de la comisaría de Chamartín llegó inmediatamente. También el Grupo de Delitos Violentos (DEVI) de la Brigada Científica, que recogió todos los vestigios sospechosos. Los cierres, puertas y ventanas no estaban violentados. La nieta de la condesa de Romanones, Carla Figueroa Domecq (y, a la sazón, exnovia de Guillerno Bárcenas, hijo del extesorero del PPen prisión y que sufrió un asalto en su vivienda por parte de un perturbado disfrazado de cura hace unos meses), dijo a los agentes: «Quizá han entrado por el jardín. Mi casa es la colindante a la de mi abuela».

«Yo estoy bien, no me han hecho nada», explicó ayer la propia condesa en una conversación telefónica con ABC . «No se han llevado nada, solo entraron a mirar. Pero no quiero decir nada más», añadió con cierto nerviosismo. Su chófer, que la acompañaba en ese momento, aclaró que su jefa se encuentra «bien de salud y tranquila».

En su declaración ante la policía, la condesa quitó hierro al asunto y sostuvo que los delincuentes la habían tratado de manera educada, sin violencia y que en ningún momento la amenazaron con arma alguna. Ni siquiera vio que la portaran.

En cuanto a la pareja de criados, explicaron que esa tarde, a las ocho y cuarto, tras una dura jornada de trabajo, habían salido a un centro comercial, para comprarse unos zapatos, y que luego estuvieron viendo el partido del Madrid en un bar cercano, el Bocado Delicado. La investigación sigue su curso.