La baronesa Thyssen ya conoce los cuadros de su nuera

Fue el pasado viernes cuando Tita, haciendo realidad sus declaraciones de querer conocer la obra de Blanca , llegó en compañía de un amigo a la galería. La baronesa lo hizo sin avisar a nadie, así que a su llegada únicamente salió a recibirla una trabajadora de la galería –ni los propietarios ni la pintora se encontraban allí en ese momento–. En apenas diez minutos, la baronesa visitó las tres salas donde cuelgan los lienzos de Blanca y comprobó cómo es su estilo «abstracto neoexpresionista» que de momento ha levantado muy buenas opiniones hasta el punto de conseguir vender trece cuadros desde el primer día de apertura al público.

Aunque Blanca ha reconocido que siempre se mostró muy cauta a la hora de enseñar sus pinturas por miedo a que la criticaran sin piedad por ser quien es, lo cierto es que desde que inauguró su muestra sólo ha encontrado mensajes de apoyo y felicitación. Es curioso que a la salida de la galería ya había fotógrafos en la puerta para inmortalizar a Tita, quien esta semana saldrá en las revistas del corazón posando en ese lugar y, más que presumiblemente, hablando de lo que piensa de la pintura de la esposa de su hijo, Borja Thyssen.

Sin duda, el encuentro casual de hace dos semanas en plena calle de Madrid con su hijo y su nuera y la visita del viernes a la galería son dos saltos a destacar en la nula relación de madre e hijo. Según gente muy cercana a Borja y Blanca, ellos prefieren callar y comentar cada una de estas situaciones y su manera de actuar no es porque quieran situarse en un plano distinto sino porque creen que lo que tenga que pasar en esa familia debe resolverse de puertas para dentro y no con luz y taquígrafos. Hay pleitos pendientes en los juzgados y hay reuniones que deben tener con sus abogados para volver a ser los que eran y hacer borrón y cuenta nueva. En el fondo es el deseo de todos: volver a ser una familia con todo lo que esa palabra implica.